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La jerarquía eclesiástica no quería que se llamase ‘cruz’ al monumento de O Castro»

La Voz de Galicia, 10-09-2014 | 11 septiembre 2014

cruz-catroEntrevista al profesor que elaboró el informe en el que se basó el juez para dictar el derribo

 

Jorge Lamas vigo / la voz  10 de septiembre de 2014

El doctor en Historia de la Universidad de Vigo José Ramón Rodríguez Lago es el autor del informe pericial que aportó la Asociación Viguesa pola Memoria Histórica do 36 en su demanda judicial para solicitar el derribo de la Cruz del Castro. Para el profesor universitario debe llamarse Monumento a los Caídos.

-¿Es habitual la participación de un historiador en la elaboración de un informe pericial?

-Los historiadores podemos ser reclamados por las asociaciones cívicas e instituciones públicas para aportar nuestro conocimiento en materias de discusión jurídica. Forma parte de nuestra responsabilidad ciudadana y profesional. No soy el primero, ni seré el último historiador en actuar como perito.

-¿Cómo afrontó el encargo?

-La asociación solicitó mi actuación como perito tras conocer mis investigaciones previas y mis publicaciones sobre el papel de la Iglesia y de los católicos de Galicia durante la Guerra Civil y la dictadura.

-¿Cómo elaboró su informe?

-La prensa de la época, la documentación de archivos civiles y eclesiásticos y la extensa bibliografía publicada en el ámbito nacional e internacional sobre este tipo de monumentos del repertorio propagandístico fascista, sirvieron para arropar el informe pericial. Mis investigaciones en el Archivo Secreto Vaticano sirvieron además para estudiar en profundidad la posición de la Santa Sede frente a estos monumentos, diseñados, financiados, erigidos y celebrados por Falange, de los que las principales autoridades eclesiásticas se mostraron siempre distantes, cuando no claramente contrarios a su construcción, como ocurrió con el cardenal Segura.

-¿Incidió en algún aspecto?

-El argumento presentado por el Concello para mantener el monumento, afirmaba principalmente que se trataba de un símbolo religioso, propio de culto católico. Como la sentencia señala con claridad, el informe pericial demuestra que el Monumento a los Caídos respondió desde sus inicios al clásico repertorio propagandístico del ceremonial fascista, similar al de la Alemania nazi o la Italia de Mussolini. Nunca estuvo en terrenos que fuesen propiedad de la Iglesia y nunca sirvió para realizar ceremonias litúrgicas organizadas por la Iglesia. El monumento fue concebido para exaltar el golpe militar de 1936, la victoria de los sublevados y la represión sistemática realizada desde esa fecha. Así fue entendido desde el principio, y así lo entiende una parte de la ciudadanía, y muy especialmente las víctimas de la represión y sus descendientes. Para ellos, sigue siendo una herida urbana en su memoria.

-¿Y la decisión del pleno de 1981 de cambiar el sentido del monumento?

-Es una decisión que le corresponde dictaminar a las instancias judiciales. Como historiador, me sorprendente que se apele a una decisión tomada por la corporación en 1981, cuando estaba muy presente la intentona golpista del 23-F, y que ni siquiera llegó a cumplirse, pues, como afirma la sentencia, todavía hoy no existe una placa que haga mención a las víctimas de la guerra y de la dictadura. La consideración del lugar como monumento de reconciliación, tal y como está actualmente, resulta del todo improcedente, cuando no cínico, porque jamás se realizó un acto público de rehabilitación de la memoria de los asesinados y no existe testimonio alguno en el lugar que así lo recuerde. Como ciudadano, me resulta chocante que la corporación de 1981 mostrase más valor y respeto por las víctimas de la guerra que la actual corporación. Son situaciones lamentables que debían haberse resuelto hace ya mucho tiempo.

-¿Podría aplicarse su argumentación a otros monumentos?

-Son las instancias judiciales las que deben emitir sus sentencias. Sin embargo, creo que cada día es más claro, al menos desde el ámbito jurídico internacional, que la pervivencia de estos monumentos del memorial fascista sin que hayan sido dotados de un sentido que facilite la reconciliación y la reparación pública del dolor de las víctimas y su allegados, es una flagrante anomalía democrática. El reciente informe aprobado por el Relator Especial del Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha sido tajante y explícito en este sentido, presentando sus conclusiones ante el Gobierno de España y las instituciones públicas, para que se tomen las medidas necesarias para paliar esta situación irregular y claramente injusta.

-¿Hay más casos similares a esta cruz en Galicia?

-El Monumento a los Caídos de Vigo -los documentos confirman que las principales autoridades eclesiásticas trataron de evitar que se denominaran cruces los monumentos falangistas- responde al repertorio clásico de utilización política de los símbolos católicos por parte de los fascismos, como ocurrió en la Alemania nazi o la Italia fascista, por lo que persisten monumentos similares. El caso de Vigo es relevante por su ubicación estratégica en un terreno municipal, justo en frente de la sede del Concello, y que sigue siendo un lugar icónico de la imagen pública de la ciudad, ante sus ciudadanos y ante el mundo entero.

-¿Tiene alguna opinión respecto a quienes se inclinan hacia el olvido, aludiendo a la concordia?

-Psicólogos y sociólogos han trabajado en las complejas repercusiones de esta cuestión y los juristas estudian los relevantes aspectos relacionados con el «derecho a la memoria» y el «derecho al olvido». Lo que no existe desde el punto de vista democrático es la obligación de olvidar, sobre todo cuando esa obligación viene impuesta por otros, que pueden mostrarse ajenos e indiferentes ante el dolor de las víctimas. Como historiador me preocupa la ignorancia sobre nuestro pasado más reciente, o la descarada e interesada manipulación que algunos hacen de un relato mítico que reproduce aspectos de la propaganda franquista. Como ciudadano me entristece todavía más la indiferencia o el desprecio que suscita el dolor de las víctimas. Creo que es una de las peores herencias del denominado franquismo sociológico.

http://www.lavozdegalicia.es/noticia/vigo/2014/09/10/jerarquia-eclesiastica-queria-llamase-cruz-castro/0003_201409V10C3992.htm