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Los controvertidos símbolos del franquismo

Javier Otero. Tiempo, 16/02/2016 | 18 febrero 2016

_PrTiempoLas nuevas iniciativas para retirar símbolos franquistas han hecho aflorar la polémica

 

LOS CONTROVERTIDOS SÍMBOLOS DEL FRANQUISMO

Las nuevas iniciativas para retirar símbolos franquistas como consecuencia de la Ley de Memoria Histórica han hecho aflorar la polémica sobre si las referencias a algunas personas merecen ser eliminadas.

La retirada de símbolos franquistas emprendida por el Ayuntamiento de Madrid ha provocado la reacción de quienes son contrarios a cumplir con la previsión de la Ley de Memoria Histórica, aprobada en el año 2007. Uno de los casos citados por los que se oponen a la retirada de estos vestigios ha sido el del monumento a José Calvo Sotelo, asesinado antes de la Guerra Civil. El poeta José María Pemán ha sido también protagonista de una polémica por la retirada de un busto que representa su figura en Jerez.

La Ley de Memoria Histórica no dejó un catálogo concreto de elementos que habría que eliminar. Aparte de los más evidentes, como por ejemplo los nombres de las calles o plazas dedicadas a Franco o a sus generales, existe una larga de lista de candidatos a ser retirados donde la línea no está tan clara, como es el debatido caso de José María Pemán.

El diputado José Calvo Sotelo fue asesinado unos días antes de que empezara la Guerra Civil por miembros de la Guardia de Asalto y de las Juventudes Socialistas como reacción a su vez al asesinato del teniente Castillo. El franquismo consideró a José Calvo Sotelo, que también se había declarado fascista y partidario de un alzamiento militar, como “Protomártir de la Cruzada”. Desde el comienzo de la democracia, las calles con el nombre de Calvo Sotelo han visto cambiar su denominación, como también ocurrió, por ejemplo, con las que tenían el nombre de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange y ejecutado también antes del comienzo de la guerra. Sin embargo, la decisión anunciada por el Ayuntamiento de Madrid de retirar las placas que le recuerdan en un gran monumento en la plaza de Castilla y en la calle Velázquez, donde se encontraba el domicilio en el que fue detenido, ha sido uno de los casos esgrimidos por el Partido Popular para hablar de “tropelías históricas” y para denunciar a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y la concejala de Cultura, Celia Mayer, por prevaricación.

Uno de los primeros elementos retirados por el ayuntamiento que preside Manuela Carmena fue la retirada de una placa en recuerdo de ocho beatos carmelitas que fueron fusilados. El Gobierno municipal tuvo que rectificar lo que reconoció como un error y se ha dado un tiempo para un estudio más detallado de los casos. El ayuntamiento argumenta que también debe considerar cómo realizar estos trabajos con seguridad jurídica. Además de las polémicas sobre el tratamiento de los diferentes nombres relacionados con el franquismo, existen dudas sobre el grado de protección artística o histórica de alguno de los elementos retirados, como ha sido el caso del monolito en recuerdo al Alférez Provisional.

Durante la polémica que estalló con la retirada de los primeros símbolos franquistas con el Gobierno de Manuela Carmena se citó genéricamente que la elección se basaba en un listado realizado por un técnico de la Gerencia Municipal de Urbanismo, sin concretar su contenido. Este listado, que también ha sido referencia para las asociaciones de defensa de la memoria histórica, fue elaborado en el año 2001 por Luis Miguel Aparisi. Se trata de una extensa relación de calles relacionadas con el franquismo, pero en ella se encuentran, por ejemplo, más de una treintena de nombres de personas ejecutadas o asesinadas, entre ellos militares franquistas o miembros de Falange, que podrían ser objeto de nuevas polémicas. También podrían ser motivo de discusión otros casos. Por ejemplo, la citada lista se abre con el nombre de Agustín de Foxá, autor del himno de Falange. Un caso en el que se discute si esta circunstancia es suficiente para justificar su nomenclatura.

Pemán. La elección de los casos más peliagudos es ahora el problema. En el Ayuntamiento de Jerez, la concejala de Izquierda Unida Ana Fernández de Cosa, ha sido imputada por llamar “fascista, misógino y asesino” al poeta José María Pemán. Ocurrió mientras un Pleno municipal debatía la retirada de un busto del literato en el teatro Villamarta de la ciudad y la concejala se refería al apoyo personal que dio Pemán al levantamiento militar. En una alocución radiada en 1936, Pemán afirmó que la idea de “exterminio y expulsión” es la única válida frente al enemigo. Los historiadores también le responsabilizan de la depuración del profesorado universitario. Los familiares del escritor presentaron una querella por los presuntos delitos de injurias y calumnias. La concejala ya ha tenido que declarar ante el juez y se ha ratificado en sus palabras. En contraste, el nuevo alcalde de Cádiz, José María González, Kichi, defiende que hay cosas más urgentes de las que ocuparse que en cambiar el nombre al teatro Pemán, situado en la capital gaditana. González, que alcanzó la alcaldía al frente de la candidatura Por Cádiz sí se Puede y que es pareja de la líder de Podemos Teresa Rodríguez, afirmó que Pemán “ha sido y será de forma indeleble uno de los mayores representantes de las letras gaditanas” para añadir que “Pemán es un embajador de las letras gaditanas y así tiene que seguir siendo”.

