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“Dios restauró la verdad sobre mi padre, fusilado por Franco”

Ángela Martínez Solís. Protestante Digital, 02-01-2013 | 3 enero 2013

Un libro restaura la verdad sobre la memoria del maestro Pedro Martínez Magro

 

Acusado falsamente de terrorismo y fusilado tras estallar accidentalmente el polvorín de Alcalá de Henares en 1947, un libro restaura la verdad sobre la memoria del maestro Pedro Martínez Magro.

02 DE ENERO DE 2013, ALCALÁ DE HENARES

Hace 65 años tembló la ciudad de Alcalá de Henares, un 6 de septiembre de 1947, cuando explotaron los polvorines Gurugú, recién acabada la guerra civil, con un total de 24 víctimas.  Tras seis años de un arduo trabajo de investigación ha salido a la luz el libro “La explosión del polvorín de Alcalá de Henares”, de Alejandro Remeseiro Fernández y Julián Vadillo Muñoz.

El libro fue presentado este pasado mes de diciembre en la Universidad de Alcalá de Henares, coincidiendo con la conmemoración del 60 aniversario del evento.

Las primeras investigaciones militares de aquel tiempo concluyeron que había sido un terrible accidente por las malas condiciones de las instalaciones . Nada nuevo para un país que había tenido otros casos similares, como en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca) en 1939, Cerro el Águila (Sevilla) en 1941, Ferrol en 1943 o el más cercano de Cádiz en agosto de ese 1947. Tampoco fue el último. Sucedió en Tarancón en 1949 o en Pinar de Antequera (Valladolid) en 1950.

Sin embargo las autoridades militares de Alcalá de Henares eligieron considerarlo un atentado político , una acción de integrantes del Partido Comunista y de la JSU en la ciudad, aprovechando las circunstancias para reprimir las estructuras clandestinas que estas organizaciones tenían en la ciudad.

Y es que los militares que habían derrotado a la República en julio de 1936 tenían una cuenta pendiente con Alcalá. Con “Alcalá la roja”, como la denominaban, ya que era una ciudad que había desarrollado importantes estructuras del obrerismo, una ciudad leal a la República. Por ello se aprovechó la explosión del polvorín para acusar a los comunistas de atentado.

PROCESO DE REPRESIÓN LLENO DE INJUSTICIA

Decenas de detenciones, interrogatorios, vejaciones, torturas, etc., tuvieron que sufrir los militantes comunistas de Alcalá, Corpa, Villalbilla y Madrid. Toda una estructura organizativa clandestina que se diluyó como un azucarillo. Confesiones inverosímiles, contradicciones por las torturas, etc., fueron la tónica de aquellas detenciones . Arsenales que no existían, bombas que no tenían, envoltorios de bocadillos convertidos en papel de explosivos, etc.

Lo peor estaba por venir. Tras la instrucción de Rafael de las Morenas, la causa pasa a Enrique Eymar, integrante del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Por la firma de Eymar se conocen más de 1000 ejecuciones en España. Para Eymar estaba claro. Era un atentado de los comunistas, la bestia negra del franquismo. Opinión que ni compartían los informes periciales del Ejército, ni los datos de la Guardia Civil, ni los de la Dirección General de Seguridad ni el Consorcio de Seguros , que se hizo cargo de los daños (cuestión que nunca hubiesen hecho si hubiese sido un atentado).

El Consejo de Guerra se celebró en Ocaña el 9 de julio de 1948. Era el primero de una larga serie (hasta un total de cinco). De allí salieron ochos penas de muerte ejecutadas el 20 de agosto de 1948 . Manuel Villalobos Villamuelas, Eugenio Parra Rubio, Rogelio García del Barrio,  Pedro Martínez Magro , Benito Calero Vázquez, Daniel Elola Gómez, Luciano Arroyo Cablanque y Félix López Casares. Son los 8 nombres para el recuerdo. Otros penaron en cárceles durante muchos años.

UNA FAMILIA DESTROZADA

La viuda de Pedro Martínez, Basilia Solís Campos, fue laboral y socialmente marginada, y cayó enferma de tuberculosis; siendo trasladada al sanatorio de Alcolea del Pinar. Sus hijas internadas en un colegio.

Una de estas niñas, entonces con cuatro años de edad, es Ángela Martínez Solís . Recuerda vagamente a su padre, borroso, aunque siempre echó de menos su figura. Especialmente en el orfanato en el que tuvo que ingresar (un colegio de monjas) y en el que se le prohibió hablar del “terrorista” que fue su padre, y ni siquiera podía mencionar su nombre. Allí sufrió la soledad, el maltrato y las vejaciones. Y la mayor de las pobrezas, incluida la afectiva, ya que su madre no podía visitar a sus hijas sino muy ocasionalmente, y tampoco lograr trabajo para subsistir ella misma, con los “antecedentes” de su matrimonio.

