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Proceso 1001 contra Comisiones Obreras: ¿Quién juzgó a quién?

| 5 enero 2014

01018_0000004425_1_Portada1001portada210José Babiano (coord.)

 

 

 

390 páginas       17 x 24 cms. 18,00 euros. Fundación 1º de Mayo

Extracto del prólogo de Ignacio Fernández Toxo, secretario general de la CS de CCOO

El presente libro forma parte de las iniciativas que desde CCOO se han puesto en marcha para celebrar el cuarenta aniversario del Proceso 1001, aquel que se abrió con la detención de la coordinadora nacional de nuestro sindicato cuando éste estaba en proceso de conformación en plena dictadura.

El Proceso 1001 es el pasado de CCOO, pero es también el presente y debe ser, en mi opinión, parte del futuro.

Es parte del pasado, de la historia, de la que nos reivindicamos y nos sentimos orgullosos. En efecto, las Comisiones Obreras fueron el eje del antifranquismo a lo largo de los años sesenta y hasta el final de la dictadura. Esta distinción la pagaron sus militantes con la muerte –como en Granada en 1970, en Madrid al año siguiente o en Ferrol en 1972-, las torturas y los malos tratos en comisarías y cuartelillos, los despidos y las listas negras y, por supuesto, la cárcel.

La mayoría de las cerca de 9.000 personas procesadas por el Tribunal de Orden Público (TOP) eran trabajadores y trabajadoras y algo más de la mitad de ellos, jóvenes entre 16 y 30 años. En su gran mayoría pertenecían a las Comisiones Obreras. La dictadura, llevó adelante muchos procesos contra las Comisiones, pero fue el Proceso 1001 el que más relieve alcanzó. Y ello por dos razones. En primer lugar, por las abultadas condenas que dictó el tribunal. En segundo lugar, por el impacto de la campaña de solidaridad con los diez detenidos.

La campaña de solidaridad, que atravesó ampliamente nuestras fronteras, encontrando eco en América, Australia y, naturalmente, en Europa, hizo que el 1001 se volviese contra la dictadura. El franquismo, efectivamente, pretendió un castigo ejemplar para el movimiento de las Comisiones Obreras y los trabajadores y trabajadoras en general, a través de unas penas de cárcel monstruosas contra diez de sus dirigentes. Pero sucedió que de lo que se les acusaba, que era de ejercer los derechos de sindicación y reunión, constituía derechos básicos en los países democráticos del entorno. Resultó muy sencillo atraer la simpatía y la solidaridad de sectores muy diversos de la opinión pública y las instituciones internacionales, que veían cómo en España se vulneraban derechos fundamentales de las personas. De ese modo el proceso contra las Comisiones pasó a ser un proceso contra una dictadura que no por decrépita dejó de ahondar en su brutalidad represiva.

El proceso 1001 es parte del presente porque muchos años después sigue siendo un hito fundamental de la trayectoria de Comisiones Obreras y también de la historia por recuperar la democracia en España. Rememorar su 40 aniversario significa reivindicarnos como constructores de la libertad en nuestro país. De los derechos colectivos de los trabajadores –sindicación, huelga negociación colectiva- y también de los derechos de ciudadanía civil y política que en su día recogió la Constitución de 1978. El Proceso 1001 coloca al sindicato en los orígenes de la democracia en España y, en consecuencia, se sitúa en una narración alternativa a ese discurso que señala a 1978 como año cero, como si el surgimiento de las libertades democráticas careciese de pasado y de raíces. Del mismo modo, otorga al trabajo el papel que le corresponde en la historia, que es como decir el papel que le corresponde en la sociedad.

Esta dimensión cobra mayor importancia en unos momentos en que se impone un revisionismo histórico que no solo niega nuestra contribución a la construcción de un país democrático sino que se empeña en cuestionar el papel mismo de los sindicatos en la sociedad.

Se ha dicho muchas veces en estos años de profunda crisis, los sindicatos somos el último muro de contención ante las políticas neoliberales imperantes para enfrentar la crisis y hemos sido declarados por los poderes económicos, políticos y mediáticos de la derecha más retrógrada como los enemigos a batir para lo que no han dudado en urdir una sañuda campaña de desprestigio y sobre ella introducir cambios normativos para limitar la fuerza de los trabajadores y trabajadoras organizados. Celebrar el 40 aniversario del 1001 ahora es reivindicar, por tanto, el pasado. Pero también reivindicarnos hoy, por lo que aportamos a la causa de los trabajadores y trabajadoras y de una sociedad democrática en el pasado. Pero también por lo que Comisiones Obreras supone hoy como garante de derechos laborales, sociales y políticos.

Queremos que esta celebración no se quede en una mera rememoración nostálgica. Como decía el poeta “venimos de lejos y vamos más lejos todavía”.

Recuperar lo mejor de aquella época y de las gentes que la protagonizaron es dotarnos del bagaje necesario para caracterizar las CCOO que queremos en el futuro. No de otra manera se construyen los proyectos colectivos.

Es indiscutible que el sindicato debe actualizar su discurso y su modelo organizativo a las nuevas y cambiantes realidades del tejido productivo y empresarial en el que debemos actuar hoy, claramente diferenciadas respecto a las que se daban hace cuarenta años. Pero no es menos cierto que los cambios que introduzcamos deben permitirnos seguir siendo reconocibles. Reconocibles por nuestra causa general, los derechos sociales y democráticos, la justicia social en definitiva. Y reconocibles por la actitud entregada y honesta de nuestros militantes y dirigentes, por ser una referencia ética entre los trabajadores y trabajadoras y la sociedad.

Valores y actitudes puestos en cuestión por la ideología dominante y que para el sindicato son tan importantes hoy como lo fueron ayer.

El 1001 al formar parte del pasado es parte integrante de nuestra identidad y es uno de los mejores legados que se pueden dejar a las nuevas generaciones de sindicalistas que tendrán que construir las CCOO del futuro.

 

INDICE

Ignacio Fernández Toxo: Prólogo.

Rodolfo Benito: Presentación.

José Babiano: Cuarenta años después. A modo de introducción.

PRIMERA PARTE: ESTUDIOS

Francisco Erice: La Coordinadora General que no pudo ser.

Juan José del Águila: Un juicio más político que jurídico.

Laura Rozalén: La campaña de solidaridad: sus protagonistas, su dimensión y repercusiones.

María del Carmen Muñoz: Las mujeres del 1001: la lucha antifranquista en la frontera entre lo privado y lo público.

SEGUNDA PARTE. TESTIMONIOS

Nicolás Sartorius: El 1001: un documento para el debate.

Miguel Ángel Zamora Antón: Algunas reflexiones sobre el Sumario 1001/72.

Eduardo Saborido: 40 aniversario del Proceso 1001.

Francisco Acosta: Preso político en Carabanchel: recuerdos.

Fernando Soto: Submundo carcelario.

Pedro Santiesteban: El Proceso 1001, cuarenta años después.

Jaime Sartorius, Cristina Almeida, Paquita Sauquillo y Enrique Barón [Los abogados del 1001].

TERCERA PARTE: DOCUMENTOS

Anexo Documental, selección a cargo de José Antonio de Mingo y María del Carmen Muñoz.