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«La diplomacia mejicana de Lisboa permitió salvar a muchos refugiados españoles»

ABC.es, 04/06/2013 | 10 junio 2013

imagesIgnacio Vázquez Moliní presenta su último libro, «La embajada roja de Lisboa», sobre el papel de la legación mejicana en la capital lusa durante la guerra civil española

 

BELÉN RODRIGO / CORRESPONSAL EN LISBOA

El jurista, historiador, funcionario europeo y escritor español Ignacio Vázquez Moliní ha presentado en la capital lusa su último libro, La embajada roja de Lisboa, premiada por la editorial Onuba, donde cuenta el papel que jugó la legación de México en la Lisboa de 1936 a 1940, durante la guerra española, en su final y en los albores de la Segunda guerra mundial. El acto contó con la presencia del ex presidente de la República lusa, Mario Soares, y con el jurista y político español Raúl Morodo.

Vázquez Moliní es doctorado en Filología Hispánica y miembro del Núcleo de Estudios Ibéricos e Iberoamericanos de la FCSH-UNL. Es fundador del Círculo Cultural Faroni y es especialista en narrativa hiperbreve con publicaciones como Quince líneas (1996) y Galería de hiperbeves (2001). Ha creado el heterónimo Rui Vaz da Cunha (junto con el escritor Jaime Axel-Ruiz) con el que publicaron el libro Lisboa (2008) y Elogio de Bruselas (2012). Ha ganado varios concursos literarios: Adam Smith, de ensayo; Barcelona Pipa Club, de cuento; Amapamu, de narrativa. Es también autor, entre otros, de un irrepetible libro de viajes Periplo alfabético de un fumador de pipa (2000) y de una novela El lector enmudecido (2002). Su nueva obra está a la venta online en las librerias Beta.

¿Cómo surge la idea de este libro?

Fue a raíz de mis estudios. Hace muchos años realicé un doctorado en Filología Hispánica y uno de los temas que me interesaban era la novela de la revolución mejicana. Estudiando este tema tan concreto descubrí que había existido una gran parte de protagonismo durante la Guerra Civil de la embajada de Méjico en Lisboa. El contacto con la actual embajada, que me permitió el acceso a actas y documentos, me dio la pista para comprender dicho papel. La Embajada sustituye al embajador español Claudio Sánchez – Albornoz cuando le expulsan de Lisboa. La República española se queda sin representación diplomática y Méjico asume ese papel, como pasó en otros lugares. Sin apenas medios consiguen ayudar a muchas personas que se refugian.

¿Por qué esa ayuda?

Existía una especie de pacto de caballeros con Salazar, quien realmente había hecho un acuerdo con Franco para entregarle los refugiados. Pero aceptó que los que estaban en Lisboa pudiesen estar bajo la protección de Méjico y gracias a esa ficción lograda por el ministro Daniel Cosío Villegas (quien llevo a muchos intelectuales en el exilio a su país) permitió salvar a mucha gente, sobre todo a republicanos españoles. Había de todo, campesinos, soldados desertores, gente común, maestro, familias enteras.

¿Es un capítulo de la historia poco conocido?

Había pocos datos y se había publicado poco. Por eso consideré muy importante lanzarme a hacer esta ficción, esta novela que llega mejor a la gente que un estudio. Hay que reconocer ese papel de los diplomáticos mejicanos de los años 30 en Lisboa que eran fruto de la revolución mejicana. Con ella se pretendía cambiar completamente a la sociedad integrando a todos los sectores y así transformar el mundo. Lázaro Cárdenas, el presidente de Méjico en aquella época, lo lleva al máximo. Mi personaje protagonista de la obra es un diplomático indio, algo impensable hasta entonces y desarrolla esta labor de apoyo a los españoles. Hay que rendir homenaje y algún día habrá que reconocer esa labor de apoyo.

¿Cómo se estructura el libro?

