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Cazarabet conversa con Ángel Alcalde Fernández

La Librería de El Sueño Igualitario, | 12 junio 2014

10443346_713994915324047_6409368759730550464_nAutor de «Los excombatientes franquistas (1936-1965)»

 

Cazarabet conversa con…   Ángel Alcalde Fernández, autor de «Los excombatientes franquistas (1936-1965)» (Prensas Universitarias de Zaragoza)

Prensas Universitarias de Zaragoza acaba de editar un libro , sobre historia contemporánea, que  nos acerca a aquellos que combatieron por y en pro del franquismo y en cómo fue y se fundamentó la relación de éstos en torno al fascismo que imperaba en España. El libro corre a cargo de Ángel Alcalde que, además, ha realizado estancias de investigación en universidades de Francia, Alemania e Italia…es en el Instituto Universitario Europeo de Florencia donde culmina su tesis doctoral acerca de la relación entre los excombatientes que lucharon por Franco en la guerra y después…si se hacen con la lectura verán que hay muchas maneras de luchar por  el franquismo y de hacerlo desde el ideal, casi cada uno a su manera, del fascismo….porque el fascismo en España , como se concibió no fue el que se fue desarrollando bajo “el rodillo” de Franco.

Lo que se nos cuenta desde Prensas Universitarias:

Los excombatientes franquistas fueron una parte fundamental del apoyo social al régimen de Franco, realidad que justifica observar el excombatentismo franquista con la misma perspectiva empleada para estudiar los fascismos europeos. Este libro analiza, por un lado, la historia de la principal organización de excombatientes de la dictadura franquista, la Delegación Nacional de Excombatientes de FET-JONS, y, por otro lado, la cultura de guerra que los veteranos de guerra mantuvieron viva en España durante décadas. Se explica cómo el encuadramiento, los discursos y representaciones y los mecanismos de gestión de privilegios sociales permitieron al régimen franquista manipular en su beneficio las identidades excombatientes de aquellos hombres marcados por la experiencia de la guerra civil española.

El autor: Ángel Alcalde

Es licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza. Autor del libro Lazos de Sangre. Los apoyos sociales a la sublevación militar en Zaragoza. La Junta Recaudatoria Civil (1936-1939) (Institución «Fernando el Católico», 2010) y de varios artículos sobre los excombatientes franquistas. Fue becario del Gobierno de Aragón en la Residencia de Estudiantes de Madrid y ganador de un accésit del XI Premio de Jóvenes Investigadores de la Asociación de Historia Contemporánea. Ha participado en seminarios y realizado estancias de investigación en universidades de Francia, Alemania e Italia. En el Instituto Universitario Europeo de Florencia culmina su tesis doctoral acerca de la relación entre los excombatientes y el fascismo.

-Ángel, ¿cómo te sientes ante una investigación y un libro muy minucioso, escrito durante horas y horas desde la más ardua de las investigaciones, sobre los excombatientes franquistas, los del bando vencedor, cuando hoy en día aquello sobre lo que más se ha investigado y se investiga es sobre los represaliados y los vencidos?

-Me siento satisfecho sobre todo por haber realizado un trabajo diferente y novedoso. Investigar y escribir sobre los excombatientes franquistas, un tema sobre el que los historiadores apenas habían dicho nada anteriormente, era para mí más motivador e intrigante que dedicarme a reiterar o ampliar lo mismo que han demostrado muchos otros historiadores que se centran en los vencidos. El boom de publicaciones, académicas y no académicas, sobre la represión franquista, con un gran impacto en la opinión pública, ha eclipsado muchos otros temas interesantes y que los historiadores también tienen el deber de atender. No es que no haya estudios históricos rigurosos sobre los franquistas, pues los hay muchos (sobre el personal político, sobre las instituciones del régimen, sobre Falange, etc.), pero con los excombatientes franquistas me encontré ante un tema totalmente virgen en la historiografía. Y eso ocurre poquísimas veces en esta profesión. Estoy muy contento de ser el autor del primer libro monográfico que se haya publicado sobre los excombatientes franquistas.

-Como dices en la frase/ cita que encabeza tu libro “Este libro…intenta informar sobre una generación destruida por la guerra. Totalmente destruida, aunque se salvase de las granadas.” De Erich MariaRemarque. Tu libro habla de los que si bien se salvaron de la muerte en la guerra, la sufrieron y la padecieron, aún con los años y siendo vencedores…coméntanos. Me interesa el “efecto rencor”.

