El pasado oscuro de Torremolinos
Cerca de 4.000 presos del franquismo pasaron entre 1938 y 1939 por el campo de concentración de Torremolinos
MarÃa Albarral
Cerca de 4.000 presos del franquismo pasaron entre 1938 y 1939 por el campo de concentración de Torremolinos, un capÃtulo silenciado de la historia de la ciudad
La vida de los presos del campo de concentración de Torremolinos era infrahumana. DormÃan a la intemperie haciéndose hueco en la tierra, soportando lluvias, sin letrinas ni servicios médicos. A muchos los mataron y otros tantos murieron por enfermedad. Un capÃtulo triste que guarda la ciudad costasoleña
A la intemperie, sin letrinas, rodeados de una alambrada y durmiendo en la tierra sin nada para guarecerse. Asà vivieron los cerca de 4.000 presos del franquismo en el campo de concentración de Torremolinos, un recinto del horror que estuvo funcionando más de un año, entre 1938 y 1939.
Muchos vecinos no conocen este capÃtulo oscuro de su historia que ha estado silenciado durante años. El investigador Carlos Blanco lo descubrió casi por casualidad.
«Estaba estudiando la influencia de la Segunda República en los pueblos de Málaga cuando me encontré un recorte de prensa que me llamó la atención. Dos hombres murieron en un accidente de tren camino de Campanillas cuando regresaban del campo de concentración de Torremolinos a sus casas», apunta el historiador.
Fue entonces cuando Blanco empezó a investigar el tema y descubrió este episodio de la historia torremolinense que refleja en alguno de sus libros y en la web www.historiatorremolinos.com.
Por su parte, el Foro por la Memoria Histórica de Málaga tuvo también conocimiento de este tema a través de los procedimientos sumariales.
«Revisando las sentencias de los juicios sumarÃsimos, donde hasta el abogado defensor pedÃa la pena de muerte para los procesados, nos dimos cuenta de que muchos de los ejecutados procedÃan del campo de concentración de Torremolinos», señala Rafaela Torres, presidenta del foro.
En cuanto a su extensión, las alambradas comprenderÃan un rectángulo irregular cuyos extremos lo formarÃan, hoy en dÃa, la Casa de la Cultura, el muro sur del campo de fútbol el Pozuelo, una parte del parque acuático, las faldas de la loma donde se alza el Palacio de Congresos y, desde allÃ, en lÃnea recta, hasta el centro de menores Virgen de la Esperanza, en el barrio del Calvario.
La vida de los presos
«Las condiciones de vida eran pésimas. A duras penas algunos cavaban en el suelo y podÃan hacer un hueco que de poco servÃa si la lluvia era fuerte. Tampoco habÃa servicio médico, por los que muchos morÃan de enfermedad. Los que tenÃan más suerte, a mediodÃa, recibÃan una latita de sardinas que era lo que tenÃan para comer», relata Blanco.
Sin embargo, muchos vecinos se rebelaron ante esta injusticia y se acercaban a las alambradas para llevarles comida. Las autoridades aceptaban esta cesión puesto que el abastecimiento era difÃcil de cubrir diariamente y los internos debÃan trabajar. Ellos fueron quienes comenzaron la construcción de las pistas del aeropuerto de Málaga, según el historiador.
«Mi madre me contaba que las mujeres les llevaban comida a los prisioneros entre los alambres de espino. Muchas veces, al dÃa siguiente, algunos ya no estaban y no se sabÃa más de ellos» asegura la torremolinense Ana Márquez.
«Mis padres me decÃan que desde Santa Clara se oÃan por la noche los tiros desde la tapia del cementerio, y al dÃa siguiente se comentaba a quiénes habÃan matado», recuerda Remedios Fernández, vecina de la ciudad.
Los momentos más dramáticos tenÃan lugar cuando,por los altavoces del campo, eran llamados algunos presos, a los que no se volvÃa a ver más.
La poca seguridad del recinto y, sobre todo, los traslados de muchos presos que tuvieron lugar al final de la guerra de la Prisión de Málaga a las de otras provincias, propició la desaparición del campo. Muchos de los presos de Torremolinos pasaron a formar parte, posteriormente, de las colonias penitenciarias militarizadas y de batallones de trabajadores.
@MariaAlbarral