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“La monarquía hoy no tiene sentido”

Enriqueta de la Cruz. Cuarto Poder, 14-04-2014 | 21 abril 2014

julio diamanteEntrevista a Julio Diamante, director de cine, luchador antifranquista

 

 

 

– 14 ABRIL, 2014

Enriqueta de la Cruz. Periodista y Escritora

Hablo con Julio Diamante, siempre sereno, firme, amable, interesante. Es un placer, un privilegio. Tiene una manera de relatar que es cinematográfica, artística, y una vida que se presta a ello, porque es intensa y llena de sobresaltos, desde su nacimiento (que se adelantó a causa de un tormentón en Cádiz). Conversamos de cine, arte, flamenco, jazz, sobre actualidad e historia; de esa España “hambrienta de comida, hambrienta de sexo, hambrienta de libertades y hambrienta de todo” que nos dejó el franquismo contra el que él luchó sin tregua (y sigue luchando), en primera línea.

Tiene una mirada lúcida, una experiencia amplia, diría yo que un doctorado o varios sobre estas cosas del pasado reciente que no lo es tanto, pues perviven poderes con mucho poder como la Iglesia católica, apostólica, romana y radical (que estos días se mueve desde todas sus posiciones para seguir mandando en la próxima etapa); y los señores de la guerra (que siguen ahí, autoamnistiados), o la monarquía (que es un cadáver en todas los países que pretendan ser desarrollados, que miran al futuro). Y que aquí es un lastre. “La monarquía hoy no tiene sentido”, afirma.

Nos conocemos y coincidimos Julio y yo en muchos actos, como resistentes a tanta ignominia, como demócratas, como anhelantes de una nueva sociedad justa, mejor. Como librepensadores, y él me cuenta (y yo coincido con su análisis) que: “aparte de la crisis económica, hay una crisis moral en el país y también de funcionamiento muy grande y creo que es debido –dice- en gran parte a que la Transición no se hizo correctamente; se taparon las cosas, se llegó a acuerdos que no eran verdaderamente claros y justos y eso ha quedado ahí colgando y claro, hay una serie de leyes y de cuestiones que no tienen hoy sentido democrático, como es la Ley de la Memoria”. Julio subraya, nos recuerda a todos que “la democracia necesita revisar todas las leyes de la Transición”, aparte de otras cosas (que habrá que revisar).

Sigan leyendo sobre el comportamiento grave que la Iglesia ha tenido en España, sobre todas las luchas de Diamante y su obra; sobre cómo se enfrentó al comisario Conesa y a otros fenómenos de la Brigada Político Social (que parece estar resucitando). Sobre cómo sorteó a los censores. Sobre cómo aprendió tolerancia y pensamiento en las tertulias de Casa Labra con los cerebros que el dictador encarceló (una vez recuperaron éstos su libertad). Sobre juventud, sobre su vida aventurera y la manera de vencer a los facciosos, esto que a todos nos puede servir de maravilla en las nuevas batallas que están, más que anunciadas, ya plenamente en marcha.

Fuiste niño de la guerra y la posguerra, y aunque, como bien dices en el título de una peli tuya, no fuiste a la guerra, en fin, sabes mucho, porque lo viviste de plano. Dinos qué recuerdos tienes.

“Los señores de la guerra se auto amnistiaron; la democracia necesita revisar todas las leyes de la Transición”

Naci en Cádiz el 27 de diciembre de 1930. Tenía que haber nacido en realidad en el 31 pero mi padre, que era ingeniero en el Puerto de Cádiz, tenía la costumbre de salir en una barca a pasear con mi madre y un día les cogió un tormentón de miedo y tras una noche horrible, a la mañana siguiente, felizmente la barca nos arrojó a unos cuantos kilómetros y mi nacimiento se adelantó unos días. Luego le trasladaron a Canales del Lozoya, en Madrid. Tengo cinco años cuando estalla la guerra. Hasta ese momento era un niño muy feliz y la guerra viene a  desbaratar toda nuestra vida familiar. Mi padre se encarga de hacer las fortificaciones en Somosierra para impedir el paso a las tropas que vienen de Mola y demás y luego, dada su experiencia, se le encarga ser responsable de la distribución de aguas en Madrid, que es un problema gordo porque los bombardeos hacen que las averías sean tremendas y pasamos situaciones muy difíciles, por ejemplo, cuando se instalan los facciosos en el Clínico pues va con un obrero para cortarles el agua y a una distancia de tiro de pistola del Clínico, con lo cual se juegan la vida el obrero y él; mi padre no quiere dejar al obrero solo o sea, que se arriesga.

O sea, tu padre era el dique de contención del fascismo y luego fue, según tengo entendido, el pontífice para los demócratas, el constructor de puentes muy importantes. Cuéntanos.

Deciden nombrarle comandante en jefe del tercer batallón de puentes, con eso hace la campaña en Aragón y hace el montaje de los puentes del Ebro. Mi madre y yo nos quedamos solos en Madrid. Para mí, la ausencia de mi padre fue un drama; para mi madre todavía más porque era muy duro. Vivíamos en la calle de Cristóbal Bordiú, cerca de Cuatro Caminos, y el frente estaba en la Ciudad Universitaria, con lo que era estar muy cerca del frente. Mi madre hacía grandes esfuerzos por buscar los alimentos cada día y tenía que cruzar por allí; se levantaba a las cuatro o cuatro y media de la mañana para ir al final de Tetuán para ver lo que podía encontrar cada día, porque allí había unas tiendas de comestibles, y huertas…

Y creían los fascistas que los puentes eran rusos, Julio, pero qué tíos, siempre creen que todos los españoles somos iguales de mediocres que ellos, o como bastantes de ellos. Porque estaban muy bien hechos esos puentes del Ebro, ¿no?