-La cita de Remarque es la que él a su vez utilizó para introducir su famosa obra Sin novedad en el frente, sobre la tragedia de la Gran Guerra, que convirtió en despojos humanos a muchos supervivientes de las trincheras, trastornándoles terriblemente. Cuando Remarque escribió su libro, un número importante de excombatientes alemanes formaban parte de organizaciones paramilitares de extrema derecha entre las que se encontraba el nazismo. Muchos otros veteranos de guerra, como el propio Remarque, desarrollaron ideas pacifistas, pero nunca lograrían desprenderse del pesimismo y del recuerdo de la tragedia vivida, tatuada a fuego en sus cuerpos y mentes. Extrapolar ese pensamiento remarquiano a España y la guerra civil me parecía evocador. Aquí, además de la destrucción de los vencidos, entre los vencedores también hubo muchos que sufrieron las tremendas consecuencias de su propia “victoria”; algunos nunca dejaron de convencerse de que habían “salvado la Patria” y jamás lograron desmovilizar sus odios y rencores. Otros sí lo hicieron, pasando por un proceso de desencanto, que no hizo sino acentuar la amargura y la rabia que suele caracterizar a personas que sufren experiencias traumáticas, o sufren abusos, que es como puede entenderse también la vivencia de combatir. El excombatentismofranquista, con sus discursos y organizaciones, pretendía perpetuar en los veteranos de guerra muchos odios y vanidades, mitos y nostalgias convenientes para el régimen. Pero a veces lo que consiguió, como demuestro en mi libro, fue exacerbar las frustraciones y el desencanto de aquellos hombres.

La gente, a veces, creo que se confunde un poco: porque no todos los vencedores fueron, comulgaron ni siguieron la doctrina del fascismo ¿Cómo les fue a los que no estaban entre los excombatientes que “creían” en el fascismo?-Más fácil les debió ser a los fascistas, ¿no? Coméntanos.

-Intentar trazar fronteras estancas entre excombatientes de ideología fascista y no fascista no sería nada fácil. A la altura de 1939-1940, con la apoteosis del fascismo en Europa, muchos en la España de Franco abrazaron las prácticas políticas, actitudes y valores fascistas, pero estas se fundían y mezclaban con la moralidad católica, con el conservadurismo, el tradicionalismo. Se puede considerar la afiliación de excombatientes a Falange Española Tradicionalista y de las JONS como prueba defascistización, pero hubo quienes pedían el carnet del partido para obtener así prebendas y ventajas, sin convertirse ideológicamente. Precisamente, en mi libro revelo en qué medida los falangistas se hicieron con el control de la gestión de privilegios de los excombatientes para así predicar su ideología fascista entre ellos, y explico hasta qué punto esta estratagema fue exitosa, y qué consecuencias tuvo a largo plazo.

-Entre los propios excombatientes, ¿cómo les fue la convivencia, entre ellos, teniendo en cuenta que unos estaban más cerca del fascismo que otros?

-Es una pregunta muy interesante. En diversos momentos clave de la historia de los excombatientes franquistas se reveló la importancia de encontrar un equilibrio entre unos grupos ideológico-políticos y otros. No obstante, entre la diversidad de excombatientes se mantenía un elemento decisivo y unificador, que era la lealtad a Franco. Al principio, Falange controlaba la organización de excombatientes e imponía por la fuerza la prioridad de mantener la unidad. Sin embargo, a comienzos de los años sesenta, como cuento en la última parte del libro, el excombatentismo empezó a fragmentarse. La convivencia entre ellos no fue casi nunca precaria; aunque muchas veces estos hombres, imbuidos de masculinidad franquista, fueron conflictivos, les unían enemigos comunes.

-Conforme el nazismo alemán y el fascismo italiano iban perdiendo fuerza a raíz de la II Guerra Mundial, ¿qué cambios viste que experimentaron, aquí, los excombatientes franquistas?

-Una cierta pérdida de presencia pública y política, el enfriamiento de su cultura de guerra, y un anquilosamiento organizativo. Después llegó el catolicismo para cubrir el vacío dejado por el fascismo y contribuir a la salvación del régimen; así que las actividades de los excombatientes se centraron más en la práctica religiosa, a través de cofradías locales, etc. En cientos de pueblos de todo el país, la única ocasión que tenían los excombatientes de tener presencia en el espacio público era sacando a hombros el paso en Semana Santa o en las fiestas patronales. Lo más importante es que durante esos años, la Autarquía repartió el hambre también entre las masas de excombatientes franquistas, que se centraron en su supervivencia, aprovechándose obviamente de sus privilegios que otros no tenían.

