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La Medalla de Oro de la Ciudad de Sevilla, en posesión de un militar que usaba a niños como escudos humanos

Moe de Triana, 20-10-2014 | 21 octubre 2014

3980610Castejón fue el encargado de hacer ‘limpieza’ en los barrios obreros de Sevilla

 

‘Haber mirado mal al cura’ era motivo de inmediata ejecución para los militares golpistas a su cargo

Tras la presentación de una propuesta por parte de Izquierda Unida, en pleno municipal celebrado con fecha 18 de julio del 2008, el Ayuntamiento de Sevilla acuerda por unanimidad de todos los grupos políticos, exceptuando la abstención del PP, retirarle la medalla de oro de la ciudad y el título de Hijo Adoptivo de la misma Gonzalo Queipo de Llano, Jefe del Ejército del Sur, por su responsabilidad junto a Franco -al que también se le retiró la distinción y el título de Hijo Adoptivo- en el golpe de Estado acaecido en la capital hispalense que causó daños y pérdidas irremediables en cientos de familias. Sus brutales métodos de represión durante el alzamiento militar describían detenciones, violaciones, fusilamientos y castraciones como recogen los títulos De la agitación republicana a la represión franquista, de Julio Prada Rodríguez o el ya mencionado en otros posts de este blog, El Holocausto Español, del británico Paul Preston. Ser votante de izquierdas, tener familia republicana, haber discutido con alguien sobre política o simplemente “mirar mal al cura”, eran considerados delitos susceptibles de una inmediata ejecución por el feroz militar.

Pero a pesar de ser la figura clave golpista dentro de Sevilla, Queipo no se encuentra solo y cuenta con una mano derecha capaz de llevar a cabo de la manera más fría posible cualquiera de sus órdenes: nos referimos al comandante Antonio Castejón, al que también se le hizo entrega de la Medalla de Oro entregada por la ciudad el 13 de julio de 1961, quien bajo la sombra de Queipo realizara auténticas barbaridades entre la ciudadanía mientras se llevó a cabo la toma de los barrios obreros ante la resistencia ofrecida por los vecinos que se oponían al golpe de Estado. Bajo el apelativo de ‘El Carnicero’, este militar cimentó su fama de sanguinario en las intervenciones que protagonizó tanto en la capital andaluza como en los municipios de Alcalá de Guadaira y Puente Genil, prosiguiendo su ruta del terror más allá de Andalucía en sus conquistas de Badajoz y Toledo.

A través de la hemeroteca digital de ABC puede verse como el diario del viernes 14 de julio de 1961 recogía la mencionada noticia a página completa, anunciando la entrega de la insignia al Teniente General Don Antonio Castejón Espinosa, siendo ésta “el reconocimiento sincero que Sevilla debía a quien heroicamente la sirvió a la hora de su liberación y en sus cuitas de paz”. La noticia prosigue “Y gracias a su empuje valeroso él y sus huestes liberaron de la amenaza marxista a los populares barrios sevillanos, redondeando la hazaña gloriosa de aquel inolvidable Queipó de Llano ‘torre de buen humor y optimismo’ según Pemán”.

En la publicación puede leerse además la moción de la alcaldía sevillana aprobada el 12 de julio de 1961 con el fin de hacerle entrega de la Medalla de Oro, considerando los hechos perpetrados por Castejón “actuaciones benefactoras en interés de la ciudad”. Una sucesión de alabanzas que prosigue con la decisión de hacerle entrega de dichos honores en el XXV aniversario del Alzamiento Nacional: “Pocas veces podrán aunarse en la misma persona los méritos y valimientos que concurren en el Excmo. señor Don Antonio Castejón Espinosa y que lo hacen acreedor a tan elevada distinción, ya que su agradecimiento viene justificado tanto por los servicios preeminentes prestados a la ciudad como por aquellos otros que nimbados de gloria y esmaltados con los lauros del triunfo, hubo de prestar con arrojo singular por la Patria”. Dicho bando prosigue definiendo a los arrabales sevillanos como “teatro de los crímenes y desafueros de los marxistas”, que supuestamente fueron salvados por el heroísmo del comandante. Cabría señalar que todos estos méritos también le valieron al militar para tomar posesión del título de Hermano Mayor honorario en las hermandades de Semana Santa de La Macarena, Soledad, ‘El Cachorro’, ‘El Baratillo’ y Santa Genoveva, en la que tuvo especial relevancia, realizando donaciones a la misma y llegando incluso a presidir una procesión extraordinaria de la virgen de la hermandad por las calles de la feligresía.