Sí, eran unos puentes que los facciosos decían que estaban tan bien construidos que no podían ser de ingenieros españoles, sino que tenían que ser de franceses o rusos. Y realmente los construyó mi padre, todos. Empezó por Flix, luego Mora la Nova, todos…

Y yo posteriormente después de su muerte publiqué y se publicaron memorias suyas: De Madrid al Ebro, dos ediciones que han despertado bastante interés porque cuando se dice de la batalla del Ebro: “y pasó el Ejercito republicano”, sí pues pasó, pero ¿cómo pasó? Pues fue una hazaña el paso del Ebro porque hay que decir que se hizo sin tener un solo avión republicano que cubriera el cielo y bajo una lluvia espantosa de fuego, de manera que podían hundir los puentes, o sea, era horroroso, por todo lo cual al batallón de mi padre se le concedió una medalla especial del valor, por cómo había sufrido… Y tuve el honor de presidir el acto, cuando se hizo un monumento en Flix.

Pues menos mal que hubo un reconocimiento.

Sí, una experiencia muy bonita y he estado en toda esa zona. Y hay mucha gente que recuerda vivamente todo aquello. Así que soy niño de la guerra y de posguerra, como decías al principio, pues al acabar ésta, tengo ocho años. Y fue una niñez que me afectó mucho emocionalmente porque era el estar visitando en las cárceles a mi padre, al que hicieron prisionero al final de la guerra en Cataluña. De allí le mandaron a un campo de concentración y luego al penal El Coto de Gijón y luego a otros, a Santa Rita… y luego, finalmente a Toledo, a un campo de trabajo allí. Y era visitar a mi abuelo, que también era ingeniero de caminos como mi padre y que pertenecía a Izquierda Republicana y era jefe nacional del circuito de carreteras, un cargo importante en la República y acompañaba al gobierno en todo momento y como salió cuando tenía yo cinco años, pues cuando pude conocerlo fue realmente en las cárceles.

Y ¿cómo los recuerdas?

Me impresionaban. Mi abuelo fue la primera persona que me impresionó en mi vida porque era un hombre mayor y con salud delicada porque le habían tratado muy mal, le habían llevado también a un campo de concentración y hablaba con entereza. Mi padre me impresionaba también, pero menos. Era más joven y además, cuando yo iba él me había preparado allí algún juguete que aprendió a hacer en las cárceles y procuraba estar jovial cuando le visitaba.

Pues esto a mí me recuerda que a ver que la dignidad la llevamos puesta algunas personas, ¿eh? Y que hay que aclararse aquí, por eso… Cuando se dice lo de “las marchas de la dignidad” y tal y cual ¡pero si la dignidad la tenemos! O se dice lo de “la recuperación de la dignidad”, cuando se recuperan los restos de republicanos de alguna fosa. No, mire usted, no, la dignidad está ahí, siempre, no hay que recuperarla. Si el problema es que nos fastidian los terratenientes (hoy reconvertidos en cursis hombres de negocio y finanzas) que no tienen ideologías sino intereses como dice Martín Pallín en tu película La memoria rebelde. Ése es el problema y no la dignidad nuestra, y hay que aclarar exactamente por qué nos manifestamos y vamos a seguir haciéndolo, porque, insisto, la dignidad la tenemos de sobra. Y eso hay que matizarlo porque no estamos a la búsqueda de la dignidad ni hay que proclamarla. Hay que centrarse en la culpa y en los culpables de la crisis.

Claro, por supuesto. Es lo que siempre pienso, en lo que decía Antonio Machado: hemos perdido la guerra pero moralmente no sé si la hemos ganado. De alguna manera acabará sabiéndose, ya empieza a verse que la hemos ganado a la larga.

Pues claro. Es que hay que recuperar hasta el lenguaje porque esto no ha acabado. Oye y cómo vas a renunciar a lo bueno si es que fue pasar de la España de color a la negrura, a una negrura en la que permanecemos (con matices), pasar a esta porquería llena de corruptos y ponzoña desde la España del paraíso de la que habló también Haro Tecglen y hablaron muchos libertarios educados en esa escuela de la libertad. ¡Ay!, no sé si aún te animarás a pasar esto a cine. Y con el lenguaje, Julio, nos enredan, no se clarifica, pero efectivamente, la batalla continúa, esto no se ha perdido, estamos ahí, Julio, somos resistentes más que vencidos y así, solo así puede ser…

Resistentes, resistentes. Resistir es vencer.

¿Y tú como has resistido y cómo continuó todo?

Bueno, mientras yo estudiaba el Bachillerato, mi padre salió de la cárcel, en el 45, cuando Alemania se había hundido y Franco vio esto y para disimular y para disfrazar el carácter del Régimen, abrió un poco la mano. Mi abuelo murió en la cárcel. Pero mi padre hasta el 1973 no pudo reintegrarse al Cuerpo de Ingenieros, fueron muchos años…

Sí, que se dice pronto pero vive tú el día a día…

Que se dice fácil, sí. Y esto es una batalla que sostuvo mi padre con gran indignación porque él todos los años reivindicaba el derecho a reintegrarse al Cuerpo.

Y tú ibas aprendiendo de todo esto y hasta te comprometiste políticamente. ¿Cómo llegaste a tus conclusiones?