¿Cómo ha sido el trabajo de documentación de este libro?. Háblanos(nosotros todavía estamos leyendo el libro…) de las entrevistas, testimonios orales y demás…y de tus sensaciones conforme ibas descubriendo cosas…

-El libro tiene su historia… A raíz de nuevas preguntas de investigación que me habían surgido durante la redacción de mi anterior libro, Lazos de Sangre, empecé a buscar respuestas en archivos, ya que la bibliografía sobre excombatientes de la guerra civil era prácticamente inexistente. En el Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares) empecé a consultar los primeros legajos del fondo de la Delegación Nacional de Excombatientes. Esto fue a mediados de 2008. Allí me encontré historias fascinantes, que me enamoraron del tema. El fondo documental estaba desordenado, polvoriento y la gran mayoría de legajos, incluido el fichero de miembros de la DNE, tenían prohibido el acceso de investigadores. De hecho llegaron a rechazarme, tachándolas con un bolígrafo delante de mí, las solicitudes de legajos que contenían documentos de comienzos de los años 60. (Por la ley que limita el acceso a documentación con menos de 50 años de antigüedad). Esto no hizo sino incrementar mi curiosidad, y afortunadamente, conforme realicé la investigación, se fueron abriendo poco a poco más legajos a mis ojos. (Actualmente se pueden consultar todos). También en la Biblioteca Nacional pude leer en unos meses docenas de libros de memorias de excombatientes; recuerdo que llegué a tener pesadillas sobre la guerra. Con una beca del Gobierno de Aragón en la Residencia de Estudiantes pude instalarme en Madrid durante más de un año para investigar y escribir. Tengo maravillosos recuerdos de esa etapa, y el ambiente poético de la Residencia sin duda influyó en mi manera de escribir sobre la historia. También investigué mucho en archivos locales, para poder sumergirme en el ambiente lúgubre de la posguerra que vivieron los excombatientes franquistas. No entrevisté más que a uno de ellos, no obstante, porque en esa entrevista, aunque comprendí algunas cosas interesantes y difíciles de entender de otro modo, me di cuenta de que la alambicada retrospectiva desde el siglo XXI no me servía para responder las preguntas que me hacía. Me fue muy inspirador, eso sí, entrevistar a un joven excombatiente norteamericano de la guerra de Irak, al que pude conocer en Madrid. Eso me ayudó a despojarme de algunas ideas preconcebidas sobre la identidad excombatiente en general. Pero en definitiva basé mi investigación en los documentos de archivo, y en la lectura de mucha bibliografía académica. Sobre todo estudié la historiografía francesa, durante una estancia en Paris que fue importantísima para mi a la hora de aplicar conceptos como el de “cultura de guerra” a la historia de los excombatientes franquistas.

-¿Cómo era un combatiente franquista? ¿Y cómo era un combatiente franquista, durante la guerra y la violencia, que “comulgaba” con el fascismo?

-Es difícil responder a estas preguntas. Dado que el ejército franquista se creó a partir de una leva por quintas en todas las provincias españolas bajo su control durante la guerra civil, en realidad los combatientes de Franco fueron simplemente un grupo de edad masculino, en el que no obstante predominaban los pequeños campesinos, y jóvenes de clase media y media-baja de las pequeñas ciudades españolas. Además en el seno del ejército había enormes diferencias sociales. Por ejemplo, los alféreces provisionales, mucho más ideologizados y arrojados en combate, provenían de estratos sociales más acomodados, y con estudios. Combatientes que comulgaran realmente con la ideología fascista, que en España representaba el falangismo, había al principio muy pocos. Entre estos estaban aquellos que iban a los pueblos a detener a los “rojos” para fusilarlos. Ahora bien, muchos otros hombres se unieron, voluntariamente o no, a las unidades militares de Falange durante la guerra, y en su seno sí que había una ideologización a través de rituales que les inculcaron la mística fascista de la violencia. Las prácticas violentas del fascismo hasta entonces se habían limitado al paramilitarismo y la agresión callejera, y las milicias falangistas las extendieron al combate en el frente. Combatientes ideológicamente fanatizados como aquellos podían guerrear con más arrojo o entrega, lo que no significa que fueran mucho más eficientes, sino sólo que murieron con mayor frecuencia. Las guerras modernas las ganan la tecnología y los recursos. Ahora bien, he dejado claro en mi libro que el franquismo sacó muchos réditos políticos de aquella cultura de guerra que mitificaba el combate y la violencia. Eso sí fue decisivo.

