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Una cuenta pendiente con los milicianos que nunca volvieron a casa

La Marina Plaza, 20 mayo, 2014 | 23 mayo 2014

Batallón-alicante-rojo-benissaBenissa (Alicante) hace cinco años no pudo exhumar a sus soldados republicanos enterrados en una fosa común en Guadalajara

 

 

Benissa / Marina Alta / Reportajes | Por Redacción

Benissa, que hace cinco años no pudo exhumar a sus soldados republicanos enterrados en una fosa común en Guadalajara, pide ahora fotos a la población sobre la Guerra Civil para recuperar ésa y otras memorias

Las imágenes y las fotos serán incluidas en un trabajo de investigación galardonado en los Premis 25 d’abril

Un edil de Gajanejos, donde están enterrados los diez  miembros del Batallón Alicante Rojo, dijo que “en nuestro cementerio nadie toca nada”

Existen lugares que luchan contra la desmemoria sin perder nunca el aliento. Benissa es un buen ejemplo. En los genes de la localidad siguen presentes los nombres de todos los chavales que hace ahora 70 años partieron a luchar al frente durante la Guerra Civil (1936-39) y que nunca volvieron. Y también las consecuencias que aquella confrontación tuvo para los milicianos que sí regresaron y para toda la sociedad del municipio.

El ayuntamiento ha realizado ahora un llamamiento a la población para que aporte fotografías y documentos de aquel desgarrador periodo con el fin de incorporarlos a un proyecto de investigación galardonado en la última edición de los Premis 25 d’ abril y que pretende reunir testimonios y datos de los benissencs implicados en los combates. Ahora bien, este trabajo, realizado por Robert Llopis y Luis Botella Ivars, también servirá para saldar una cuenta pendiente. Porque a Benissa, este ejercicio de salvar la desmemoria no siempre le ha salido tan bien. Y existen deudas por cancelar.

Batallón alicante rojo benissa

Hace más de cinco años se perdió una oportunidad irrepetible para hacer memoria. En diciembre de 2008, y tras a una iniciativa del entonces concejal de Cultura, Xavier Tro (Bloc), el pleno de Benissa reclamó al pequeño pueblo de Gajanejos, en Guadalajara, la exhumación de los restos de diez milicianos de la localidad pertenecientes al famoso batallón Alicante Rojo y enterrados en una fosa común después de una de las batallas más crueles de la guerra en 1936. Allí habían acabado entre otros Julio Cabrera, Vicente Crespo, José Font Torreta, Vicente Frau… Aquella iniciativa tuvo una gran repercusión nacional. Pero no llegó a concretarse.

El propio municipio de Gajanejos se opuso. Los técnicos municipales de Benissa, después del acuerdo del pleno y siguiendo el protocolo marcado por la Ley de la Memoria Histórica, se pusieron en contacto con ese consistorio de Guadalajara para tramitar la exhumación, adjuntando además informes del cronista municipal, Joan Josep Cardona, que aseveraban que los cuerpos de los milicianos se encontraban allí. Sin embargo, en Gajanejos, un pueblo arrasado durante la guerra y reconstruido en los años cincuenta, la petición sentó muy mal. “En nuestro cementerio nadie toca nada” llegó a advertir un edil de esa localidad castellana.

Al menos un monolito…

Ante esa negativa, Tro llegó a recurrir por carta al delegado del gobierno de la Comunidad Valenciana y también a los foros por la memoria del Pais Valencià y de Guadalajara. Pero sin éxito final. Según recuerda ahora el exconcejal de Cultura, faltó también más consenso por parte de los propios partidos de Benissa, que debían haber constituido una mesa sobre el asunto. Además de recuperar los cuerpos, existía el anhelo más sencillo de instaurar un monolito  en el cementerio de Gajanejos que recordara a los milicianos del Batallón Rojo. Tampoco fue posible. Lo cierto es que los  familiares de aquellos chavales, algunos ya de edad avanzada, se quedaron sin el regalo de tributar un último homenaje a los que no volvieron. batallón rojo alicante calp 1

Pero la memoria siempre vuelve. El trabajo premiado por el 25 de abril, cuyo título exacto es “Fer la guerra. Diccionari i testimonis dels combatents de Benissa en la Guerra Civil 1936-1939”, permitirá ahora arrojar mucha más luz sobre aquel periodo. Para complementarlo, el ayuntamiento pide sobre todo fotos o documentos de familiares que estuvieron en la guerra, “principalmente si vestían de militar”,  así como “cartas enviadas desde el frente o desde Benissa y documentos militares”. Los vecinos deben aportar -si es posible- datos sobre las imágenes, aunque no estén seguros de nombres o lugares: basta con añadir un “posiblemente” o un “puede ser”. Y es que setenta años borran muchos recuerdos.

