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El prefecto del Santo Oficio cuestiona la investigación de los crímenes franquistas

Asturias 24, | 8 mayo 2016

curascabrones«Lo deseable sería la reconciliación y no buscar tentaciones utilizando la historia», asegura Ludwig Müller

 

José Ángel González Arias

“Yo no soy una copia del Papa”

El Cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la congregación para la Doctrina de la Fe, ex Santo Oficio, ha expresado este miércoles sus recelos hacia la investigación de los crímenes del franquismo abierta por una jueza argentina que ha pedido la colaboración del Vaticano. «Lo deseable», a su parecer, «sería la reconciliación y no buscar tentaciones utilizando la historia», ha señalado en declaraciones recogidas por Radio Asturias.

Müller ha dado una conferencia este miércoles en el Seminario Metropolitano de Oviedo. Antes ha participado en un encuentro con los medios. Preguntado por la petición de una jueza argentina al vaticano para que colabore con la investigación de los crímenes del franquismo, monseñor Müller ha dicho que «eso no es asunto del vaticano, sino de la Iglesia española». Pero que en todo caso, lo deseable a su parecer «sería la reconciliación y no buscar tentaciones utilizando la historia».

El cardenal también ha vuelto a insistir en sus diferencias con algunos discursos del Papa Francisco. Por ejemplo, ha dicho el cardenal alemán que los divorciados recasados no pueden comulgar, porque el matrimonio es un sacramento y no puede dejarse a la libre interpretación de la Iglesia. «Para eso está la doctrina», ha añadido.

Así, según explica el Arzobispado en su página web, el cardenal ha querido diferenciar entre la Excomunión Canónica y la Excomunión Sacramental, que afecta «a este grupo de personas que viven en una nueva unión, como si fueran casados. Ellos no están excomulgados canónicamente, pero no pueden comulgar sin antes regular su vida y recibir el sacramento de la Penitencia».

Una diferenciación que, según el propio Cardenal, ha «provocado un poco de confusión», y es que «solo Dios puede ver en nuestros corazones», y «la Iglesia no es la dueña de la Gracia, sólo administra los sacramentos y está vinculada y obligada a caminar en esa línea. La Iglesia no tiene la autoridad para cambiar este camino de los sacramentos».

En este sentido, el Cardenal ha asegurado, ante la sugerencia de si su nuevo libro, ‘Informe sobre la esperanza’ podría ser una «corrección teológica» a la exhortación del Papa Francisco, que «tanto Benedicto XVI como el Papa Francisco, cuando me llevaron a Roma, lo hicieron, no para que fuera una copia servil del Pontífice, sino para servir con mi cabeza, y así lo intento hacer. Yo tengo que hacer mi tarea -afirmó- esto es, promover y tutelar la fe».

Posteriormente al encuentro con los periodistas, Müller ha pronunciado la conferencia ‘¿Qué podemos esperar de la familia? Una cultura de esperanza para la familia a partir de la exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia’.

«La esperanza de la familia»

Según ha informado el Arzobispado, durante su intervención, el cardenal ha destacado que «una primera lectura de Amoris Laetitia nos ayuda a descubrir que el problema de la familia actual no se refiere a esfuerzos individuales, a convicciones personales o a entregas aisladas. El gran reto -dijo- está en superar la falta de un ambiente y de un tejido de relaciones donde pueda crecer y germinar el deseo de los hombres».

«Amoris Laetitia -ha afirmado el cardenal Müller- ha resumido la esperanza de la familia mediante la exégesis de la 1ª Carta a los Corintios 13 y dicha intuición, a mi entender, es la clave de lectura del documento. Según este, solo a la luz del verdadero y genuino amor, es posible aprender a amar y construir una morada al deseo».

Para el cardenal, el Papa Francisco propone en la Amoris Laetitia edificar una «cultura de la familia sólida». Se ha referido «al mismo sacramento del matrimonio. Ahí se encuentra la gran esperanza de la familia, el gran don que cada familia ha recibido», ha afirmado Müller, «por el que los cónyuges se transforman en signo eficaz del amor de Jesús y su Iglesia. El don recibido de Dios genera a su vez múltiples relaciones, porque el sacramento asume y transforma su amor».

Sin embargo, ha matizado, la Iglesia no propone un matrimonio perfecto, y conoce las dificultades que éste comporta. «La relación de los esposos tendrá que crecer y madurar -ha señalado Müller-. Conocerá caídas y necesitará del perdón. Humanamente, será siempre imperfecta y estará siempre en camino. Sacramentalmente, sin embargo, el matrimonio proporciona a los esposos la presencia plena entre ellos del amor de Jesús, haciendo que el vínculo de su amor sea tan indisoluble, hasta la muerte, como el de Cristo y su Iglesia. La familia, por tanto, es sujeto de la vida de la Iglesia, no porque los esposos sean muy eficaces, inteligentes o justos, sino porque tiene en sí la fuerza del amor de Cristo, capaz de generar un nuevo amor en el mundo».

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