-¿Cómo vivieron la victoria, si es que en las guerras se puede hablar de victoria, los combatientes franquistas?

-Algunos emborrachándose y lanzando granadas de mano a la manera de fuegos artificiales. La gran mayoría aliviados por haber sobrevivido y preocupándose por volver a casa cuanto antes. Se trataba de una guerra civil, pero pocos pensaron en que el país se autodestruía; en mi opinión, los más se dejaron llevar por aquella “embriaguez victoriosa”, como lo llamó Gironella. Era hasta cierto punto normal: una victoria en una guerra total abre un abanico de expectativas inmenso, aunque en España la cruda realidad pronto las echaría todas abajo. Hablando de los combatientes franceses en la Gran Guerra, un historiador, Bruno Cabanes, ha escrito: “la victoria es, por esencia, el momento brutal donde todo parece posible”.

-¿Cómo fue su desmovilización y los primeros días de posguerra?. ¿Cómo un excombatiente afronta un día a día, después de la guerra? ¿Y el retorno al trabajo?

-La reintegración en la sociedad es un proceso que forma parte del “rito de paso” de la experiencia de guerra, por utilizar la perspectiva antropológica que empleo en mi libro. Los excombatientes se sentían diferentes e incómodos. Además, salvo para la élite franquista con poder, las penurias de la posguerra hicieron que el día a día se convirtiera en una cadena de decepciones. Baste decir que lo primero que se encontró la quinta de 1930 tras ser desmovilizada fue el decreto imponiendo el racionamiento en todo el país. El trabajo, escaso, se convirtió en otro campo de batalla para los excombatientes. Con todo ello, de manera sorprendente, el régimen se las arregló para no solo conservar, sino reforzar, las lealtades de los excombatientes.

-¿Cómo fue la relación que los excombatientes franquistas establecieron con alcanzar diferentes estatus dentro de la sociedad..?¿En qué se vieron privilegiados por encima de cualquier otro ciudadano?

-Desde muy pronto, leyes y organismos otorgaron privilegios a los excombatientes en el acceso al trabajo público y privado. Esto era la cara de la moneda; la cruz había sido la amplia depuración del funcionariado de la república y la represión física y económica. Pero en mi opinión, es simplista presentar una situación en la que los vencidos se vieron sometidos y perdieron todo, mientras que los vencedores, los excombatientes franquistas, alcanzaron un mayor estatus social y gozaron de amplios privilegios. La realidad, más compleja, es que los vencidos ciertamente pagaron todas las culpas, pero entre los supuestos excombatientes vencedores también había acentuadas jerarquías sociales y políticas, sometimiento, represión, y una competición feroz por las migajas de los banquetes que se literalmente se daban las elites.

-Háblanos, por favor, un poco de la relación de los excombatientes como mito utilizado por Franco…

-La mitificación de los excombatientes como parte de la cultura de guerra franquista explica, precisamente, que el sistema jerárquico de gestión de privilegios arriba explicado se sostuviera durante lustros. En mi libro doy una buena muestra de narrativas, discursos, representaciones, incluso poemas en que los franquistas exaltaron la figura del excombatiente de una manera muy particular: ensalzando su obediencia y su sumisión.

¿Cuántos de ellos, y empujados por qué, se fueron con la División Azul? ¿Qué papel desempeñaron, algunos de ellos, en la Guerra Fría?

