Federación Foros por la Memoria
Comunicados y Documentos de la Federación
Noticias
Agenda
Artículos y Documentos
Home » Artículos y Documentos

La caza del nazi de Carcaixent

SepiaVlc, 19-01-20015 | 21 enero 2015

MaksLuburicEl general croata Luburic, encargado de dirigir el campo de Jasenovac, se afincó en Valencia

 

 

Posted by Borja on 19 enero, 2015

En plena segunda guerra mundial, entre los años 1941 y 1945, funcionó en suelo croata una red de campos de concentración entre los que destacó sin duda el campo de Jasenovac, donde murieron más de 500.000 personas. Este campo era una especie de versión perversa -más si cabe- de los que el Tercer Reich tenía diseminados por Alemania y Polonia; la principal diferencia es que el método de exterminio por excelencia, en lugar de las cámaras de gas, eran los martillazos. Otra diferencia es que el objeto primordial de exterminio -más allá de judíos, comunistas, gitanos, etc.- eran los serbios de religión ortodoxa. También se caracterizaba por la extrema crueldad con que eran tratados ancianos, mujeres y niños. La cosa llegaba tan lejos que en 1942 un informe de la Gestapo alertaba a Heinrich Himmler de la barbarie que tenía lugar en Jasenovac.

Todo esto se producía bajo la férula del Estado Independiente Croata, un títere del Reich alemán que estaba dirigido por la Ustacha, una versión nacionalista croata y ultracatólica de los nazis. El General Vjekoslav Maks Luburic era el ustashi encargado de dirigir el campo de Jasenovac; quien presumía, entre otras atrocidades, de haber matado de una tacada a 130 serbios con sus propias manos en una apuesta. ”Hemos asesinado en Jasenovac a más gente que el Imperio otomano durante su larga estancia en Europa”, declaraba todavía en 1942. Ante el avance de los partisanos en los Balcanes, miles de ustashi huyeron, aunque otros prefirieron formar guerrillas en las montañas. Entre los que escaparon estaban Maks Luburic y el Caudillo del Estado Croata: Ante Pavelic.

Como tantos otros criminales de guerra nazis, muchos de los ustashi fueron a parar a la Argentina de Perón y a la España de Franco. Además, los ustashi contaron con la ayuda incondicional de la Iglesia católica. De este modo, mientras Pavelic terminaba en Argentina, Luburic lograba ingresar en España vestido de monje Franciscano después de un periplo por distintos países de Europa. Con el apoyo del Padre Oltra -confesor de la familia Franco- Luburic pasa por el monasterio Franciscano de Gilet y las localidades de Moraira y Benigànim para establecerse finalmente en Carcaixent.

Bajo la identidad tan falsa como ridícula de Vicente Pérez García, vivió plácidamente protegido por el régimen franquista hasta que el 20 de abril de 1969 fue presuntamente asesinado por Ilja Stanic, su más estrecho colaborador, quien logró huir de España sin dejar rastro. Luburic, conocido por sus víctimas como Maks el carnicero y al que informes nazis llegaron a calificar de ”sádico extremo”, era presentado como patriota ejemplar y católico ferviente. Y así, los años de Carcaixent los dedicó, además de a alternar con la alta sociedad del momento -es conocida su buena relación con gente como Muñoz Grandes-, a editar propaganda antiyugoslava dirigida a los croatas dispersos por todo el mundo, cosa que hacía a través de una imprenta ubicada en el bajo de su misma casa. Por su parte, Pavelic había muerto en Madrid en 1959 después de huir de Argentina, donde había sido objeto de un atentado en 1957.

Estos hechos, sobre todo el misterio en torno a la persona que supuestamente acabó con Luburic, motivaron una investigación encabezada por el periodista Francesc Bayarri que le llevó a Sarajevo en 2003. Allí logró encontrarse con Ilja Stanic, quien accedió a explicar su versión de lo ocurrido y a viajar a Carcaixent para ser entrevistado y rememorar lo acontecido aquel día de abril de 1969. Dicha investigación ha dejado un magnífico libro y un interesantísimo documental, en los cuales, sin embargo, los motivos y circunstancias del asesinato no terminan de quedar claros. Las dos principales hipótesis son, por un lado, que Stanic era un agente enviado por los servicios secretos yugoslavos, y por otro, como afirmaba después Stanic, que él fue una especie de cabeza de turco en un complot orquestado por la facción rival del exilio croata, entonces liderada desde Madrid por la viuda de Pavelic, quien -siempre según la versión de Stanic- acusaba a Luburic de ser el responsable del atentado contra su esposo ocurrido en Argentina en 1957.

Como la intención de esta entrada no es destripar el libro, invitamos a su lectura y a que cada cual extraiga sus propias conclusiones. Por lo demás, la obra de Bayarri ofrece valiosas reflexiones acerca las recientes guerras de los Balcanes, unas guerras que -como todas- fueron objeto de manipulaciones interesadas, mediante las cuales se demonizó sin escrúpulos al conjunto del pueblo serbio. Desde luego, no vamos aquí a juzgar ni a absolver a nadie, pero si por lo general nunca nada es lo que parece, respecto a un conflicto tan complejo y de tan largo recorrido como el de los Balcanes, aún se puede decir lo mismo con más razón.

PS: Una visión alternativa sobre la desintegración de Yugoslavia se encuentra en el documental The Weight of Chains, del serbo-canadiense Boris Malagurski.

 http://www.sepiavlc.com/la-caza-del-nazi-de-carcaixent/