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Esteban, Ramón, Hipólito… en Mauthausen

La Tribuna de Toledo, 28 de enero de 2015 | 29 enero 2015

_PrLaTribunaToledo 120 X 120Día Internacional del Holocausto

 

 

M.G./ Рmi̩rcoles

El hambre. Eso fue lo más duro para Esteban Pérez, el preso 5.042 de Mauthausen. Un toledano que permaneció cuatro años en este campo de concentración austríaco contando los días. «He visto a españoles caerse muertos  pensando en sus familias. Les decía que no pensaran en nadie si querían volver a verlas, que tenían que intentar aguantar, pero muchos caían desmoralizados». En el patio del barracón que construyeron un grupo de cien españoles poco después de su llegada había siempre algún muerto por el suelo. Se morían de pena, se sentaban en cualquier lugar, arrebujados por el frío y dejaban de respirar.

Esteban Pérez, de Portillo de Toledo, relató su historia en La Tribuna el 15 de marzo de 2009. Tenía 99 años y muchas ganas de vivir aunque estuviera atropellado de las piernas. Ylo hizo porque este superviviente de Mauthausen ha muerto recientemente, el 15 de noviembre de 2014, con casi 104 años de vivencias.

El hambre también cegaba a Ramón Bargueño, de Recas, en Mauthausen, pero le costó caro. La gusa podía más que los riesgos y de vez en cuando él y algún que otro deportado más se acercaban a las cocinas del campo central, cerca de las cámaras de gas, pero los guardianes le sorprendieron un día y le obligaron a engullir cinco kilos de mermelada como represalia. El número 3.183 casi se muere de una indigestión, pero resistió y le terminaron apodando ‘El Mermelada’.  Su historia se cruzó con la del fotógrafo Francesc Boix, un buen amigo al que conoció en una compañía de trabajadores en Francia, meses antes de su traslado a Mauthausen. Ramón Bargueño se sirvió de su puesto de ordenanza  para ocultar parte del material fotográfico del catalán, un buen testimonio gráfico de las humillaciones y los asesinatos ocurridos tras las torres de vigilancia.

Estos dos toledanos merecen  este pequeño retazo de su paso por Mauthausen en el Día de la Conmemoración de las Víctimas del Holocausto y de la liberación del campo de concentración de Auschwitz por las tropas soviéticas, celebrado ayer. Ambos lo contaron y sabían que muchos otros españoles terminaban en la cámara de gas, en un laboratorio de experimentos, asesinados tras una dura jornada de trabajo, o caían muertos por hambruna y enfermedades. Ninguno se imaginó desde dentro la abultada lista de españoles fallecidos en estas instalaciones. Según las investigaciones más recientes, por Mauthausen pasaron unos 10.000 españoles y hubo más de 7.000 víctimas, la mayor parte del campo de Gusen, el apéndice de Mauthausen, situado a cinco kilómetros. Se calcula que 4.000 de ellos murieron allí en 1941.

‘El Libro Memorial’, de Benito Bermejo y Sandra Checa, publicado en 2006, recoge los nombres y apellidos de 8.700 españoles, pero investigaciones posteriores realizadas por el historiador Alfons Aragoneses añaden 450 víctimas más. En principio, de la provincia de Toledo se creyó durante mucho tiempo que hubo 189 deportados, pero lo cierto es que los documentos de muchos archivos alemanes han permitido sacar a flote cien nombres más que no se conocían porque no se contabilizaron algunas deportaciones desde los stalags, los campos para prisioneros de guerra, muy distintos a los campos de exterminio.

La mayor parte de los toledanos ingresó en Mauthausen y Gusen, aunque también hubo traslados a Buchenwald, Dachau, Aurigny y Neuengamme, aunque los dos últimos fueron casos contados.

De Toledo capital hay documentados 22 deportados, más de una decena fueron torturados y asesinados por los nazis, la mayoría en Gusen. Por ellos se colocó el año pasado un monolito en la plaza del Sofer, a propuesta de Izquierda Unida, para honrar la memoria de Pedro Castelló Hernández, Máximo Gil Serrano, Raimundo Herrero Toledo, José Rodríguez Tocinos, Luciano Rubio del Valle, Francisco Ruiz Benito, Emiliano Sotoca López y Gabriel Villacañas Suárez. Aunque el monolito se olvidó de Lorenzo Bueno Reojo, el número 10.965 de Gusen, nacido en Toledo, y su nieta insistió el año pasado a ver si la placa terminaba añadiendo su nombre, pero hasta la fecha no hay noticias.

Hipólito, abuelo de Bienvenido Maquedano, sufrió un calvario durante meses. Le metieron en un tren de la muerte con rumbo a Mauthausen en 1941 y ahí tuvo suerte de no morir en el camino como otros muchos por hacinamiento, hambre, calor o infecciones. El 14 de enero de 1941, días antes de que el tren llegara a su destino, se contabilizó la muerte de 70 españoles, todas ellas por ‘causas naturales’.

El nieto de Hipólito, Bienvenido Maquedano, decidió seguir los pasos de su abuelo en mayo de 2013, cogió un mes de excedencia en el trabajo, cargó su mochila y se marchó para reconstruir su historia desde que se exilió a Francia, tras cinco o seis años de investigación. Yaunque no encontró nada nuevo, tuvo la oportunidad de sentirse más cerca y de llegar a una conclusión:«Mi abuelo fue un superviviente hasta que se canso se sobrevivir», explicó a La Tribuna. Hipólito, el número 3.961 de Mauthausen, terminó con su sufrimiendo aferrándose a la valla electrificada del campo. Murió el 13 de noviembre de 1941.

http://www.latribunadetoledo.es/noticia/ZC0CD7773-0ED3-4017-8E8DF3E6C8CC3393/20150128/esteban/ramon/hipolito/mauthausen