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Monedero: «La Transición fue una mentira de familia que ocultaba un pasado poco heroico»

Público, 30/08/2013 | 31 agosto 2013

1377794912550portadaEl domingo sale a la venta la segunda edición del libro ‘La Transición contada a nuestros padres’

 

El domingo sale a la venta la segunda edición del libro ‘La Transición contada a nuestros padres’, donde el politólogo madrileño amplía sus planteamientos críticos dos años después de que apareciera la primera versión

DANIEL FERNÁNDEZ Madrid

La Transición contada a nuestros padres, del profesor Juan Carlos Monedero, ve nuevamente la luz gracias a la segunda edición que la editorial Catarata pondrá a la venta el próximo domingo, primero de septiembre, dos años después de que apareciera la original.

[Aquí puedes consultar el Primer Capítulo: ‘Mil veces oímos… la Transición contada a nuestros padres’]

La idea de escribir aquel libro publicado en 2011 vino motivada por una charla con Emilio Silva, uno de los fundadores de la Asociación para la Recuperación de la Memoria, en «un encuentro en Valladolid casi el siglo pasado, donde recordamos a los republicanos olvidados». Se trata de una obra que apoya la inconformidad frente a la Transición española, proceso que en su día conformó las bases de la democracia actual. Su subtítulo es ‘Nocturno de la democracia española’ porque «la música de nuestra democracia es un nocturno, ojalá fuera un allegro vivace, ojalá fuera otro tipo de música, pero a día de hoy creo que solamente podemos interpretar su partitura con esos tonos de tristeza», se lamenta el autor en una charla ofrecida para el sindicato CNT.

De los «tonos de tristeza» parte Monedero, lamentando una frase tantas veces utilizada por las generaciones recientes en España: «Abuelo, deje de contar batallas». Esa frase representa para él la quintaesencia del miedo a conocer inoculado en el imaginario colectivo, un miedo que se presenta bajo la inutilidad de reabrir asuntos pasados. Sin embargo, en su opinión este sentimiento tiene como objetivo no destapar los errores ni la responsabilidad de los mismos durante la Transición, pues «en esas batallitas lo que estaba es el ADN de nuestra posibilidad democrática». Según cuenta, la izquierda en España ha tenido terribles dificultades para elaborar un discurso sobre la historia de su país, mientras que a la derecha le ha sobrado iniciativa. El pensamiento crítico parece haber descubierto la invención del sistema democrático español en el período posterior a partir de 1975, dejando la experiencia de la Segunda República en manos de la amnesia voluntaria.

El mito de la Transición, aquel fenómeno «fundador» de la democracia, fue construido en los pasillos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, donde profesores como Ramón Cotarelo o José Álvarez Junco forjaron la leyenda de la ‘Inmaculada Transición’ (expresión tomada del politólogo valenciano José Vidal-Beneyto). No obstante, para Monedero hay una diferencia entre la Transición, escrita con letra capital, que pone de manifiesto la grandilocuencia del mito; y la transición, con minúscula, que pone en el suelo el proceso político que, a su parecer, realmente fue: «una mentira de familia que ocultaba un pasado poco heroico y ayudaba al país a sentirse mejor de lo que era».

La confusión en torno al concepto da una idea de la manipulación a la que están sometidos períodos clave en la historia de un país, algo que la Transición democrática pone en evidencia: «Cuando un país tiene especialistas de fuera que son los que te explican, mal vas; y en España siempre hemos tenido hispanistas», afirma Monedero. Otro ejemplo de este juego terminológico que rescata el profesor es el eslogan ideado por Manuel Fraga Iribarne, entonces ministro de Información y Turismo de la dictadura franquista, quien intentó vender a Europa que «Spain is different» gracias al sol y las playas; cuando en realidad lo que escondía era la realidad de «un país atrasado por culpa de una Iglesia católica, por culpa de una burguesía débil que siempre que tenían problemas con la clase obrera llamaban al Ejército». No obstante, para el politólogo madrileño el mensaje de Fraga esconde una verdad. Lejos de ser el buen tiempo, España se distinguía por algo que ha tratado de ocultarse bajo un manto de olvido mientras en otros lugares se vanagloriaban de ello: el espíritu antifascista.