Mira, mi padre después de salir de la cárcel hizo una tertulia maravillosa, entrañable, en Casa Labra y me llevaba a ella desde que era un niño y yo tenía ese privilegio (era el único niño que asistía a aquello). Siempre digo que ha sido mi mejor escuela: humanista, cultural, política, y de todo tipo, porque había una serie de personas (todos habían sido presos, represaliados políticos) que iban desde el extraordinario científico, Faustino Cordón y su hermano, el doctor Baldomero Cordón, hasta el médico Alfonso Tortosa (que era una persona a la que yo quería muchísimo), el arquitecto Fernando Bello, pasando por personalidades como Antonio Buero Vallejo. Y eran personas todas, por supuesto, de izquierda, pero con matices distintos, lo cual he agradecido porque me ha hecho no ser sectario y me ha ayudado a saber entender los pensamientos y posturas de los demás, a dialogar.

Buena cosa

El PCE: el único en la vida española, con mucho sacrificio.

Luego, cuando termino el Bachillerato empiezo a estudiar Medicina. También voy a Francia, siempre que puedo. Me tengo que buscar allí un trabajo, en Construcción, construyendo unas máquinas que hacían una especie de ladrillos gigantescos. Entonces había unas gentes que se llamaban “los castores” porque se construían sus propias casas y eso les permitía contratar con mayor libertad… Y me encantaba ir a Francia. Volvía yo siempre con las maletas llenas de libros de todo tipo: de cine, muchos de ellos, que era lo que más me apasionaba; de teatro, también; de literatura: obras que estaban prohibidas en España; y también de temas políticos. Por supuesto, los políticos siempre los metía más al fondo para que hubiera tres o cuatro capas de libros antes de llegar a ellos. Y estas visitas a Francia pues ya te digo, eran estupendas, además, ya empecé a tomar contacto  con políticos allí concretamente ingresé en el Partido Comunista en el año 54.

Hombre, es que entonces se sabía dónde se tenía que estar, afortunadamente para vosotros. Te he oído decir que cuando se decía “el Partido”, no hacía falta decir más.

Sí, hay que decir que entonces (y esto siempre me gusta recordarlo), no había que decir a qué partido te referías pues simplemente con mentar “el Partido”, ya se sabía de qué partido se estaba hablando porque era el único partido que realmente estaba presente en la vida española, con mucho sacrificio. Y allí soy una de las  cuatro personas que creamos la primera célula en Madrid. Y como cobertura legal a la lucha clandestina se nos ocurrió hacer el Congreso Universitario de Escritores Jóvenes, que nunca se llegó a celebrar, pero lo importante era mantener la idea esa del congreso, porque eso permitía reuniones que de otra manera no habrían podido hacerse, sacar un boletín que de otra manera no hubiera podido hacerse), mantener unos contactos dentro y fuera de Madrid, en fin, tener una cobertura. Luego se me nombra secretario general de este Congreso, que es una cosa rosa honorífica, pero decisiva para llevar adelante el proyecto cultural y político. Y resulta que esto me lleva un tiempo tremebundo porque me dedico a eso todo el 55 en que se obtienen una serie de actos, boletines, etc., y que esto entra en conflicto con el SEU, es decir, con el Sindicato Español Universitario, que entonces tenía el monopolio y dominio sobre la Universidad.

Y aprendiste a saltar barreras.

Bueno, tenías que necesariamente ser del SEU; todo estudiante pertenecía al SEU obligatoriamente; tenías que estar adherido. En el 55 hay una tensión brutal con el SEU y el acto más interesante se produce cuando la muerte de Ortega y Gasset. Es en el otoño y que a mí me parece que se presta perfectamente esto a un acto de homenaje. Entonces se prepara. Previamente, estando en Medicina y en la Escuela de Cinematografía, yo había montado con éxito grande (modestia aparte porque esto está reconocido por la crítica) La máquina de sumar, de Elmer Rice, que es un autor americano. Era un montaje muy libre, muy de vanguardia y esto me permitió que me nombraran director del Teatro de la Universidad Central de San Bernardo, que era el epicentro de la inquietud estudiantil y así me concedieron allí un espacio donde estar y tal y así estaba justificada mi presencia allí, que de otra manera se hubiera hecho muy rara y por tanto, podía estar en el centro del huracán permanentemente. Y montar estas cosas.

Claro, entonces el acto…

Entonces se celebra el acto que te digo de homenaje a Ortega y yo había estudiado previamente el recorrido hasta la tumba y vinieron de todas las universidades a la Central y desde allí se inició una gran marcha cortando la Gran Vía, que ahora esto puede sonar más o menos a normal, pero antes esto era milagroso, inconcebible; la gente estaba boquiabierta, mirándonos. Se corta entonces la Gran Vía y por la calle Preciados salimos a la Puerta del Sol, pasamos por delante de la Dirección General de Seguridad (ahora Comunidad de Madrid) y ahí empezaron algunos a lanzar gritos y tal (esto la Policía lo cuenta en algunas páginas policiacas, en documento, “y entonces  Julio Diamante les impuso silencio y tal para seguir absolutamente en orden su camino hacia la tumba”. Y así lo hice porque, claro, lo bonito era llegar, si no, con cuatro gritos más allí, si se sigue así, se acaba el acto. Y finalmente llegamos, cerré el acto y a raíz de eso (aunque yo ya estaba fichado), el fichaje se hace más fuerte. (Hay literatura policiaca amplia en que cuentan todo esto con mucho detalle). Y antes de terminar el año me detienen. Vivía entonces en casa de mi familia y me encontré con un par de señores que me estaban esperando y me llevaron a la Dirección General de Seguridad. Me tenían allí un día, interrogándome y luego me soltaban.