Me baso en este mismo diplomático (que no existe), Carlos Mendoza, que vuelve a Lisboa en 1974 y se descubre él mismo en el proceso revolucionario de Portugal. Hay una marcha atrás en el tiempo, al año 39, donde surgen todas las historias de espías, de intrigas, de situación de equilibrio internacional muy precario, en el que Salazar estaba temiendo que el General Franco invadiese Portugal y lo ingleses también estaban a punto de declarar la guerra. Se trata de explicar estos movimientos, y también el de alguna mujer fatal que acaba por ser el hilo conductor de mi libro.

Un libro donde también aparecen personajes peculiares

He querido hacer un homenaje a un libro que es mítico para mí, Sostiene Pereira. Uno de mis personajes es un cronista que se llama Pereira. También se podría investigar más sobre la referida mujer, Adelaide. Sobre Salazar hay dos teorías, la que decía que tenía éxito con las mujeres y otra que opinaba todo lo contrario. Mi apuesta es que efectivamente sí le gustaban mucho las mujeres. Otro de los personajes es el Rey Boris de Andorra, que lo fue durante diez días hasta que lo expulsó la Guardia Civil y que Salazar permitió que se refugiase en Portugal. Es un personaje extraordinario que luego desaparece en el horror de los campos de concentración de Europa de los años 40 pero que merecería profundizar más. Lo mismo ocurre con el artista luso Almada Negreiros, con su doble juego de participación con el régimen pero también apostando por las democracias occidentales y por las vanguardias artísticas. Tenemos un príncipe etíope que apareció en la Exposición del mundo portugués que se celebró en 1942. Fue idea de Salazar organizar el evento en plena guerra mundial, por lo que no apareció nadie, a excepción de los diplomáticos que vivían en Lisboa. Al menos sirvió para poner en contacto a mucha gente y a mí lo que me interesa es la relación que se estableció entre los diplomáticos portugueses y Nicolás Santos, el hermano del general Franco, que era embajador de España en Lisboa. También se espió mucho y salieron adelante muchos proyectos como el de ayudar a los republicanos refugiados a huir a los puertos mejicanos.

¿Los espías tienen un gran protagonismo en el libro?

No es una novela de espías y sí de diplomáticos que además están pasando el tiempo de una forma muy divertida y entretenida.

También cuenta como el embajador Sánchez-Albornoz se quedó solo

Salazar al principio no quería expulsar al representante legítimo de la República española por si acaso mal iban mal las cosas y ganaba la República la guerra. Lo que hizo fue ir creando problemas que le hacen la vida imposible a Claudio Sánchez – Albornoz , le cortaban el agua, la luz, el teléfono, le estropeaban el coche. Le retiran el servicio, el cocinero, hasta que se queda solo. Los diplomáticos que se quedan con él poco a poco le fueron abandonando hasta que el expulsan de Lisboa en 1939. Le habían bloqueado las cuentas, no tenía fondos. Hubo una orden muy interesante del presidente de Méjico para que se le diese una cantidad semejante a cien mil pesetas de la época, una verdadera fortuna. El ministro de Méjico le entregó el dinero pero como a los pocos días le expulsaron devolvió el dinero a la delegación mejicana y se utilizó para ayudar a la salida de los refugiados.

¿Esa ayuda tuvo algún precio para España?

Méjico apoyó totalmente de forma altruista a la República española.

¿Es un libro para el público español o portugués?

Es como un guion de una película, pensado en un público muy europeo. La idea es publicarlo en Méjico y estamos en contacto con editoriales portuguesas porque tendría mucho sentido. Lisboa, Cascais, Estoril y alrededores recrean la historia con un papel muy importante dentro de la narrativa.

¿Y el título? ¿Da lugar a equívocos?

Se llama así porque al embajador mejicano, que era ministro, le llamaban siempre Embaixador Vermelho (embajador rojo). Y por eso la Embajada roja, sin hacer referencia a los republicanos españoles.

http://www.abc.es/cultura/libros/20130602/abci-diplomacia-mejicana-lisboa-permitio-201305300957.html