Otra novedad reciente se ha producido en San Fernando, también en la misma provincia de Cádiz, donde su ayuntamiento acaba de votar la retirada de una estatua ecuestre de grandes dimensiones del general Varela. Durante años hubo fallidos intentos de retirar la estatua de uno de los más importantes generales de Franco. La familia de Varela, sin embargo, ha defendido en cada intento la justicia de mantener el monumento debido a que se trató de un insigne militar, el único que ha conseguido dos veces la laureada de San Fernando, una distinción por méritos de guerra, pero obtenida antes de la Guerra Civil. La estatua, no obstante, se colocó durante el franquismo y en su pedestal se hacía referencia a batallas de este conflicto.

Oposición. Hay más casos. En Segovia, el Gobierno municipal ha decidido cambiar los nombres de calles relacionados con el franquismo, mientras que el Partido Popular se ha opuesto porque la decisión “carecía de un análisis histórico y de una motivación”. Los problemas también se han trasladado a la hora de elegir los nuevos nombres de las calles, que han tenido que huir de cualquier tipo de connotaciones, no solo de las políticas. No se ha podido poner ni el nombre de una quiosquera o un párroco muy queridos en el barrio y se ha tenido que echar mano de nombres de capitales europeas.

Jesús de Andrés, profesor de Ciencia Política en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), experto en memoria histórica y simbología urbana, cree que buena parte de los problemas se encuentran en las carencias de una Ley de Memoria Histórica que se terminó de forma precipitada. “Solo hay un par de artículos sobre los símbolos, no da indicaciones al respecto”, señala. Este experto echa de menos que se hubiera desarrollado un listado de estos vestigios relacionados con el franquismo y un plazo para su retirada. Esto evitaría conflictos como el de Madrid, donde se han cruzado la denuncia presentada por el Partido Popular por la retirada de símbolos y la querella que había presentado antes un abogado por el incumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. La ley deja genéricamente en manos de las administraciones públicas la localización de los vestigios a cambiar. Con el mandato de esta norma el Ministerio de Defensa, bajo Gobierno socialista, realizó una intensa tarea de cambio de denominaciones y retirada de estatuas y otros vestigios. Se cambió el nombre de once acuartelamientos (con nombres como Generalísimo Franco, Carmen Polo o Queipo de Llano) y se retiraron multitud de vestigios. Solo en Madrid llegaron a treinta, trece en La Coruña, once en Toledo y Cádiz… Entre ellos se encontraban estatuas de Franco, escudos, vidrieras y hasta unas anclas con las cruces gamadas de submarinos alemanes. El trabajo en los municipios, que son sobre los que recae la mayor parte de la labor de retirada de símbolos franquistas, no ha sido tan intenso.

Respecto a los principales casos en los que se discute sobre si es pertinente la retirada de algunas referencias como la de José Calvo Sotelo, De Andrés sostiene que “lo que se juzga en estos símbolos no es tanto a ellos como personas, sino al mito que constituyeron”, y afirma que se trata de los casos que se tenían que haber decidido en la ley o en su desarrollo normativo. Este experto considera que el caso de José María Pemán es más complejo, y que habría que analizarlo “dependiendo de cada situación o lugar”. De Andrés cree que no debería haber ninguna duda con los militares que participaron en la guerra en el bando franquista. En su opinión, si la ley se hubiera gestionado sin provocar tanto ruido, hoy habría menos problemas con la retirada de estos símbolos.

Uno de los asuntos más delicados es el de las placas que recuerdan a los fallecidos en ese bando. El profesor Jesús de Andrés cree que las lápidas que existen en las fachadas de muchas iglesias deben ser retiradas porque se trata de una exaltación del anterior régimen, que incluye siempre el nombre de José Antonio Primo de Rivera y la expresión de origen fascista “Presentes”. En otros casos, en su opinión, habría que estudiarlos individualmente.

Símbolos compartidos. De Andrés recuerda que con la llegada de la democracia se cambiaron nombres de muchas calles relacionadas con el franquismo en toda España a pesar de que las presiones por parte de elementos de ultraderecha y periódicos del régimen como El Alcázar, eran muy fuertes. En algunos Plenos municipales se llegó al enfrentamiento físico. Sin embargo, después se produjo “una cierta desidia” junto con el temor que provocó el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, hasta finales de los años noventa, cuando surge la nueva conciencia sobre la memoria histórica. De Andrés no es partidario de que los nombres de las calles se cambien por su anterior nomenclatura republicana porque “es abrir debates innecesarios”. Desde su punto de vista, tampoco se deberían poner otros nombres que levantaran suspicacias. “A veces parece que están marcando el terreno”, señala al describir casos en los que, por ejemplo, se ha accedido a cambiar un nombre franquista por el de Juan Pablo II o, en el lado opuesto, por el de Pasionaria. “El lastre que tenemos ahí, que genera una falta de identidad común, es que faltan símbolos compartidos” y que se pueden ver en “los problemas con la bandera y el himno”.

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