-La mayoría de los hombres que fueron a la División Azul no había combatido la guerra civil española, porque de hecho, ir a Rusia sirvió para obtener el mérito de la condición de excombatiente a quienes no experimentaron la “Cruzada”. Un especialista en la División Azul, Xosé Manoel Núñez Seixas, me comentaba recientemente que los sargentos provisionales de la guerra civil se alistaron muy habitualmente a la División Azul. Es probable que lo hiciesen para alcanzar un rango mayor por méritos de guerra, y así hacer carrera militar. Pero había muy diversas motivaciones. Estos excombatientes, después de la Segunda Guerra Mundial, pasaron unos años de ostracismo, pero durante la Guerra Fría, en la década de los cincuenta, pudieron volver a salir al espacio público. Dedico un capítulo en mi libro a examinar el surgimiento, a mediados de los 50, de las hermandades de excombatientes de la División Azul. El clima internacional anticomunista facilitaba el fenómeno, aunque el excombatentismo divisionario siempre tuvo cuidado de presentarse como adalid del catolicismo y la cristiandad, que decían habían ido a defender a Rusia. Una tergiversación de la realidad histórica. Cabría decir, no obstante, que en el proceso de rehabilitación internacional de la dictadura de Franco que tuvo lugar durante los años cincuenta, los excombatientes de la División Azul no eran la mejor carta de presentación. Aun así, disfrutaron del beneplácito del poder.

-Los excombatientes vivieron bastante organizados con Congresos y demás ¿Cómo fue esta iniciativa y cómo prevaleció en el tiempo?

-La verdadera peculiaridad del excombatentismo franquista es que, a pesar de que existía la organización de la Delegación Nacional de Excombatientes desde 1939, no hubo ningún congreso de excombatientes hasta… 1952! Esto contrasta enormemente con los movimientos excombatientes de otros países democráticos, en los que eran muy habituales asambleas y tumultuosos congresos donde se trataban todo tipo de problemas. La dictadura, en cambio, no permitió tales cosas a los excombatientes franquistas hasta mediados de los años cincuenta, y aún entonces fue muy tímidamente. Fue en la década de 1960 cuando empezaron a hacerse numerosas asambleas de excombatientes franquistas, aunque reducidas al nivel local o provincial, actividades y concentraciones como las de la Hermandad Nacional de Alféreces Provisionales. Aquello sí que perduró, y acentuó todavía más su carácter político hasta los años de la transición.

-Los últimos excombatientes ¿ha habido muchos que han seguido “activos políticamente” hasta nuestros tiempos más recientes?

-El deterioro biológico lo ha impedido. La identidad excombatiente es para siempre, puede reprimirse, pero reaflora con suma facilidad, y en ese sentido todavía quedan residuos de las organizaciones excombatientes franquistas, aunque sean continuadas por herederos, como recientemente se vio en los medios de comunicación tras el escándalo de un homenaje oficial a excombatientes de la División Azul. Pero la vejez, si no cambia las ideas, agota las energías. Dedico unas páginas de mi libro a examinar cómo los excombatientes afrontaron el cambio generacional, y el conflicto con sus hijos en el entorno familiar durante los años sesenta. Durante la transición todavía hubo una importante agitación política protagonizada por excombatientes franquistas. Pero ya en democracia, es muy significativo que, aunque esto no se conozca mucho, surgió alguna asociación de veteranos de la guerra civil que reunía a excombatientes de ambos bandos, con una orientación plenamente democrática. Desapareció ya, por fallecimiento de sus miembros, de elevada edad; pero al menos fue un final positivo de una historia que no obstante continúa viva en la memoria de las gentes y ahora en los libros.

 

Los excombatientes franquistas fueron una parte fundamental del apoyo social al régimen de Franco, realidad que justifica observar el excombatentismo franquista con la misma perspectiva empleada para estudiar los fascismos europeos. Este libro analiza, por un lado, la historia de la principal organización de excombatientes de la dictadura franquista, la Delegación Nacional de Excombatientes de FET-JONS, y, por otro lado, la cultura de guerra que los veteranos de guerra mantuvieron viva en España durante décadas. Se explica cómo el encuadramiento, los discursos y representaciones y los mecanismos de gestión de privilegios sociales permitieron al régimen franquista manipular en su beneficio las identidades excombatientes de aquellos hombres marcados por la experiencia de la guerra civil española.

 

Ángel Alcalde

Es licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza. Autor del libro Lazos de Sangre. Los apoyos sociales a la sublevación militar en Zaragoza. La Junta Recaudatoria Civil (1936-1939) (Institución «Fernando el Católico», 2010) y de varios artículos sobre los excombatientes franquistas. Fue becario del Gobierno de Aragón en la Residencia de Estudiantes de Madrid y ganador de un accésit del XI Premio de Jóvenes Investigadores de la Asociación de Historia Contemporánea. Ha participado en seminarios y realizado estancias de investigación en universidades de Francia,

Alemania e Italia. En el Instituto Universitario Europeo de Florencia culmina su tesis doctoral acerca de la relación entre los excombatientes y el fascismo.