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Derecha bolchevique

Mercedes de Pablos. Andaluces, | 14 abril 2014

_PrAndalucesSolemos escoger como modelos vitales los que nos marca el poder, en todos los sentidos

 

14 ABR 2014

Hay tan buenos historiadores en Andalucía que alguna de ellos, con varios años de contrastada investigación a su espalda, ha tenido que aceptar una beca como archivera en Salamanca a setecientos euros el mes y compitiendo con varios miles de colegas con CV igual de brillantes. Tenemos una de las mejores camadas de licenciados que, como en el chiste, parecen estar abocados a coincidir con sus homólogos europeos en la barra de un bar, los nuestros del lado del barman.

Pero mientras deciden su futuro, o aceptan la decisión que mediante recortes otros han tomado por ellos, lo cierto es que podemos disfrutar de una extensa e intensa literatura científica también en la rama de la historia, también en la historia reciente, esa que nos afecta directamente a todos. Y que resulta fundamental para entender el tiempo presente aunque, a decir de otros expertos de la historia, la contemporánea sea una suerte de periodismo. Bromas de sabios. Pero lo cierto es que si la actualidad merece una mínima retrospectiva siempre, algunas partes esenciales de esa actualidad requieren un retrovisor: no sabemos quiénes somos si ignoramos de dónde venimos, y cómo hemos llegado hasta aquí. Por ejemplo la naturaleza de la clase dirigente española y hasta el círculo cerrado de la andaluza, su comportamiento, su genealogía y hasta sus endogamias, aspiraciones e influencias. Solemos escoger como modelos vitales los que nos marca el poder, en todos los sentidos, e identificar con la calidad de vida aquello que se nos ha presentado como bueno y que parecía reservado a unos pocos.

Venga a cuento tal introducción porque la magnífica biografía que el joven sevillano Alejandro Sánchez Moreno ha hecho sobre el dirigente comunista Pepe Díaz ayuda a entender, por ejemplo, cierta euforia con, ciertos también, indicadores económicos. Es un trabajo escrupuloso, metódico, desapasionado, en el sentido del sentimentalismo, y apasionante en el relato exacto del hombre y, muy especialmente, de sus circunstancias. Sin un ribete de hagiografía el autor se sirve del lector como acompañante de una búsqueda, la de la vida y la persona de Díaz, y le hace compartir certezas, dudas y lagunas. De la misma manera que en la historia de Bill Aalto (no se pierdan la reseña de Avendaño en este diario) Martínez Reverte explica al héroe y perdedor en el contexto de la Internacional Comunista y la guerra de España, Sánchez Moreno sitúa al secretario general del PC en las claves históricas y sociales que marcaron la vida de este panadero de Sevilla.

Y en ese fondo minuciosamente descrito aparece inevitablemente el contexto económico y social de una Andalucía de clase obrera empobrecida y embrutecida (si se me permite la atroz expresión) y una clase dirigente intransigente en sus privilegios, rácana con su riqueza y brutal. Es el universo en el que la doctrina de la Internacional Comunista “clase contra clase” encontró terreno adobado para hacer soñar a los desposeídos con una revolución a la soviética y un Estado sin clases y sin castas. Solamente después de una rectificación táctica del Politburó pudieron los comunistas españoles crecer mediante alianzas y prepararse para la unidad que hubo de llevarles al Frente Popular. La doctrina del enfrentamiento de clase, sin aspiraciones que llamaron pequeñoburguesas ni alianzas con los demócratas, republicanos o los socialistas considerados blandos, confinó al PC a categoría de grupúsculo pero además retrasó ( al menos durante un tiempo precioso) la concienciación de las llamadas clases medias y la incorporación en la lucha por la democracia y la igualdad de amplios sectores de profesionales liberales y gentes de la cultura, de sombrero que no de gorra, de cuellos almidonado que no de mono obrero.

¡¡Y se parece tanto a esta proletarización del capitalismo que resulta renacer cual Ave Fénix de las cenizas del crack financiero!! La política de clase contra clase es la misma que recuerda que si quieres una sanidad cara has de pagarla doblemente, que si exiges calidad en la educación que no sea con salarios públicos y dignos ni inversiones públicas y suficientes, que si quieres seguridad, pensiones, cultura, ráscate el bolsillo mientras te resignas a salarios movibles y menguados. Parece que el sueño de Olof Palme nos ha durado poco, que todas estas historias de los derechos y los servicios públicos eran un sueño de Antonio Resines, ya me entienden.

Bolchevizar la política. Clase contra clase. Ni el más zorrocotroco de la Internacional comunista más ortodoxa lo hubiera soñado. ¿Y la democracia? Mejor no mentamos a Kérenski y toquemos madera.

http://www.andalucesdiario.es/patera_rosa/derecha-bolchevique/