Tardaban más es escribir ellos los informes. Me acuerdo de esas máquinas de escribir antiguas que tenía la Poli, que tardaban un montón, con sus dos dedos y sus faltas de ortografía, los tipos esos…

¡Ah, bueno claro! Entonces, antes de terminar también el año, llega la prohibición de que se celebre el Congreso, que queda cortado. Y dos o tres días después, otra prohibición. Y es que yo, como director del Teatro, iba a montar en la Universidad Central una versión libre que había hecho de El Proceso, de Kafka y que tenía una doble lectura adecuada a la situación española recogiendo incluso frases de las gentes del Régimen y tal, y queda prohibida. Conservo el programa que estaba ya hecho, pero nada, y ahí nace la idea de que hay que buscar un nuevo frente de lucha.  Y se decide que sea se hace un manifiesto y se decide pedir que los delegados de cada curso sean elegidos libremente por los estudiantes. Esto se dice pronto, pero era un ataque frontal al SEU, cuya arma principal era el nombramiento a dedo de todos los delegados de curso en la universidad y demás. En enero vuelvo a ser detenido otra vez y en febrero cuando se van a empezar estas elecciones libres pues hay un asalto de la Universidad por Falange. Primero se presentan allí y hay una tensión brutal y ya viendo yo cómo iban las cosas, agarro el fichero donde está la relación de toda las gentes del Congreso y de todos los que estábamos en relación con ellos y demás, lio la gabardina con el fichero dentro y me lo llevo, y luego la Policía todo era preguntar: “Había un fichero, ¿y dónde está?”.

Eso, ¿dónde?

De ese fichero nunca más se supo. En las luchas de ese primer día había unas flechas y un yugo, se rompió una parte de este monumento y al día siguiente ya había allí unos falangistas guardando el monumento y ahí ya el enfrentamiento del segundo día fue todavía mayor; allí dentro y fuera, en la calle. Y el día siguiente era el de celebración del “estudiante caído”, que celebraba Falange, y advertí a toda la gente que conocía (que era mucha) que no fueran ese día a la Universidad porque iba a ser un día muy negro, muy delicado, Y así prácticamente lo hizo toda la gente ligada al congreso y que yo conocía, pero entre todos había gente quien sí fue y se encontraron en el bulevar que va a Argüelles con los falangistas que venían de su acto y hubo un enfrentamiento, un disparo y cae herido un chico falangista.  Ese tiro se lo había propinado un compañero suyo (no voluntariamente, claro, sino porque llevaba la pistola y se le escapó el disparo) y eso se sabía perfectamente, pero aquello sirvió de y ese mismo día se decreta el estado de excepción en febrero del 56, por primera vez en el franquismo, y yo, como tenía la experiencia de las detenciones anteriores y sabía que no había manera de justificar que no habías estado en los sucesos que no valía de nada decir que estabas en casa o con unos amigos, porque claro “¿qué va a decir?”, y tal; entonces salí de Madrid ese mismo día y acabé en Lérida, donde vivía un tío hermano de mi padre también ingeniero de Caminos y responsable allí de unos saltos de agua. Estuve allí unos días hasta que me llamaban de casa a decirme: “¡Esto es horrible, todos los días viene la Policía y tal, es espantoso…!”. Y ya un día me lo pusieron tan negro que… les dije que dijeran donde estaba. Y salí de casa de mi tío (allí poco después estuvo la Policía y le dijo mi tío: “Pues se ha ido no sé a dónde”. Y cometieron el error de creer que yo me quería escapar a Francia y entonces controlaron los trenes que salían para Francia y entonces yo no: lo que hice fue coger un tren y venirme para Madrid y ese día por primera vez fue justamente cuando no vino la Policía a casa, porque creían que yo me había escapado.

¿Y qué hiciste entonces al llegar?

A la mañana siguiente me bañé, me vestí y me fui a la Dirección General de Seguridad y allí, primero en la puerta principal, y luego en otra dije: “Mire, quería hablar con alguien de la Brigada Político Social”. Me dicen: “No, pues eso en la puerta de atrás”. Fui a la puerta de atrás donde había también un par de guardias y uno muy amablemente me pasa a una habitación bastante amplia, vacía prácticamente de muebles pero eso sí, llenas todas las paredes de informes policiales y tal, y empiezo a leer y me entretengo leyendo aquello hasta que media hora larga después entra uno, ése sí de la Brigada, en mangas de camisa y pregunta: -“¿Y qué viene usted a hacer aquí y qué quiere”. –“Pues hablar con alguien de la Brigada Político Social”. –“¿Y para qué? Digo: -“Pues bueno, pues referente a los asuntos de la Universidad, a los sucesos de la Universidad”. Y dice: “Y ¿cómo se llama?”. –“Pues Julio Diamante”. Entonces el tío sale corriendo de allí, se va hasta el pasillo y grita: “¡Ya tenemos a Diamante!”. Y entonces entra con otros tres o cuatro y me rodean y vamos así, caminando por el pasillo y nos encontramos allí con un tío bastante grande que me hace unas preguntas socráticas y tal: “Y a ti te gusta Unamuno, y Ortega y Kafkan” (porque como había sido prohibido El proceso de Kafka, pues Kafka había pasado a convertirse también en un autor subversivo…) Y bueno, ya de allí pues me pasan al último calabozo (justo en el que hace el esquinazo de la Puerta del Sol con la calle de Correos).

Pues cuando pase por allí me acordaré. ¿Y estuviste allí mucho tiempo?, ¿te torturaron o ya estaban cansados de torturar a tantos…?

