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Nazis en Cartagena

La Verdad, | 7 agosto 2015

portada aguilasHubo una densa red que tuvo una notable influencia en Cartagena y que estuvo protegida por sus autoridades civiles y militares

 

JOSÉ SÁNCHEZ CONESA

Los alemanes eligieron Cartagena como base submarina del Mediterráneo, algo lleno de simbolismo en homenaje a la patria chica de Isaac Peral

‘Águilas sobre la muralla’ refleja una de las muchas investigaciones de Paco Franco sobre Cartagena

Mi amigo Paco Franco es licenciado en Historia y Derecho, doctor en Antropología Social y profesor de Historia en el Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Ben Arabí. Paco tiene muchos amigos, porque pronto se hace de querer debido a su capacidad innata de ayuda al prójimo y su alegre paso por la vida. Se ha especializado en recuperar la historia de la II República en Cartagena, sus personajes singulares y el alto desarrollo cultural alcanzado en aquellos años, los de la esperanza.

A ello ha dedicado numerosos artículos y libros, como ‘Cartagena 1931-36. Los años de la esperanza’; ‘República, Guerra y Exilio’; ‘Antonio Ros y la Generación del 27 ‘y ‘Mujeres de la España Republicana’. Todos fueron publicados por la editorial Áglaya. Ángel Márquez, fundador y propietario de la editorial y de la excelente revista Cartagena Histórica, volcó buena parte de su patrimonio personal en crear y desarrollar estos proyectos, para que todos conozcamos mejor nuestro rico pasado.

Otra de las ramas de esta trama cultural es el Instituto Cartagenero de Investigaciones Históricas (Incis), entidad que propicia la investigación y divulgación de la historia local. No debemos olvidar las palabras de Luis Miguel Pérez Adán, su presidente: «Cartagena es una de las ciudades de nuestro país donde se condensan más episodios relevantes históricos de gran importancia, a través de todos los siglos. Una ciudad con marca histórica propia a lo largo del tiempo».

De Franco acabo de leer su ficción histórica ‘Águilas sobre la muralla’, lectura pendiente desde que la presentó, ante numeroso público, en abril de 2014. El libro fue editado por la Asociación de la Memoria Histórica de Cartagena y se centra en la peripecia del comerciante alemán Carlos Fricke, cónsul de su país en Cartagena. Vino hasta aquí en 1916 por sus negocios de venta de productos químicos para las minas, fruta y maquinaria alemana. Pero fue ante todo un maquinador político en provecho de Alemania, un eslabón importante dentro de la cadena de espías y militares que desarrollaron un importante papel en la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial.

Hubo una densa red que tuvo una notable influencia en Cartagena y que estuvo protegida por sus autoridades civiles y militares, como el almirante Bastarreche y José de la Figuera Calín, marqués de Fuente El Sol, nombrado alcalde en 1941. Todas estas personalidades recibieron las cruces de la Orden del Águila Alemana del III Reich.

La influencia alemana era tal que los hijos de las élites cartageneras fieles al régimen de Franco asistían al Colegio Alemán y las simientes de las patatas que se cultivaban en el Campo de Cartagena o en la huerta de Murcia procedían de esta nación centroeuropea. La Alemania nazi y la Italia fascista ayudaron en la Guerra Civil al llamado bando nacional, y la aviación alemana bombardeó nuestra ciudad.

La Editorial Áglaya y el Incis

El historiador Paul Preston, como otros muchos, ha escrito que Franco sabía que la única manera de conseguir el imperio que soñaba era con la ayuda de Hitler; por eso quiso entrar en la II Guerra Mundial junto a nazis y fascistas, aunque tras la victoria de los aliados se presentase como astuto estadista que dio calabazas al Führer en Hendaya.

Nada más lejos de la realidad. España era un país arruinado, recién salido de una guerra destructiva. Más que un apoyo, era un lastre para las fuerzas del Eje. Alemania no aceptó el ofrecimiento y España se limitó a enviar al frente soviético a la Brigada Azul para luchar contra comunistas, masones y judíos.

Las conexiones de los nazis en Cartagena han sido puestas de manifiesto por el investigador Franco, aunque se permitió una gamberrada en ‘Águilas sobre la muralla’ al mezclar la realidad histórica con la caprichosa ficción. Todo para que trabaje el lector tratando de descubrir lo que hay de fabulación.

El cónsul Fricke estuvo al frente de la red de espionaje. Hasta 800 cartageneros estuvieron implicados en ella, lo que le permitió controlar la Marina, el Arsenal y la política de la ciudad al servicio de su nación. Manejó desde el contrabando a la obtención de información para destruir buques ingleses durante la I Guerra Mundial, atentando contra la soberanía española y la neutralidad en aquella contienda.

Los alemanes eligieron Cartagena como base submarina del Mediterráneo, algo lleno de simbolismo en homenaje a la patria chica de Isaac Peral. Éste acabó en Berlín, harto de la indiferencia del Ejército español. En esa gran ciudad trasmitió sus conocimientos a un grupo de elegidos, vinculados a la orden de Santa María de España, que guardaba secretos relevantes como un plan futurista de viajes submarinos y vuelos al espacio exterior para controlar el mundo e imponer un orden mundial más justo. Fricke fue puesto al frente de la orden para lleva a Cartagena el legado de Peral, guardado en un arca en paradero desconocido, hasta que el propio cónsul lo descubrió en una casa cercana a la suya en la Muralla del Mar.

Toda esta sabiduría antigua se conectaba con la desaparecida civilización tartésica, que ocupó el sur peninsular, desde la actual Huelva a Cartagena, y que tenía su epicentro en el valle del Guadalquivir. Entonces se alcanzaron grandes conocimientos en los campos de la física, la energía y las comunicaciones, y parte de ellos se fueron expandiendo hacia otras culturas como la egipcia, la inca o la hindú aunque no en sus aspectos fundamentales.

Por ello, se constituyó en la Edad Media la orden de Santa María de España, para rescatar de Tierra Santa, durante las cruzadas, el viejo tesoro. Finalmente obtenido fue enterrado en la mezquita musulmana, sobre el Teatro romano, donde más tarde se erigió la catedral de Santa María.

Estos altos valores de una nueva humanidad se desvanecieron en pos de la exaltación nazi; la civilización sí que estaba ahora en peligro. Fricke había seducido a personalidades de la política y la cultura republicanas como Casimiro Bonmatí, Antonio Ros, Carmen Conde y Antonio Oliver, quienes desconocían el trasfondo último: la carrera para obtener la bomba atómica antes que el rival de Alemania, Estados Unidos.

http://www.laverdad.es/murcia/cartagena/201508/05/nazis-cartagena-20150805012847-v.html