Memoria de una masacre
La represión en Valderas (León)
LA REPRESIÓN EN VALDERAS
ana gaiteroramiro / jesús f. salvadores / dl
Bautizada por el fascismo como la ‘moscú de españa’, Valderas se convirtió en «una, grande y libre masacre» tras estallar la guerra civil. Casi 200 vecinos fueron detenidos y unos 90 asesinados. la armh y familiares rescatan los nombres de los olvidados en un panteón
Lo que no se nombra no existe y ellos existieron, tenÃan nombre y apellidos, una familia y un proyecto de vida y de felicidad que les fue truncada. El objetivo al nombrarles es hacerles visibles, que sean memoria, e historia, pequeña, pero que al sumarla a otras hagan la historia con mayúsculas, esa que aún no está en los libros de texto, y por supuesto no queden en el olvido». Sol Gómez Arteaga es nieta y biznieta de dos represaliados de Valderas. Uno, José Gómez Chamorro, de 34 años, asesinado y el otro, Andrés Carriedo Callejo, de 59 años, sufrió cárcel durante siete.
Son dos de los 77 nombres que se han recuperado del olvido en Valderas tras un arduo trabajo llevado a cabo en los últimos ocho años por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) e investigadores como Miguel GarcÃa Bañales que, junto con otros trabajos como el libro La memoria no se entierra de Carlos de la Sierra vienen a esclarecer un capÃtulo oscuro de la historia local y nacional.
«Que podáis decir que esto nadie lo borre, que no os engañe nadie…». PacÃfico Villar Pastor, el último de los nombres de cuyo asesinato o desaparición forzosa, se tiene constancia fehaciente, escribió estas palabras en la antesala de la muerte, el 9 de octubre de 1936.
Valderas tenÃa unos 3.300 habitantes aquel año y 178 pasaron por las cárceles y centros de detención. Muchos siguen enterrados en fosas: Villadangos del Páramo, Cabreros del RÃo… son algunos de los lugares localizados. Once fueron fusilados en Puente Castro tras ser sometidos a juicios sumarÃsimos. Los restos de otros nueve fueron exhumados en una fosa localizada en el paraje El Grillo de Estebánez de la Calzada, en el municipio de San Justo de la Vega, por la ARMH en 2012.
Tras la masacre, el olvido y la vergüenza se han cernido sobre sus descendientes «como si hubieran hecho algo malo, cuando lo que hicieron fue actuar según el orden establecido», apunta la escritora valderense. El trabajo histórico de Miguel GarcÃa Bañales Valderas. Memoria de un exterminio. Una Grande y Libre masacre que quedó impune ahonda en este capÃtulo siniestro de la represión que en Valderas adquirió unas dimensiones descomunales.
La II República llegó a esta villa agrÃcola que por un lado tenÃa a los propietarios y religiosos «con un dominio oligárquico, caciquil y monárquico» y por otro un gran número de jornaleros, «sometidos a una represión durÃsima y unos sueldos muy bajos». Para entonces ya estaban organizados en sindicatos, principalmente de base socialista, pero fue la llegada de dos asturianos, Victoriano López Rubio y FalconerÃn Blanco Fernández la que, según Bañales, «marcará el rumbo de la Valderas republicana».
Uno, como alcalde, hizo que el «Ayuntamiento se volcara con los desfavorecidos». El otro, como sindicalista, «por defender con firmeza los derchos de los trabajadores que la República les habÃa otorgado y que los propietarios se negaban a cumplir». Las huelgas, siempre legales, fueron contestadas con campañas de acoso y derribo a la «Valderas roja» o el «Moscú de España», como se tilda a la villa desde las páginas del Diario de León cuando se cambia el nombre de la calle Padre Isla por el de Lenin.
El fascismo apareció pronto en Valderas. En 1933, cuenta el investigador, la Cruz de Mayo recupera la celebración religiosa y «ya se empieza a hablar de reconquista». A los pocos dÃas se funda la JAC, una asociación cultural de corte fascista impulsada por el sacerdote y profesor del seminario Marcelino Macho. El capellán castrense Nemesio GarcÃa, de las JONS, es su ideólogo.