Sí, y bueno, ahí estuve varios días; no lo sé porque perdí la noción del tiempo (porque entre otras cosas, no te enterabas de qué día era, si era de día o de noche; era la bomba y aparte, tenías constantemente los interrogatorios que en el 90 por ciento me los hacía el súper comisario Conesa. Allí habían estado Dionisio Ridruejo y Tamames. Claro, Dionisio Ridruejo, uno de los autores de Cara al Sol; y Tamames, pues también con una familia vamos… Y, bueno, yo tenía un poco de grima ya que en mi caso la cuestión era más difícil… Pero lo que yo llamo tortura, je, tortura, pues no. Pero hay mucha gente que considera que el que te hagan un interrogatorio ahora, por la media noche luego, un cuarto de hora después o cinco horas (da igual), sin saber cuándo se te hace el siguiente, y que así te tengan pues creo que fueron 10 o 12 días…, pues figúrate. Porque aunque teóricamente solo te podían tener tres días, con el estado de excepción había quedado suprimido eso y por tanto podían ser más días.

Republicano

Pues era tortura, sí. Y Julio, ¿por qué te consideras republicano y por qué ya no tiene sentido una monarquía y menos ésta que padecemos…?

¿Por qué me siento republicano? Actualmente no estoy en ningún partido, vamos, desde hace años. Sin embargo, lo que nunca he abandonado es una inquietud política y he estado cuando la Junta Democrática, en ella, y luego, en la Platajunta, y todo ese momento de la Transición fue muy vivo, muy interesante (que, desgraciadamente, de alguna manera, fue debilitado y finalmente casi barrido, de manera que yo con la Transición no estoy nada contento.

Es que, perdóname que te corte, ¿eh?, pero hay una confusión grande y es importante dejarlo claro. Mira, la gente que criticamos el resultado de la Transición y lo que pasó finalmente y cómo se concedieron cosas (que no se debieron, a mi juicio conceder por parte de la izquierda), no estamos poniendo en cuestión en momento alguno la importancia de la lucha obrera, la importancia de la lucha popular, porque eso siempre es válido y permite avanzar y eso nunca es en vano, ni fue en vano, eso en un altar, ¿eh? Y mi reconocimiento a las personas que luchasteis, ¿eh? Otra cosa distinta es lo que se pactó por parte de las cúpulas, y oye, que hasta hace poco se han celebrado los aniversarios por parte de Carrillo y Felipe González y los demás (Suárez, por supuesto), con personajes tan alucinantes, como Martín Villa, que vamos… se le abren a una las carnes… Pero que nunca quede en cuestión la lucha, eso no.

No, nunca, claro, y la Transición tuvo sus aspectos quizá positivos, pero no se hizo, desde mi punto de vista, como se debió hacer. La izquierda desgraciadamente aceptó (y se entiende de alguna manera porque hay que tener en cuenta que muere Franco, pero sigue intacto el ejército franquista, la policía franquista y todo el aparato jurídico, todo el aparato del Régimen está intacto y por tanto, pues la situación es muy delicada). Sin embargo, yo soy de los que piensa que sin romperse vestiduras ni pretender hacer la revolución ni mucho menos, sino simplemente adoptando una postura un poco firme en determinadas cosas, pues se podrían haber hecho otras. Por ejemplo, no podía aceptarse la monarquía así de entrada. El último régimen que había en el país era la República, entonces, o bien se volvía a la república o bien, todo lo más, tendría que hacerse un referéndum monarquía o república, pero lo que no se podía era aceptar, digamos por las buenas, es a un rey porque Franco le hubiera nombrado, ¿verdad?

Claro. Sobre todo porque le nombró y si ahora pasa el puestecito a su hijo, pues eso igual, de Franco a dedazo al Rey y de este a su hijo, no es de recibo…

Yo soy republicano y esa idea me ha acompañado siempre y lo soy porque me parece que la monarquía es difícilmente compatible con una auténtica democracia porque la monarquía ya de por sí es una institución que como su nombre indica “mono”, es decir, “de uno”, entonces implica una familia y que esa familia tienen unos derechos y eso se compatibiliza muy mal con la democracia, ¿verdad? Porque: ¡¿de qué les viene eso?! ¿Por la sangre real? Bueno esto… me parece que a estas alturas de la historia esto es inadmisible. Entiendo que la monarquía tuvo su papel en la historia cuando significaba una fuerza unificadora frente a los señores feudales y tal, pero que hoy no tiene sentido.

Y sobre la Iglesia y su papel absolutista en España, de amo y señor absoluto, ¿qué me dices.  Porque ellos llevan 2.000 años (que parecen que estos señores sean eternos), ellos se adaptan,  siempre se cuelan porque trabajan con perspectiva y años por delante y saben lo que va a venir, son muy observadores, ¿eh?

Bueno, creo que la Iglesia católica, apostólica y romana es una institución con una larguísima experiencia y que en España ha tenido un comportamiento muy grave, tanto en la República (contra la cual estuvo desde el primer día) como en la Guerra (en lugar de procurar calmar los ánimos declaró aquello de Santa Cruzada) y luego en la posguerra. En medio de esa España hambrienta de comida, hambrienta de sexo, hambrienta de libertades y hambrienta de todo, pues colaboraba también a restringir las libertades en todo lo que podía y ha tenido un monopolio también o cuasi monopolio sobre la enseñanza, tremendo. Y ha combatido todo movimiento laico hasta el fondo. Y desgraciadamente, ese papel continúa teniéndolo porque todo aquello que se aparta de lo que tiene marcado pues eso, lo combate. Y fue un momento esperanzador el de Juan XXIII (por el que siento respeto y me parecía una buena persona, además), pero desaparecido él, ya  vuelve la Iglesia a retomar sus mismos pensamientos y comportamientos y ya veremos ahora. Está Francisco, que parece que tiene unos comportamientos mejores aunque también ha beatificado de sacerdotes y tal…, pero quiero pensar que tiene cierta voluntad, pero hasta qué punto tan pronto desaparezca él la Iglesia no vuelve a sus comportamientos habituales… Está por ver.

