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Los cuatro años negros de matanza en La Tiyera se unen a la querella argentina contra el franquismo

El Plural,  16/07/2014 | 17 julio 2014

_PrElPluralDesde 1937 a 1941 se prolongaron las torturas y asesinatos a manos de falangistas y guardias civiles en el pueblo minero asturiano

 

A. MOYA

Asesinatos a palos, torturas hasta la muerte… falangistas y guardias civiles acabaron entre 1937 y 1941 con una serie de personas sobre todo pertenecientes a tres familias en la localidad asturiana de La Tiyera en un acoso terrible y sangriento que saldrá a la luz, después de que los nietos de los asesinados presenten la denuncia este jueves 17 de julio, en el consulado de Argentina en Madrid. Quieren que sus testimonios lleguen a la querella contra los crímenes del franquismo que se instruye en un juzgado de Buenos Aires. Unos episodios propios de una película de terror que fue real.

Relata la Comuna d’Asturies, el grupo asturiano que forma parte de CEAQUA (Coordinadora estatal de apoyo a la Querella Argentina contra crímenes del franquismo) que La Tiyera es un pequeño pueblo a caballo entre la parroquia langreana de Ciañu y la mierense de Santa Rosa, en el alto que separa los dos concejos.

Fugados al monte

En la Tiyera se dedicaban en las primeras décadas del siglo XX a la explotación del carbón y era un núcleo con mucha actividad sindical y política, y explican que “con la caída del frente de Asturias, algunos de sus vecinos se fugaron al monte y la represión caería sobre ellos y sus familias a manos de la Falange y la Guardia Civil”.

Una auténtica masacre

“Con media docena de casas y una docena de familias viviendo en ellas, La Tiyera sufrió entre 1937 y 1941 una auténtica masacre: 15 vecinos resultaron muertos, otros siete pasaron por las prisiones y campos de concentración, y otro fue desterrado”.

Torturados hasta la muerte

A Vicente Rodríguez Rodríguez y a Cecilio González les sacaron de sus casas en febrero de 1937, seis días después de la entrada en Gijón de las tropas franquistas. Les iban a llevar al cuartel de la Guardia Civil en Santu Miano. Cuentan de La Comuna que por el camino los torturan hasta matarlos y que los dejaron allí en el monte, enterrados. Sus familiares no pudieron trasladar sus cuerpos a un cementerio hasta 1952.

Escenario de violencia

“En marzo, el vecino Jesús Iglesias falleció en la cárcel por el hambre y las torturas. En La Tiyera el panorama no era mejor. Allí se instaló un cuartel donde actuaban miembros de la Guardia Civil, del Ejército, falangistas, mercenarios de Marruecos… un escenario de violencia y muerte. Nada más quedaban las mujeres, los niños y los viejos, porque los jóvenes habían huido al monte o estaban escondidos”, continúan.

Detenciones y asesinatos

En diciembre de ese mismo año, detuvieron a dos hijos de Vicente, Antonio y Onofre Rodríguez Zapico, que estaban fugados. Fueron condenados a muerte, aunque la pena se conmutaría más tarde por 30 años de prisión. Para la familia la tragedia no terminó allí. En 1938, asesinaron a balazos a otro hermano, Vicente Rodríguez Zapico, que estaba escondido en casa de una vecina, Carmen, a la que internaron en el campo de concentración de Arnao, en As Figueiras (Castripol).

A palos como represalia

En octubre, otra vez en el alto de Santu Miano, mataron a palos a Pilar Terente Fernández y a Amada Zapico Zapico, que tenía a su marido, Tomás Fernández Zapico, huído en el monte. Pilar, viuda, había tenido que abandonar su casa con cinco de sus hijos porque se la habían quemado como represalia.

Nadie pudo enterrar sus cuerpos

El motivo de tan bárbara ejecución fue que su hijo mayor, Belarmino, de 17 años, también estaba en el monte escondido para no tener que alistarse en el Ejército franquista. Los dos hijos pequeños de Amada se quedaron con los abuelos. Nadie pudo enterrar los cuerpos de Pilar y Amada porque sus asesinos los tiraron por la chimenea de una mina.

Belarmino ejecutado

Pero a Belarmino Fernández Terente, el hijo de Pilar, finalmente le atraparon. En mayo de 1939 la guardia civil le asesinaba en el monte. Los otros cinco hermanos que tenían entre 16 y 7 años, se habían marchado a servir como criados a otros pueblos. En julio, condenan a muerte a Samuel Solís Fernández y lo fusilaron en las paredes del cementerio de Oviedo.

Sangre y palizas

La historia no concluyó aquí: El testimonio de los familiares continua que en abril de 1940 un grupo de la “brigadilla” asesinó a Tomás Fernández Zapico, marido de Amada Zapico, y a Aladino García Fernández, que estaban escondidos en una casa cerca de La Tiyera. Quemaron la casa y se dirigieron al pueblo. Allí encontraron a dos mujeres que estaban lavando y les dieron una paliza.

Internada en el psiquiátrico

“Eran Benigna González Llaneza y Josefina Terente Zapico. A Josefina tuvieron que internarla en el Psiquiátrico y nunca se recuperó. En ese mismo mes, la guardia civil mató a Silvino Iglesias Iglesias cuando estaba escondido con otros en Cardiñuezo (Ciañu).

Cadáveres expuestos en la plaza

Entretanto, otro vecino de La Tiyera, Manuel González, moría en la cárcel de El Dueso (Cantabria) debido al hambre y los malos tratos. En junio de ese año, un grupo de falangistas asesinó en una vivienda de la localidad a César Rodríguez Zapico, hijo de Vicente y Josefina, y a Eliseo Argüelles Álvarez. Los cuerpos estuvieron expuestos en la plaza del pueblo mucho tiempo, aunque sus familiares no pudieron enterrarlos ni supieron en dónde acabaron.

La cruel muerte de Josefina

El último caso de este rosario de matanzas data de octubre de 1941, cuando un grupo de falangistas asesinaron en su casa a golpes a Josefina Zapico Zapico, viuda de Vicente Rodríguez Rodríguez, que ya había estado desterrada, había visto morir a dos hijos y que tenía a otros dos en la cárcel.

Prisión y destierro

La represión también llegó a otros vecinos de La Tiyera en forma de prisión o destierro, recuerda La Comuna: “A Gil González Zapico, otro de los hijos de Vicente y Josefina, le desterraron. A Maximino, otro hermano, lo enviaron al campo de concentración de As Figueiras, que era el método que usaba el régimen franquista para cortar la ayuda que las familias daban a los ‘fugaos’ en el monte. Con él iban su mujer Delfina Fernández Iglesias y su hijas más pequeñas, Predestina y Dorina.

Los nietos piden justicia

Después de muchos años de horror y silencio, sus familiares pedirán justicia ante la jueza argentina. Presentan las denuncias Maximino Rodríguez Fernández (nieto de Vicente y Josefina), Vicente Fernández Zapico (sobrino de Amada y Tomás), y Joaquín y José Ramón Fernández García (nietos de Pilar y sobrinos de Belarmino).

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