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Adolfo Suárez, demócrata o franquista

Agencia Febus, 28-03-2014 | 30 marzo 2014

rosc3b3n-iiLa tan modélica transición no lo fue tanto. Y explicaremos por qué

 

 

Ha fallecido Adolfo Suárez, para muchos el gran valedor de la democracia, hombre clave en la «modélica transición. Pero ¿fue realmente un demócrata? ¿fue la transición un periodo realmente justo y democrático?

La tan modélica transición no lo fue tanto. Y explicaremos por qué.

La famosa transición la hicieron los franquistas que, por arte de magia, cambiaron la camisa azul por el traje de pana -u otros similares-. Y no se negoció nada. Se impuso, es decir, los franquistas impusieron todo, como ocurrió, desde el 1º de abril de 1939.

Impusieron la bandera, con los mismos colores que la franquista, por eso a muchos no les representa, se creyeron que cambiando el aguilucho por un escudo todos tragarían.

Impusieron una amnistía de los presos políticos pero sin culpabilizar, ni juzgar a quiénes les metieron en la cárcel, mediante la celebración de juicios sumarísimos ilegales, que eran una pantomina para exterminar a los que pensaban diferente.

Impusieron una impunidad del franquismo, es decir, de todos los franquistas y cómplices. Un régimen que, desde el final de la guerra civil, asesinó entre 100.000 y 150.000 inocentes, en su inmensa mayoría, por pensaban diferente. Esta enorme cifra no se puede todavía precisar, con exactitud, pues todavía siguen muchos cadáveres perdidos por toda la geografía española, en fosas comunes. Algunos investigadores e historiadores de prestigio, indican que la misma puede aumentar según se vayan conociendo más datos. Y esa enorme cifra demuestra que el durante el famoso periodo de paz, se produjo un Holocausto. Un Holocausto en una España con medios rudimentarios para el exterminio, no quiero pensar las cifras que se estarían manejando  si hubieran tenido a su disposición sistemas de exterminio más sofisticados, en los más de 100 campos de concentración que mandó montar Franco después del 1º de abril de 1939.

Dicen que era una transición democrática, pero lo cierto es que una democracia real condenaría esos crímenes y juzgaría a sus ejecutores y cómplices como pasó en Alemania, por poner un ejemplo cercano y similar. Impusieron muchos falsos movimientos para maquillar la situación, legalizando partidos políticos, sindicatos y otras organizaciones de izquierda, mientras seguían torturando, encarcelando e incluso matando a personas por pensar diferente, como, por ejemplo, Gladys del Estal*, asesinada en 1979 por un guardia civil en una manifestación, José Luis Montanés Gil*, Emilio Martínez Menéndez*, acribillados a tiros, en otra manifestación, por agentes de policía. No se condenó a nadie por ello.

Por eso después de la famosa matanza de Atocha, hecho ocurrido, en Madrid, en 1977, donde unos ultraderechistas, alguno de ellos vinculado a la Falange, asesinaron a unos abogados del partido comunista, provocando una gran repercusión mediática, el gobierno de Suárez no tuvo más remedio que encarcelar y condenar a los autores, eso sí, sin cumplir la totalidad de sus penas.

Impusieron la continuidad del rey, impuesto por Franco, después de jurar los principios del Movimiento.

Impusieron la tergiversación de la historia, omitiendo de un plumazo las atrocidades cometidas por el franquismo, a partir del 1º de abril de 1939, intentando sesgar parte de la historiografía del régimen opresor, cruel, asesino y fascista.

Y no viene de más recordar que Adolfo Suárez, entró, en Falange, en 1958, llegando a ser Jefe provincial de Ávila, vicesecretario general y secretario general del Movimiento. Es evidente que para ser Jefe de Falange había que hacer méritos, y no hace falta explicar cuáles eran esos méritos. Sí diremos que durante esos años, entre 1958 y 1975, murieron muchos hombres, inocentes, desarmados, por pensar diferente, entre ellos, Miquel Salegui*, asesinado a balazos, en 1974, en su barrio, por la Guardia Civil, Víctor Manuel Pérez Elexpe, asesinado a quemarropa por un policía mientras repartía octavillas a favor del derecho de huelga de los mineros, Julián Grimau, Francisco Granados*, Joaquín Delgado* o Salvador Puig Antich.

Impusieron en la cúpula de los gobiernos de la transición, y en otros cargos de responsabilidad, a franquistas y/o falangistas como, por ejemplo, Rodolfo Martín Villa o Gutierrez Mellado.

Impusieron la mayor mentira de nuestra historia reciente, haciendo creer que ellos, los hombres de la transición, en su gran mayoría franquistas y falangistas, fueron los grandes valedores de la democracia española.

Y no, no es así, los grandes valedores de la democracia son aquellos que se dejaron la piel, incluso con su vida, por recuperar la libertad en el franquismo, formando parte, en su mayoría, del aparto clandestino del partido comunista y otras organizaciones de izquierda. Los grandes valedores de la democracia son los que lucharon en la guerra civil por la legalidad vigente. Los grandes valedores de la democracia son aquellos que continúan, hoy, en las cunetas, caídos por defender la verdadera democracia, y, hoy, olvidados por el resto de una sociedad que prefiere creer que Suárez fue el gran valedor de la democracia española.

Impusieron muchas más cosas. Y un humilde servidor se pregunta: ¿permitiría una democracia real todas esas imposiciones, injusticias y asesinatos? La respuesta es sencilla: ¡No!

Para terminar me quedo con las palabras de Navanethem Pillay*, de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos, que alegó que habría que derogar la ley de Amnistía de 1977 por incumplimiento de las normas internacionales sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad. A ver si tomamos nota.

A. Febus

*Datos proporcionados por Rafael Narbona en su artículo: «Adolfo Suárez y la sombra alargada del franquismo».

PUBLICADO POR CHEMA MENÉNDEZ (A. FEBUS)

http://agenciafebus.blogspot.com.es/2014/03/adolfo-suarez-democrata-o-franquista.html