«Las víctimas del franquismo siguen siendo las grandes olvidadas»
Segovia: Una conferencia de Rubén Fernández Maroto sobre el Fuerte de San Cristóbal abre el ciclo sobre Memoria Histórica
Una conferencia de Rubén Fernández Maroto sobre el Fuerte de San Cristóbal abre el ciclo sobre Memoria Histórica organizado por la librería Antares
CARLOS ÁLVARO | SEGOVIA @calvarog
«Las grandes olvidadas siguen siendo las víctimas del franquismo. Lo único que pedimos los descendientes de los represaliados es que se les dé la misma consideración que a otras víctimas». Son palabras de Rubén Fernández Maroto, nieto de Cipriano Fernández Quinzano, segoviano de Nava de la Asunción fallecido en 1938 en el Fuerte de San Cristóbal, en Pamplona, donde estaba preso. Fernández Maroto abrió ayer el ciclo de Conferencias sobre Memoria Histórica organizado por la librería Antares. Lo hizo con una ponencia sobre el Fuerte de San Cristóbal y la suerte que corrieron los cuatrocientos presos trasladados allí desde Segovia. Investigador y miembro de la asociación Los Cinco de Nava, Fernández Maroto lamentó el desconocimiento que todavía existe en torno a la memoria histórica y la necesidad de honrar a las víctimas del franquismo.
«En 1937, coincidiendo con el establecimiento del frente a lo largo de la sierra de Guadarrama, las autoridades franquistas, temiendo que el ejército republicano tomara Segovia y liberara a los presos, decidieron trasladarlos a diversas prisiones alejadas del frente. Al Fuerte de San Cristóbal llegaron cuatrocientos prisioneros procedentes de Segovia», explica. La suerte que corrieron fue diversa. Cuarenta y dos murieron, la mayoría por enfermedad, como Cipriano Fernández Quinzano: «El invierno de 1938 fue terrible. La prisión no reunía condiciones y al frío se unía el maltrato, la mala alimentación… Muchos enfermaban y fallecían».
El 22 de mayo de aquel año, 795 presos de los tres mil que había en el Fuerte de San Cristóbal protagonizan una sonada fuga que el operativo de captura consiguió abortar. El objetivo era alcanzar la frontera francesa. «Las fuerzas desplegadas asesinaron a 207 en el monte y unos meses después fueron ejecutados otros catorce presos como presuntos cabecillas de la fuga, entre ellos Antonio Casas, de Bernardos. Solo tres consiguieron llegar a Francia; uno era José Marinero Sanz, natural de Dehesa Mayor, pedanía de Cuéllar. De los setenta segovianos que tomaron parte en la fuga, veinte no lograron salir con vida de aquella aventura. Mi abuelo no participó. Había muerto dos meses antes», cuenta Fernández Maroto.