Para seguir recuperando historias como la de los milicianos de Gajanejos, hay especial interés en fotos tomadas fuera de Benissa, como en ese frente de Guadalajara o en los de Madrid y el Ebro; pero también semblanzas captadas en la localidad de la Marina Alta en las que aparezcan vecinos de otros municipios cercanos o miembros de las Brigadas Internacionales.

CARTAS DESDE EL BATALLÓN ROJO

Tres de diciembre de 1936, seis de la madrugada. Frente de Guadalajara, entre Jadraque y Miralrío, sector del Palacio de Ibarra. Hace mucho frío, está a punto de nevar. El frente, tranquilo durante los últimos días, se convierte de pronto en un infierno: tropas franquistas, requetés y soldados navarros atacan con metralla una posición republicana mal defendida. Pertenece al Batallón Alicante Rojo y sus integrantes son de Benissa. Uno de ellos, Julio Cabrera, al ver caer herido a un compañero, abandona la protección de su parapeto para socorrerle y muere de un tiro.

Tres días antes, el 30 de noviembre, en la retaguardia del cuartel de Alcalá de Henares, Cabrera había escrito una carta a sus padres para asegurarles que se encontraba bien. La carta da otros detalles: “Cuando nos dan permiso nos vamos a un casino donde hay piano y yo toco y los compañeros de Pego me convidan a café”.

aeronaus a MadridAquella unidad había sido compuesta tres meses antes, en septiembre de 1936, por la UGT y las Juventudes Socialistas con voluntarios que habían acudido a la llamada de la lucha contra Franco desde Pego, Calp, Benidorm, Finestrat, Sella, Relleu, Aspe, Monóvar, Elda, La Vila Joiosa o Benissa. Se concentraron en Alicante el 26 de septiembre y desde allí se desplazaron hasta Alcalá de Henares, donde recibieron una instrucción muy deficiente, basada en simulacros y sin disparar ni un solo tiro. En su carta, Cabrera lo describía de un modo un tanto poético: “Anoche hicimos guardia de once a una Francisquet de Ventura y yo. Es una cosa fantástica pasearse de noche con un fusil a la luz de la luna y en el gran silencio que reina nada más se oye que el murmullo del río”.

A la espera de la batalla, Cabrera tranquiliza a su madre, como hacen todos los soldados que han participado en todas las guerras, asegurándole que come bien y que ha engordado. Y da fe de otros descubrimientos que invitan al optimismo: “Quisiera que vieras a los valientes aviadores rusos las pruebas que hacen con los aparatos. Tienen unos trimotores tremendísimos y el otro día vino a visitarnos un coronel ruso”. Unas 72 horas después, el ataque fascista acabó con Julio Cabrera y otros muchos camaradas, nueve de ellos también de Benissa. Aquí debería acabar esta historia. Pero un soldado no murió. El soldado al que Cabrera intentó ayudar. Se llamaba Francisco Ronda. Sus vivencias, recogidas por Cardona, facilitan más respuestas contra el olvido.

Cuando los fascistas asaltaron la trinchera, nadie del Alicante Rojo parecía quedar vivo. Pero Ronda lo estaba. Según describe Cardona, “con el pie destrozado por una bomba, logró arrastrarse hasta ocultarse en unos matorrales mientras perdía la mayor parte de su vestimenta. Comenzó a nevar. La pérdida de sangre le originó insufrible sed. Tuvo que beber su propia orina y chupó hojas de las encinas. Allí acurrucado, sólo pensaba en la muerte hasta que ya por la noche oyó acercarse a un grupo de soldados. Desconocía a qué bando pertenecían, pero de pronto escuchó un apellido conocido, un tal Soliveres de Calp. Entonces pidió ayuda. Era un destacamento republicano que venía a recoger a muertos y heridos. Tras una cura de urgencia, Ronda fue trasladado al hospital de Guadalajara”.

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