El CSIC querÃa una «ciencia católica»
Muchos investigadores aún hoy sostienen que la filosofÃa que escondÃan estas palabras fue la responsable del actual retraso cientÃfico de España
Lo aseguró el primer presidente de la institución al acabar la Guerra Civil, en un discurso al que muchos investigadores hacen responsable del actual retraso cientÃfico en España
ISRAEL VIANA ISRA_VIANA / MADRID «Nuestra ciencia actual, en conexión con la que en los siglos pasados nos definió como nación  y como imperio, quiere ser ante todo católica». La consigna estaba clara y asà la transmitió a la prensa el primer presidente del Consejo Superior de Investigaciones CientÃficas (CSIC), José Ibáñez MartÃn, en un discurso pronunciado nada más fundarse la institución en 1939, cuyo vicepresidente fue fray José López Ortiz, posterior obispo de Tuy, y el secretario general José MarÃa Alabareda Herrera, miembro del Opus Dei.
En aquel discurso, el también ministro de Educación aseguraba que era hora de liquidar «todas las herejÃas cientÃficas que secaron y agostaron los cauces de nuestra genialidad nacional y nos sumieron en la atonÃa y la decadencia». Y muchos investigadores aún hoy sostienen que la filosofÃa que escondÃan estas palabras fue la responsable del actual retraso cientÃfico de España.
No hay que olvidar que el espÃritu con el que Franco creó el CSIC le llevó a suprimir la prestigiosa Junta de Ampliación de Estudios (JAE), una institución presidida por Ramón y Cajal, que habÃa estado vigente entre 1907 y 1939. Con ella se vivió la que han calificado como la «edad de plata» de la ciencia española, cuyas relaizaciones habÃan colocados al paÃs en el camino que conducÃa hacÃa la Europa moderna. En la inauguración de la JAE, el ministro de educación, Amalio Gimeno, hablaba, al contrario que Ibáñez, de la «gloriosa tradición cientÃfica de moros y judÃos» que habÃa que heredar.
La ciencia, al dictado de la religión
Los primeros responsables del CSIC culparon a la JAE de no dejar que la ciencia se plegara a los dictados de la polÃtica y la religión, además de fomentar la movilidad de sus investigadores a otros centros de Europa. Como venganza, el ministro de Educación de Franco convirtió la sala de reuniones de esta junta cientÃfica en una iglesia.
El nuevo régimen veÃa a esta institución, al ideario que la inspiró y a sus miembros como enemigos. Muchos investigadores de la talla de Blas Cabrera, Miguel Catalán, Rey Pastor o Echegaray tuvieron que exiliarse tras la guerra. Y el proceso depurador en la Universidad de Madrid fue especialmente intenso.
Las palabras pronunciadas por Ibañez en la inauguración del curso universitario de 1940 son muy representativas al respecto: «TenÃamos que desmontar todo el tinglado de una falsa cultura que deformó el espÃritu nacional con la división y la discordia y desraizarlo de la vida espiritual del paÃs».
Más de 70 años después de aquello, lejos quedan los «altÃsimos propósitos» anunciados por éste, tras la guerra, de «renovar nuestra tradición cultural y restaurar la clásica y cristiana unidad de las ciencias». Hoy, el CSIC es considerado el primer centro cientÃfico de España y el tercero de Europa.
http://www.abc.es/archivo/20131121/abci-csic-origenes-ciencia-201311200907.html