Castejón: el conquistador de arrabales

La llegada de Antonio Castejón a Sevilla tiene lugar el 20 de julio de 1936. Tras ocupar en nombre de los rebeldes la Alta Comisaría de España en Marruecos ubicada en Tetuán, el comandante se traslada en un avión Fokker al frente de un pequeño grupo de legionarios. Tras su llegada a la ciudad se pone a las órdenes del general Gonzalo Queipo de Llano, el historiador Manuel Tuñón de Lara narra que nada más llegar, Queipo les hace montar en camiones y dar vueltas por todas sus calles y plazas para simular tener más hombres de los que en realidad había. Su primera misión es la “limpieza” que le encarga Queipo de Llano tan solo un día después de su llegada: el 21 de julio, al frente de la 5ª Bandera de la Legión, asalta el barrio de Triana, aplastando cualquier foco de resistencia. En los cuatro días posteriores conquista el resto de barrios obreros, eliminando a todo opositor. Guillermo Cabanellas resume así los métodos de Castejón: “Las operaciones de limpieza que emprende son de extremo rigor punitivo para cuantos se oponen: los heridos son rematados en el acto y casi todos los prisioneros son pasados a cuchillo o fusilados poco después”.

En sus asedios a Triana y la Macarena, Castejón no se conforma con detener, tirotear o torturar a sus rehenes: yendo aún más allá se dedica a usar en los asaltos como escudos humanos a mujeres y niños secuestrados en saqueos previos para hacer frente a los antigolpistas: “No se dudó en anteponer delante de la legión a hombres, mujeres y niños como parapetos humanos para asaltar las barricadas”, indica José María García Márquez en su libro UGT de Sevilla. Golpe militar, resistencia y represión, que recrea de manera macabra como se sucedió la embestida contra la ‘Sevilla roja’. A consecuencia de ello Natividad Morales López, de 3 años de edad, Valeriana Romero Baena, de 5 años de edad, y Manuel Chaves Maqueda, de 12 años de edad fueron asesinados durante el mencionado hostigamiento frente a la Puerta de Córdoba, como bien recogen el registro de víctimas y el Foro por la Memoria de Huelva, no siendo estos los únicos menores expuestos ante el fuego cruzado para alcanzar el objetivo marcado de la victoria. En el libro Andalucía y la guerra civil: estudios y perspectivas, se narra con lujo de detalles la carga contra Triana y el despliegue de efectivos que fue preciso para su toma.

Otro de los macabros métodos del comandante cuando se adentraba en una localidad o pedanía, era el de hacer que las gentes de “orden”, los habitantes simpatizantes con la sublevación militar, le presentaran una lista de quienes se hubieran destacado por sus ideas de izquierdas o republicanas. El número tenía que ser, invariablemente, el 1% de la población total: vecinos que serían fusilados ante su pelotón sin la menor carga de conciencia por parte de los tiradores. Así avanzaba la escalada de Castejón a través de toda la sierra de Huelva y buena parte de Extremadura exterminando de su camino a miles de personas.

Este capítulo de la historia negra sevillana no debería pasar inadvertido para las autoridades que a día de hoy aún consienten que dicho general siga ostentando uno de los mayores honores de la ciudad. No es justo que un militar que ha sembrado el pánico dejando un reguero de muertos en los barrios más históricos y señeros de Sevilla siga en pertenencia de esa condecoración manchada de la sangre de quienes perdieron su vida por enfrentarse a la tiranía militar golpista o simplemente por pensar diferente que su legión asesina.

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