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Memoria de la guerrilla comunista en Asturias

La Nueva España, 08.10.2013 | 10 octubre 2013

gerardoGerardo Iglesias, un historiador de la resistencia al franquismo

 

 

Julio Antonio Vaquero iglesias El franquismo, como toda dictadura, deformó e impuso una versión oficial de la historia en la que aquellos que se negaron a aceptar la derrota en la guerra civil y continuaron luchando contra el fascismo en los montes, los «fugaos», eran presentados como un hatajo de facinerosos, bandoleros y criminales. A su vez, la Transición pactada y sin ruptura democrática implementó una calculada y meliflua política de la memoria que no ha permitido reconocer como es debido el valor y el sacrificio de aquellos que, como los guerrilleros, en el contexto de una represión brutal contra ellos y sus familias, se enfrentaron y resistieron al franquismo. La consecuencia de todo ello es que todavía hoy, en el caso de la guerrilla (como en el de otros luchadores republicanos antifranquistas), y a pesar de los numerosos trabajos históricos publicados desmontando la deformada imagen que sobre ellos el franquismo había difundido, ni ha habido un reconocimiento por parte de los gobiernos de la democracia de su importante papel en la lucha contra la dictadura ni el menor atisbo de un intento oficial de difusión de las aportaciones de los historiadores para poner fin a la distorsionada imagen que se dio sobre su lucha.

Es en ese contexto es en el que hay que situar este libro de Gerardo Iglesias: Por qué estorba la memoria. Represión y guerrilla en Asturias, 1937-1952. Su objetivo es «honrar la memoria y poner en el lugar que les corresponde a unas personas que derrocharon generosidad y coraje; que sufrieron hasta límites inimaginables en sus largos años de vida en el monte y finalmente cayeron batiéndose hasta el último minuto como indoblegables soldados de la libertad» (pág. 18). Y lo cierto es que no le faltan avales al autor, además del más importante, que es la justicia de su pretensión, para llevar a cabo este empeño. Pues, como es bien sabido, Iglesias no sólo tiene una destacada trayectoria de luchador antifranquista como dirigente de CC OO, Partido Comunista e Izquierda Unida, sino que, nacido en la Cerezal (Mieres), en el seno de una familia participante en esa lucha guerrillera, la vivió y padeció en su infancia,

Este libro, pues, no es un libro de historia en sentido estricto, sino una obra de «memoria histórica». No se trata de contar en él la historia de la guerrilla comunista en Asturias, sino de presentar las semblanzas de veintidós guerrilleros comunistas asturianos y sus familias (entre ellos algunos de sus más destacados dirigentes como Baldomero Fernández Ladreda (Ferla), Constantino Zapico González (Bójer), Manuel Díaz González (Caxigal), Luis Montero Álvarez (Sabugo), Jacinto Suárez Alonso (Quirós), Eusebio Moreno Planisolis (Antonio el Maqui). En tales semblanzas se relata no sólo su peripecia guerrillera, sino que también se reconstruyen sus orígenes familiares y se describe la dureza de la represión a que fueron sometidas sus familias, el medio social del que surgieron y en el que se desenvolvieron, los pueblos y aldeas donde nacieron y lucharon, utilizando para ello tanto los testimonios de sus familiares y conocidos vivos como, en algunos casos, los suyos propios, depositados en el archivo del PCE.

Estamos, pues, ante una obra de «memoria histórica» de las que Tzvetan Todorov califica de «memoria ejemplar», en la que no sólo se trata de restablecer la dignidad de las víctimas y honrar su memoria pública ocultada y mancillada, sino también difundir en el presente los valores del antifascismo que defendieron aquellos guerrilleros con el sacrificio de sus vidas, aun reconociendo, como hace el autor, las violencias y desmanes que también cometieron en la lucha a muerte que sostuvieron con las fuerzas policiales y represivas del franquismo. Esa perspectiva es la que hace pertinente el epílogo que incluye el libro, en el que Iglesias realiza un análisis profundamente crítico y excelentemente fundamentado de las injustas, por encubridoras y equidistantes, políticas de memoria que en relación con la guerra civil y la dictadura se han seguido en la etapa democrática y han culminado con ese vigente engendro de ley de la Memoria Histórica, como se la conoce, que ni denuncia la dictadura franquista ni posibilita la satisfacción de las justas demandas de los represaliados del franquismo como la más elemental de establecer un apoyo estatal decidido para que las familias puedan recuperar de las cunetas los cadáveres de sus víctimas.

Pero el que éste sea un libro enfocado hacia la «memoria histórica» no quiere decir que no sea también, en cierta medida, un libro de historia. En primer lugar, porque su contenido, por la riqueza de informaciones que nos proporciona, es un excelente yacimiento de datos para los historiadores profesionales; pero también porque la latente voluntad que recorre todas sus páginas de saber la verdad de lo que fue la lucha de la guerrilla comunista y el porqué de su trágico final, lleva a su autor a realizar un profundo y crítico análisis de su proceso organizativo, sus principales episodios y las causas de su trágico final. Análisis que nos va presentando al socaire de las semblanzas de los guerrilleros que trata y en el excelente y fundamentado apunte que recoge en su introducción.

En esa reconstrucción, Iglesias insiste mucho en un factor interno que considera una de las causas principales del trágico final de la guerrilla comunista: la política errática, surgida del desconocimiento de la realidad guerrillera asturiana, y de la actitud estalinista que mantuvo la dirección del partido desde Francia y supuso el divorcio entre los guerrilleros «autóctonos» y los «franceses», como se denominaba a los enviados desde Francia por la dirección del partido. No sólo esa actitud fue la causa de la caída y la expulsión del partido del que fue uno de los principales dirigentes y organizadores de la guerrilla y del partido, Bartolomé Fernández Ladreda, sino que, a partir de 1948, la brecha entre los «autóctonos» y los «franceses» se agrandó cuando la dirección exterior, al implantar el llamado «cambio de táctica» que suponía el abandono de la lucha armada, pretendió contradictoriamente la continuidad de la Agrupación Guerrillera, negándose a la salida de sus miembros hacia Francia, medida que sólo por disciplina aceptaron unos pocos. Comenzó así el principio del fin de la guerrilla comunista cuyos miembros activos, divididos y aislados, fueron cayendo, uno a uno, ante el acoso de las fuerzas represivas hasta que en 1952 se quita la vida, en medio del asedio de su casa por la Guardia Civil, Ramón González González, el último guerrillero asturiano. En fin, un libro que contribuye, sin duda, a una causa justa: reparar la memoria de aquellos que constituyeron la primera oposición al franquismo y dieron su vida por ello. Pero, además, un libro que nos proporciona una notable aportación al conocimiento histórico de su lucha.

http://www.lne.es/cultura/2013/10/07/memoria-guerrilla-comunista-asturias/1480035.html