La ley electoral es antidemocrática

Bueno y está por ver lo que hace este papa. Ya veremos, sus encíclicas, sus actos… por su obras le conoceremos, sí… Oye, y a ver qué se hace y cómo y cuándo se juzga el papel de la Iglesia con el crimen del 36 y todo lo que sigue. Porque de momento en la mal llamada ley de Memoria Histórica, parece que los que pedimos perdón somos los demás a los traidores. El preámbulo es un pedir perdón, ¿eh? por lo que viene a continuación que es poca cosa, la verdad, no muy buena cosa… Tú de esa ley ¿qué opinas?

Bueno, que es un primer paso, pero que eso no es así. Y como otras cosas. Hay una ley electoral, por ejemplo, que a mí personalmente me parece un disparate, porque es eminentemente antidemocrática, porque lo que no puede ocurrir es que si tu votas a un partido tu voto valga como diez y si votas a otro, valga como uno; es que esto no puede ocurrir. Yo entiendo que cada persona es un voto y tiene esa validez de voto personal y demás. No voy ahora a entrar a arreglar la ley electoral pero quiero decir que me parece un problema muy serio. Y la ley de la Amnistía, otra cosa que es un disparate, porque ¿a quién se amnistió? Porque los defensores de la República ya habían sido represaliados durante 40 años, entonces, ¿de qué les ibas  a amnistiar? Entonces lo amnistiado eran los crímenes que habían hecho los señores de la guerra, los señores del bando faccioso que se auto amnistiaron.

De aquellos polvos, estos lodos, Julio.

Exactamente; de aquellos polvos han salido estos lodos porque esas cosas no se han cerrado, ¿verdad? Y barbaridades de ésas de que continúan los desaparecidos, el problema de las fosas, en fin, toda una serie de problemas increíbles. Creo que habría que afrontar todas estas cuestiones. Para poder empezar a hacer una verdadera, una auténtica democracia, es necesario hacer racionales todas esas leyes y que respondan a ella. Mientras no sea así, la democracia será una semidemocracia; una democracia muy oscura, debilitada, tergiversada, y muy manipulada.

Pues estoy de acuerdo. Cuéntanos ahora de tu obra.

Yo era estudiante cuando soy detenido, como te decía, y eso me va a marcar. Cuando en el 62 hago mi primer largometraje se llama: Los que no fuimos a la guerra.   Esa película tiene bastante sentido del humor, pero no es entendida como humorística por los censores.

Es que esos tíos no tenían sentido del humor…

No. Y mira: primero me dicen que debo cambiarle el título y entonces yo ofrezco como título: Cuando estalló la paz, que de alguna manera es aceptado por la censura con asombro mío, porque entonces era cuando se iban a celebrar los 25 años de paz y casi me parecía más duro ese título que el otro, pero bueno, la cosa es que lo aceptó la censura y con ese título pero en italiano, es presentada en el Festival de Venecia con gran indignación aquí oficial porque rechazan todas las películas que ellos habían presentado oficialmente y la única que va seleccionada oficialmente por Venecia es la mía.

Pese a eso, continúa la presión, los cortes sobre la película, que queda congelada durante tres años y pico y cuando se estrena finalmente con recortes y demás, pues lleva como media hora de cortes, de manera que yo no autorizo que vaya a otros festivales que la quieren pasar y yo digo que no se pasa en esas condiciones. Y eso para empezar, lo cual es un inicio muy duro de carrera. A continuación, mi siguiente película es Tiempo de amor. A través de una historia de tres parejas pretende ser un acercamiento a las relaciones sentimentales de pareja en la España de entonces. Felizmente se estrenó con prontitud pese a pequeños roces; fue a bastante festivales; en Valladolid tuvo 4 premios, se pasó también en Locarno, en fin… fue muy bien. Y luego hice El arte de vivir, que contaba una relación también de pareja y sobre el personaje masculino era una historia de alienación, esa palabra que ahora se usa tan poco. Era un problema de cómo un individuo, al que al principio se le ve idealista, inquieto, etc., a lo largo de la película va teniendo una serie de problemas, de obstáculos y demás, y al final pues digamos que ha sido domesticado y adaptado para esa sociedad y realmente está convertido en otro individuo distinto.

Cosa que pasa mucho también ahora y además, el arte de vivir entonces debía de ser mucho más complicado, como estamos viendo.

“La monarquía es difícilmente compatible con una democracia y no se tenía que habar aceptado al Rey por las buenas, porque Franco le hubiera nombrado”

