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Transición, memoria y desmemoria

Javier Villán. El Cultural, 08/03/2013 | 9 marzo 2013

32467_1«Transición», que hoy se estrena en el Teatro María Guerrero de Madrid con texto de Julio Salvatierra y Alfonso Plou

 

Javier VILLÁN | Publicado el

Adolfo Suárez como epicentro de una época trascendental. Una época como epicentro de una democracia. Llegan las luces y las sombras de los comienzos de nuestra reciente historia con Transición, que hoy se estrena en el Teatro María Guerrero dirigida por Carlos Martín y Santiago Sánchez con texto de Julio Salvatierra y Alfonso Plou. Fantasmas, cambios de personajes y de ambiente, realidades y ficciones, componen un montaje cargado de humor, sátira y reflexión.

En el documental La memoria rebelde, de Julio Diamante, que hace unos días tuve ocasión de ver en un pase privado, Santiago Carrillo afirma que, de todos los líderes que había tratado en la Transición, Adolfo Suárez era el menos anticomunista. Puede que sea una de las pocas verdades que Carrillo haya dicho en su vida. La memoria rebelde es un honrado y valiente intento de estabilizar el recuerdo, pero insuficiente en el tema de la Transición. Habría que decir que con Adolfo Suárez el ala más joven e inconformista del PCE -menos quienes luego se pasaron al PSOE y por fin a su lugar natural, la derecha pura y dura- fue más que recelosa, hostil. Se temía su capacidad florentina y refinada de hacer política. El bueno de Federico Melchor, director de Mundo obrero, era uno de los encargados de disipar recelos: “Engañará a todos menos a nosotros”. En una mente tan poco sutil, aunque honrada, como la de Melchor, aquello era un faro para orientar a navegantes. Por los resultados podemos deducir lo que pagó el Partido Comunista en esa partida de tahúres, aunque, y volviendo al documental La memoria rebelde, Carrillo le diga a Diamante que no se pagó nada: palabra de Santiago Carrillo.

En Transición, que llega hoy al CDN, los autores Alfonso Plou, Premio Marqués de Bradomín y Lázaro Carreter, y Julio Salvatierra, cuya última aventura de éxito ha sido Romeo (versión montesca de Romeo y Julieta), resaltan la condición excelsa de jugador de mus que tenía Adolfo Suárez. No es un hecho frívolo o baladí. Ser jugador de mus imprime carácter, es una estrategia y una filosofía de la vida. De ahí la ventaja de Suárez sobre los demás líderes del franquismo residual y, acaso, el fundamento de la célebre frase de Alfonso Guerra: “Suárez es un tahúr del Misisipi”. En Transición hay una escena clave entre el expresidente y Carrillo. Dice éste: “No habrá auténtico cambio sin la aceptación del PCE en el juego”. Y luego, ante las condiciones irrevocables de Suárez, Carrillo se sentencia a sí mismo: “Me van a crucificar”. Y Suárez confirma: “Usted crucificado y yo fusilado, buen final del franquismo”.

Transición es una ficción situada en un hospital: un paciente llamado Adolfo es ingresado en una clínica y rememora, o inventa, su vida, su participación en la historia de España después de la dictadura. Recrea los principales episodios de la Transición y su repercusión en la política actual. Lo cierto es que, desde las terribles sombras del abismo de su desmemoria, el recuerdo del Adolfo Suárez real, ajeno ya a los cuidados y pesadumbres de este mundo, se agiganta.

Santiago Sánchez y Carlos Martín -expertos en la superposición de tiempos, en el manejo de espacios y en el juego entre realidad y ficción- más su gente de L’Om Imprebís, Teatro Meridional y Teatro del Temple llegan a Madrid con un texto que se desarrolla entre platós de televisión y un geriátrico. Memoria y desmemoria. Humor, sátira y reflexión. Treinta años hace del tejerazo y aún resuenan en el Congreso las voces de mando de Gutiérrez Mellado y Suárez tratando de poner firmes al civilón golpista. Pero aún resuena con más fuerza el argumento por el que Suárez había renunciado a la presidencia: “No quiero que la democracia sea otro paréntesis más en la historia de España”: más claro, agua.

En Transición asistimos a la presencia de fantasmas, cambios de personajes y de ambiente, realidades y sombras. La Santa Transición (Umbral dixit) es también sombra en la descoyuntada, pobre, perpleja y misérrima España de hoy. Transición es un mundo complejísimo entre los desvaríos de la mente y los fragmentos de realidad que se cuelan entre esos desvaríos: relámpagos en la tormenta. Resulta asombroso que la inteligencia que más tiene que recordar de la reciente historia de España, Adolfo Suárez, se haya quedado en blanco. Peor aún: enmarañada en un laberinto sin salida.

http://www.elcultural.es/version_papel/ESCENARIOS/32467/Transicion_memoria_y_desmemoria