Pero Ángela, manteniendo a la fuerza en silencio la memoria de su padre, salió del orfanato, logró rehacer su vida con mucho esfuerzo y trabajo, y volver a reunirse con sus hermanos; aunque actualmente sólo viven ella y la más pequeña, Pilar, al haber fallecido ya los dos mayores.

Muchos años después conoció en Asamblea Cristiana de Madrid  (una iglesia protestante madrileña donde sigue siendo un miembro fiel) la fe en el Jesús del Evangelio, logrando la paz interior.

Estas Navidades ha recibido un regalo inesperado. Una llamada le informó de la presentación del libro de investigación antes mencionado en el que no quedaba duda de la inocencia de su padre , con todo tipo de pruebas que demostraban la cruel injusticia que sufrió. No sabía nada hasta ese momento del libro, y los autores habían intentado localizar a los hijos de Pedro Martínez sin éxito hasta ese momento.

“Yo ya había perdonado como Jesús me perdonó, no había ningún rencor en mi corazón, pero ha sido un regalo de Dios que la memoria de mi padre haya sido restaurada públicamente”, expresa Ángela , que ahora tiene 68 años de edad, con cuatro hijos y otros tantos nietos.

 

“No era algo que esperase, aunque yo sabía que mi padre era inocente; pero no podía imaginar que iba a salir este libro. Ha sido algo muy emocionante, que ha hecho que Dios me haya ayudado a cerrar un círculo roto de los capítulos de mi vida” expresa Ángela Martínez a Protestante Digital.

UN MAESTRO LLAMADO PEDRO MARTÍNEZ MAGRO

Si alguna impronta puede quedar de un acontecimiento son las vidas de las personas. De todos los fusilados, algunos tenían una amplia trayectoria en el movimiento obrero alcalaíno, pero de todas las historia es interesante destacar la de Pedro Martínez Magro, “por haber conocido recientemente a las hijas del mismo” dicen los autores del libro.

Pedro Martínez Magro nació en el guadalajareño pueblo de Jadraque el 29 de agosto de 1913. Curso los estudios de magisterio, profesión que ejerció durante la Segunda República como maestro nacional. Su llegada a Alcalá de Henares se produjo porque su padre, que era Guardia Civil de profesión, fue destinado a la ciudad complutense. En Alcalá comienza a tomar contacto con las organizaciones obreras. Cuando estalla la Guerra Civil se incorpora al Ejército Popular de la República donde alcanza el grado de Teniente. Es capturado por los rebeldes en Castellón y encarcelado. Aunque su causa es sobreseída y puesto en libertad, no se libra de la depuración como maestro y jamás volvió a ejercer su verdadera profesión.

Aunque su militancia de izquierdas es anterior a la Guerra no ocupó cargos de responsabilidad. Es ya en la clandestinidad cuando Pedro Martínez Magro comienza a tener puestos en la organización clandestina . Primero en la UNE (Unión Nacional Española) siguiendo la línea monzonista que en ese momento defiende el PCE. La tareas eran, básicamente, repartir los órganos de prensa (Mundo Obrero y Reconquista de España), así como acciones como la que se llevó a cabo el 7 de noviembre de 1947 (coincidiendo con el aniversario de la Revolución Rusa y de la Defensa de Madrid) de llenar de pintadas y pasquines republicanos la ciudad de Alcalá de Henares.

Por aquel entonces Pedro Martínez Magro es el Secretario General de la Comarcal del PCE. Igualmente organiza en la fábrica Forjas Alcalá (su centro de trabajo) el Comité de Empresa clandestino.

Dos días después de la explosión del polvorín Pedro Martínez Magro es detenido. Se le acusa de ser uno de los ideólogos e inductores del atentado. Consciente de su inocencia y la de sus compañeros, Pedro Martínez Magro entiende que lo mejor es que el juicio al que les van a someter tenga resonancia internacional. Iba a ser un nuevo crimen de Estado por parte del franquismo .

Gracias a Pedro Martínez se conoce también la lucha de los presos en interior de las cárceles y los plantes que se llevaron a cabo entre 1946 y 1947, apoyados por la organización comunista que él mismo lideraba.

Aún así  el maestro comunista fue juzgado y condenado a muerte el 9 de julio de 1948. Y ejecutado el 20 de agosto de ese mismo año.

El olvido sobre Pedro Martínez Magro ha continuado hasta nuestros días. Pero hoy podemos tomar prestada la frase de Julia Conesa, una de las 13 rosas asesinada en agosto de 1939 y decir también para Pedro Martínez Magro: “Que su nombre no se borre de la historia”.  Aquí lo dejamos registrado, el de Pedro y el de su hija Ángela, que supo perdonar como su Maestro galileo pide en los Evangelios.

Fuentes: Diario de Alcalá

http://www.protestantedigital.com/ES/Espana/articulo/15757/Dios-restauro-la-verdad-sobre-mi-padre-fusilado