Pues claro. Luego hice unas coproducciones con Francia, que era una especie de thriller y otra con Italia y más tarde, una película sobre el personaje de Carmen. Siempre he sido aficionado al jazz y al flamenco, desde niño. A los 14 años fui fundador del Hot Club de jazz de Madrid. Y en cuanto al flamenco, pues soy andaluz y siempre me ha interesado mucho y he dedicado mucho tiempo a él. Hice un documental (que es un documento magnífico) sobre Vicente Escudero, el gran bailaor, y un largometraje que se llama La Carmen, jugando con el personaje de Carmen, ya te digo. Al mismo tiempo, tomando cosas de tipo popular que había visto y conocido y el acercamiento al mundo real del flamenco. Esta película fue verdaderamente una odisea porque el productor era un caso increíble y el día en que se hacía el rodaje me encuentro con que se ha suspendido todo porque le han metido en la cárcel por problemas de su empresa que se ha llevado dinero y bueno, y con tal motivo pues hubo unos problemas tremendos, aunque conseguí terminarla. Hago también para televisión algunos programas filmados, uno menor, de la conducción, del tráfico, y dos documentales: una versión de Martín Fierro y otro del Obispo leproso, la novela de Gabriel Miró. Y que eran trabajos serios. Y también empiezo a escribir libros. Hubo un libro, que me dedica la Universidad de Cádiz a propósito de un festival de cine que se llama Julio Diamante, los trabajos y los días, en que me piden que incluya un guión mío que es sobre los acontecimientos, los sucesos del 56, que es premiado en el  Ministerio de Cultura pero que no se llega a realizar. Otros dos guiones míos también son premiados y tampoco se llegan a realizar. Uno que es una aproximación a la historia de España y a las brigadas internacionales: a su presencia en España y a su recuerdo; y otro: Cuchillo negro, que es un libro de misterio donde aparece la violencia de un cuchillo como fantástico, misterioso y que de pronto se va viendo que va unido al comportamiento de bandas fascistoides y demás, y que va adquiriendo cada vez más presencia y ejerciendo más violencia.

Cine y libertad de expresión

Curioso, como pasa actualmente…

También empiezo a publicar varios libros en torno al guión. Y entremedias hay 18 años en que soy director en la Semana Internacional de Cine de Autor de Benalmádena que bautizaba la crítica cada año como “la batalla de Benalmádena” porque era un festival en que di a conocer nuevos realizadores, toda la cinematografía que era ignorada hasta entonces, películas árabes, africanas, asiáticas y aparte el cine de Angelopoulos, de Tarkovski y  Paul Sausier, que ahora está de moda o Damus y tal y que fueron por primera vez presentados allí y  en fin, que estuve dirigiéndolo con un esfuerzo brutal. Yo defendía todo lo que era difícil que llegara aquí y tuviera un valor al mismo tiempo y era por eso un festival que era una plataforma por la libertad de expresión tremenda. Pasaban todas las películas no sólo que tenían problemas en España, sino que estaban prohibidas en otros países: Argentina, Brasil, Ecuador, México, las de Estados Unidos, etc. Cuando me llamaba el embajador de tal país yo no estaba hasta después de que se había pasado la película. Fue una lucha muy bonita y hay gente que lo recuerda todavía y considera que para su formación fue enorme. Muchos autores de esos han sido reconocidos luego y demás. Pero una lucha terrible, tanto que al final tuve que decir ya no puedo seguir… porque era la batalla de las Termopilas cada año.

Batallas, Julio, que habrá que retomar. Y sobre tus pelis decir a los lectores que acudan a la Filmoteca española y pidan todas, que será importante eso. ¿Y tu última aventura?

Mi última aventura es La Memoria Rebelde que es un largometraje documental y que pretende hacer una aproximación, lo más directa y real, a lo que significó la II República, lo que fue la Guerra Civil, la posguerra y la Transición. Y lo he hecho de una manera muy independiente porque no he querido a priori aceptar cosas que pudieran coartarme. Esto se ha hecho a través de una reflexión plural y coral con una serie de personajes que son elegidos de manera  muy abierta, van desde Rafael Azcona o José Antonio Labordeta a Rosa Regás o Armando López Salinas o Carlos Jiménez, ex fiscal  anticorrupción, Martín Pallín o sacerdotes como el padre Diez Alegría (que si fueran así todos los sacerdotes pues sería maravilloso, pero desgraciadamente no es así). Ramón Sáez, Gonzalo Puente Ojea, ex embajador ante la Santa Sede, el popularmente conocido como el cura Paco,  que era Francisco García Salve, que fue cura obrero, que fue procesado y muy importante en su época. En fin, que creo que es muy bonita la reflexión de todos y está muy bien hecha y es un trabajo del que estoy muy satisfecho.

Sí, doy fe, es muy interesante. Nos has contado ya algo, pero dinos más cómo saltabas la censura tú.

Pues mira una de las cosas que hacía es que las fauces de la censura tienen su medida, y si presentas una película que puede ser censurada pues te la censuran con bastante facilidad, pero si presentas 30 con problemas de censura pues a la censura le creas un problema tremendo, porque le cuesta un trabajo enorme y porque es una escandalera, claro, si prohíbe eso. Eso por una parte, y luego, mira lo que pasó por ejemplo cuando se presentó una película magnífica El delito Matteotti sobre este diputado italiano que fue asesinado por los fascistas. La película había sido programada en otro festival donde la prohibió la censura y cuando viene a mi festival y ven que la tengo programada y me dicen: “pero si está prohibida”. Pero, claro, el festival ése había dicho que la copia estaba en mal estado para quitarse de encima la responsabilidad. Entonces yo digo: “mira es que resulta que yo leí que la copia estaba en mal estado y por eso no la pusieron, pero aquí la copia es excelente y viene directamente del laboratorio y el director, Mancini, está ahí en el Hotel Tritón entonces si queréis contárselo a él…”. Naturalmente la película no sólo se pasó, sino que fue premiada.

Hay sus formas de pasar todo…

La censura es, se da de alguna manera también, cuando estás en lucha con ella o cuando eres de alguna manera cómplice de ella: eso es decisivo. Hubo continuamente casos. Y hubo momento muy delicado cuando la Transición que, contra lo que algunos se creen, fue una etapa muy dura. En el 75 hay un día que se declara el día nacional de lucha, en que yo empecé pasando La huelga de Eisenstein, por la mañana; continué pasando El coraje del pueblo, de Sanjinés, y cerraba con La batalla de Chile  de Patricio Guzmán. Entonces a lo largo del día enfervorizaba a  la gente.