El autor sostiene que el Estado español es el único del Viejo Continente donde se puede ser demócrata sin necesidad de ser antifascista. De esta forma, mientras en el resto de Europa el germen democrático proviene de la lucha frente al fascismo y el nacionalsocialismo, en España este ADN procede del principal valor sobre el que se ha sustentado el discurso de la Transición: el «‘consenso’ una palabra mágica que contenta a tirios y troyanos (a unos porque no cuestionaba ningún fruto de su victoria; a otros, porque les entregaba una excusa perfecta para explicar por qué eran tan vociferantes y tan poco consecuentes)», afirma Monedero. Basar la restauración de un sistema democrático sobre un concepto tan discutible provocó que el régimen posterior se viera mermado en su lógica funcional: «Los vicios de la Transición son los vicios de la democracia». A su juicio, dichos vicios consisten en «un sistema electoral indigno, una restauración bipartidista, retazos del sainete ibérico, jueces escondiendo residuos franquistas, 300.000 niños robados a sus madres» por citar algunos de los déficits que el profesor identifica.

«Españ es el único país de Europa donde se puede ser demócrata sin necesidad de ser antifascista» ¿De dónde proceden semejantes errores? La obra recupera una frase del escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán (y revisada posteriormente por el profesor Ramón Cotarelo) que ofrece una pista: «La Transición es el cruce de dos impotencias». En primer lugar, «de la impotencia de los del búnker que querían que no cambiara nada» y, en segundo, «la impotencia de los que querían la ruptura, que tampoco tuvieron la fuerza suficiente como para lograrlo». Tal circunstancia se debe a que la Transición es un fenómeno enmarcado en plena Guerra Fría, lo cual determinó el proceso transicional debido que los postulados alcanzados en los acuerdos de Yalta y Postdam seguían imperando, explica el autor, incluyendo uno tácito que imposibilitaba la entrada de comunistas en el poder, lo cual rebajó considerablemente la oposición radical que presumiblemente hubiera ofrecido el Partido Comunista Español de no haber sido superado por el PSOE.

Sin embargo, Monedero no considera «que la Transición pudiera haber sido radicalmente diferente a como fue, lo que sí que es cierto es que podíamos haber participado de alguna manera para que la conciencia antifascista hubiera estado presente y en la reconstrucción de nuestra democracia hubiera habido más conciencia ciudadana. Y eso es lo que nos fue negado.» Con la negación concluye Monedero, personificada en Sabino Fernández-Campo, antiguo jefe de la Casa Real. Según el politólogo, Fernández-Campo «logró que la prudencia fuera una vez más presentada como la principal virtud de la democracia entendida como amabilidad, pero también como información limitada» Limitado, como el discurso que vendieron.

«Rajoy es un Presidente muy acorde con la Transición, igual que Rubalcaba es un adecuado jefe de la oposición» La segunda edición profundiza y amplía estas premisas insistiendo en que «la Transición ha sido una enemiga de la historia y una mentirosa que seleccionó qué teníamos que recordar y qué no», según su autor. Goza además de mayor perspectiva, ya que la versión original apareció una semana antes de la explosión del 15M intuyendo la quiebra del régimen de 1978, lo que permite a esta segunda reconstruir el proceso desde entonces explicando «por qué Rajoy es un Presidente muy acorde con la Transición, igual que Rubalcaba es un adecuado jefe de la oposición». La mayor panorámica histórica ha permitido a Monedero profundizar en las cuestiones económicas que determinaron el proceso, además de comparar las movilizaciones sociales que entonces practicó la izquierda con algunos acontecimientos de la Primavera Árabe: «si la gente sale de la plaza, regresan los de siempre», explica.

De esta forma es cómo Juan Carlos Monedero consigue legar un testimonio valioso que remueve la ortodoxia de la Transición, digno de ser leído por todo aquel que busque una idea global del proceso, y no una idea condescendiente.

http://www.publico.es/culturas/465221/monedero-la-transicion-fue-una-mentira-de-familia-que-ocultaba-un-pasado-poco-heroico