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Campanades (a morts) contra el olvido

Esther Gassol Ventura. Anatomía de la Historia, 2 dic, 2013 | 3 marzo 2014

0230Lluís Llach compuso una de sus canciones más emblemáticas en homenaje a los que les fue arrebatada vilmente la vida

 

El día 3 de marzo de 1976, unos hombres fueron asesinados por la policía en la iglesia de San Francisco de Asís, de Vitoria, en lo que ha pasado a la historia como uno de los mayores actos represivos acaecidos durante la Transición española. Quizás el acto represivo por excelencia.

Horas después de los hechos y sumido en la rabia y el horror que esto le causaba, Lluís Llach compuso una de sus canciones más emblemáticas, Campanades a morts, en homenaje a los que les fue arrebatada vilmente la vida.

Difícil y dolorosa, la canción es un réquiem que además quiere ser un grito que estremece y que quiere alzarse para que lo que narra no quede en el olvido. Un canto contra la injusticia y la violencia incomprensible, un hermoso y desgarrador documento sonoro que consigue activar los resortes emocionales y que ya forma parte del patrimonio musical colectivo.

Ese marzo de 1976, Vitoria ya llevaba dos meses de huelgas por las reclamaciones de los trabajadores en contra del decreto de topes salariales y en defensa de mejores condiciones de trabajo. Se habían convocado dos huelgas generales y, en la tercera, convocada el día 3 y seguida masivamente, se les unieron agricultores junto a estudiantes y representantes del comercio. La patronal había prohibido las reuniones en los centros de trabajo pero los manifestantes encontraron el apoyo de los párrocos que les abrieron las iglesias para que pudieran celebrar allí sus asambleas.

En la mañana del 3 de marzo la policía ya había realizado algunos actos de represión contra algunos obreros, causando los primeros heridos por bala. Por la tarde estaba convocada una asamblea general informativa en la iglesia de San Francisco de Asís, que era el lugar donde se acostumbraban a realizar las reuniones de las Comisiones Representativas.

Mientras el templo estaba abarrotado, por unas cinco mil personas y un número similar en el exterior que no pudo acceder al recinto, fue acordonado por los efectivos policiales quienes conminaron al desalojo inmediato. El párroco intentó entablar un diálogo con ellos recordándoles que los centros religiosos estaban protegidos por el Concordato, que impedía que se pudiera acceder a su interior para detener a quien en él estuviera, salvo en casos de urgente necesidad.

La policía hizo caso omiso a las palabras del sacerdote y, minutos después, lanzaba gases lacrimógenos dentro del recinto cerrado por las ventanas, causando la confusión, el pánico y que las personas salieran apresuradamente. A medida que se iba abandonando el templo, los huidos eran apaleados por los flancos y disparados con metralletas y pistolas.

Fueron cinco los fallecidos en total, Pedro María Martínez, Francisco Aznar, Romualdo Barroso, José Garcia Castillo y Bienvenido Pereda, y los heridos se contaron por decenas.

Los principales responsables políticos, Manuel Fraga Iribarne, entonces ministro de la Gobernación, Rodolfo Martín Villa, ministro de Relaciones Sindicales y el general Campano, director de la Guardia Civil, intentaron reducir el impacto causado por los hechos en la opinión pública visitando a los heridos pero sin asumir ningún tipo de responsabilidad ni condenar la matanza.

Se abrieron diligencias previas pero los sumarios abiertos fueron peregrinando por diversos juzgados y tribunales para acabar finalmente en la jurisdicción militar, la cual, se limitó a reconocer los hechos considerándolos constitutivos de delitos por homicidio pero dictando auto de sobreseimiento por entender que no había motivos suficientes para acusar de ellos a personas determinadas.

No obstante, esto no privó que a instancias de Fraga fueran acusados de instigación los representantes de las llamadas Comisiones Representativas, que cumplieron un año de cárcel por sedición. Décadas más tarde, en 2006, las víctimas recibieron el reconocimiento público por parte del Gobierno Vasco pero los crímenes siguen sin haberse resuelto.

Este video de TVE es una crónica de los hechos y en él se recogen imágenes así como el sonido de algunas de las conversaciones que sostuvieron los policías entre sí.

La canción de Llach ocupa toda la cara A del disco Campanades a morts de 1977. En la cara B encontramos A la taberna del mar, Laura, Vinyes verdes vora el mar y Cançó d’amor.

Aquí tenemos al cantautor catalán interpretándola en el 30 aniversario de la masacre, en Vitoria.

http://www.youtube.com/watch?v=Dz5cVlXcgYc

http://anatomiadelahistoria.com/2013/12/campanades-a-morts-contra-el-olvido/