¡Vaya!, justo lo que no se hace estos días, que nos aplacan hasta los dirigentes, ¡ay!, que no se enteran que estamos en lucha no de fiestecitas; que no queremos ser mansos conduciéndonos al matadero… Vamos, que el pueblo comienza a estar harto. Pues nada, los de las cúpulas, que no sólo no nos van calentando, sino que parece que nos quieren como a los toros que cuando llegan a la faena ya les han picado y van medio desangrados. Muy bien lo que cuentas, que cunda el ejemplo. Eso es lucha, sí señor.

Todo eso era así, todo… Y después al terminar La batalla de Chile iba a hacerse un debate y cuando estábamos en eso estaba a la entrada de la proyección con Patricio Guzmán, el director de la película, y de pronto se me acercó un capitán de la Guardia Civil y me dijo que tenía rodeado el palacio con su gente y que como se iniciara ese debate que entraría. Yo entonces le comenté: “pues mire, para mí sería un trago muy desagradable, muy terrible, ya ve como está la gente de enfervorizada y tal, de manera que pienso que también quizá para ustedes pues será una cosa muy desagradable porque el entusiasmo que hay, ya lo ve,  y de pronto, con que llegue un señor y lance un grito o dos o se enteren, en fin, puede producirse una situación muy dura”. Tengamos en cuenta que esto ocurría unos meses después de que en la iglesia de Vitoria había entrado la Policía y habían muerto cinco obreros, ¿eh?

Sí, asesinados. Pues buena lección la que les diste. Siempre se puede luchar de manera digna y firme, plantando cara cuando hay que hacerlo y con habilidad.

Claro. Yo le dije: “Yo le propongo una cosa y es que ya que está a mi lado el director de la película, pues sustituir el debate posterior por una presentación de la película en la que este señor hable, explique lo que ha querido decir y es la película”. Bueno, lo pensó el de la Guardia  Civil y entonces salió Patricio Guzmán, habló todo lo que quiso sobre la película, de cómo una actriz que había intervenido en la misma había sido detenida, cómo había muerto un operador en el rodaje, en fin, contó toda la historia. Previamente, a la gente yo le había advertido: “Miren, por razones “administrativas” aquí no se puede hacer el debate”. Y toda la gente lo entendió maravillosamente, la película gustó y también fue premiada. Quiero decir, que hay maneras, hay maneras.

Sí señor, Muy bien, Julio, y eso se llama tener balas en la recámara… Y efectivamente, hay maneras, no hay excusas.

No hay excusas.

La Medicina no la terminaste, pero hiciste también teatro, ¿no?

La Medicina la dejé en cuarto curso. Y sí, otra actividad que desarrollé fue el teatro, hice una docena de obras teatrales importantes. La máquina de sumar,  la ópera de Carlo Menotti montada en el Teatro de la Zarzuela, monté también en un grupo con Alfonso Sastre, dirigí El tintero (grupo de teatro realista se llamó), una obra de Carlos Muñiz, en Teatro Recoletos y también El cuerpo, de Lauro Olmo, en el teatro Goya (también desaparecido) y Las viejas difíciles, de Carlos Muñiz, en el Teatro Beatriz. La única obra que dirigí que ya había sido estrenada antes fue Espectros, de Ibsen, que había sido estrenada antes de la guerra y luego había quedado prohibida; los demás fueron estrenos absolutos en España.

Nos has hablado antes del flamenco pero has dejado cosas que contar sobre el jazz.

Sí, afición legendaria. Hice la primera emisión dedicada específicamente al jazz que fue semanal durante dos años y, por cierto, no me dejaban utilizar la palabra “jazz”; tuve que  titular esto “Historia de la música afroamericana”. Podía usar “jazz” dentro de la emisión, pero no como título. Como contrapartida, pude introducir así ciertas músicas afroamericanas y dar así un panorama más amplio. La cosa del jazz incluso entre las izquierdas era malentendida y yo tuve que discutirlo esto, porque parecía que era un producto americano y la auténtica música popular afroamericana tiene su fuerza, su carácter popular. Y luego, pues siempre tuve mi amor al flamenco.

También mancillado porque parece que sea lo de las folclóricas y poco más, cuando es lamento del pueblo, el desgarro del pueblo cuando sufre.

Exactamente. Sí, con el flamenco otro tanto, porque el franquismo lo que hizo fue apropiarse y tergiversar las cosas, porque lo que llamaba flamenco pues realmente no era, era canción española, pero no auténtico flamenco. Y entonces también había que pelear eso hasta con las gentes de izquierda, lo que me irritaba mucho, cuando en el flamenco, ¿verdad? hay una fuerza… y tengo un par de libros dedicados y  uno se llama Blues Jondo. La primera parte dedicada al jazz y la segunda al cante jondo. Una especie de ensayos sobre las vecindades y también las diferencias del jazz, el blus y el cante jondo y por otra parte, un poemario de homenaje que es uno de mis vicios el hacer también poemas y canciones.

Sé que cantas…

Sí, vino un día un profesor catedrático de Sevilla con unas grabaciones que me habían hecho en el año 60 (y que tenía), sobre canciones antifranquistas que cantaba yo y me las trajo.

Pues eres todo fuerza y sorpresas, Julio. Has tenido una vida muy fructífera. Gracias por compartirla. Te deseo que sigas muy feliz. ¡Salud y República!, amigo.

http://www.cronicapopular.es/2014/04/julio-diamante-director-de-cine-luchador-antifranquista-la-monarquia-hoy-no-tiene-sentido/