Los chicos de la JAC «se van adueñando de las calles, se entrenan fÃsicamente para ello». El alcalde socialista Gregorio Ruiz, que sustituyó a Victoriano, es herido de muerte al salir del Ayuntamiento. CorrÃa el mes de septiembre de 1933. En noviembre la derecha gana las elecciones. «Los fascistas se sienten seguros y acorralarán continuamente a los de izquierdas, se jactarán de ello e incluso entrarán en sus casas».
Las balas se cruzan en las calles de Valderas. «Termina el año con la agresión a Nemesio, que será herido por los disparos de tres izquierdistas», añade. Los dos años siguientes, 34 y 35, son flojos en actividad sindical. El alcalde socialista es destituido en septiembre de 1934 y a finales de año «los fascistas ya consideran que la reconquista está acabada».
En febrero de 1936 gana el Frente Popular (coalición de izquierdas) las elecciones. Se repone al Ayuntamiento de 1934 y el 16 de abril es «detenida la cúpula fascista» y se producen «enfrentamientos de los que defienden el Ayuntamiento (izquierdas) y los que lo atacan (fascistas)». Victoriano y FalconerÃn, amenazados, marchan del pueblo.
Tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, protagonizado por Franco, el alcalde de Valderas organiza la defensa contra la sublevación. No hay detenciones, pero controlan las viviendas de los que consideran fascistas. Se registran dos heridos por ambos bandos. La villa estuvo ocupada hasta el 24 de julio. «En todo este tiempo el juzgado seguirá funcionando, la Guardia Civil de Valencia de Don Juan entrará en el pueblo, dos dirigentes de izquierdas irán a declarar a Valencia de Don Juan, se sigue trabajando. ¿Dónde está la revolución que no se ve?», se pregunta Bañales.
El dÃa 24 llega la fuerza militar desde Benavente, se calcula que más de 300 individuos frente a los 150 hombres que defienden Valderas, «mal armados y sin munición». A la entrada muere uno y en la AltafrÃa 30 hombres resisten. Nada pueden hacer y huyen al monte.
Fue el comienzo del «exterminio». Se registró casa por casa, detuvieron a los hombres de la Casa del Pueblo (hoy sede de la Fundación FermÃn Carnero de UGT que apoya el acto). Los presos, casi 200, se distribuyen entre Benavente, Astorga y San Marcos. Su destino es terrible. FalconerÃn muere en León por las torturas. A Victoriano, se cuenta, «le grabaron un F y una E en cada mejilla, le grabaron INRI en la frente, le cortaron los testÃculos… murió lapidado».
Miguel GarcÃa Bañales documenta la primera saca de Valderas con 12 personas. Se cree que están en la carretera de Valencia de Don Juan a León. A primeros de agosto empieza la causa contra los detenidos y algunos quedan en libertad. Los fusilamientos comienzan en octubre y siguen en meses sucesivos. Continúan los paseos en la carretera de León a Astorga y «volverá la barbarie con el paseo de Cabreros del RÃo, en enero. Entre fusilados, paseados y desaparecidos se calcula que fueron asesinadas 90 personas».
El sábado 30 de mayo su memoria será dignificada en el panteón de la memoria del cementerio de Valderas, donde el Ayuntamiento presidido por la socialista Silvia Blanco (bajo su mandato se han suprimido las calles franquistas, aunque sólo se han puesto las placas de dos: Plaza del GeneralÃsimo por Plaza del Ayuntamiento y Onésimo Redondo por Plaza de los Caños) ha cedido a perpetuidad las parcelas 50 a 51. Durante el homenaje, la ARMH hará entrega de los restos de la fosa de San Justo a las familias. El ADN se estudiará en Argetina cuando haya más datos.
En 2012 se exhumó la fosa de San Justo de la Vega cuyos restos permanecen en la sede de la ARMH en Ponferrada sin que se hayan podido cotejar con el ADN tomado a familiares por falta de medios. Abajo, el maestro Tomás Toral Casado, natural de Valderas, en 1936 con alumnos de Villaornate, fue paseado en octubre de aquel año en el monte de Villadangos.
http://www.diariodeleon.es/noticias/revista/memoria-masacre_981516.html