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Franco financió al neofascismo

La Vanguardia, 22/09/2016 | 23 septiembre 2016

9781472522504Un libro revela cómo España ayudó al MSI y protegió luego a terroristas italianos

 

EUSEBIO VAL | ROMA, Roma. Corresponsal

Francisco Franco tenía una deuda con el fascismo italiano y, por encima de todo, su régimen necesitaba romper el aislamiento en que quedó después de la II Guerra Mundial. En este contexto se situó la ayuda financiera que, bajo mano, prestó durante años a la extrema derecha italiana y, más tarde, el refugio que ofreció en territorio español a golpistas y terroristas del país transalpino.

Dos historiadores –el italiano Matteo Albanese, profesor de la Universidad de Lisboa, y el español Pablo del Hierro, docente en la Universidad de Maastricht (Holanda)– publicaron ayer un libro en inglés, Transnational fascism in the Twentieth Century (Bloomsbury), en el que documentan y analizan la estrecha relación que hubo entre la dictadura franquista y los grupos neofascistas italianos. Los dos estudiosos han buceado en archivos de ambos países –incluido el de la Fundación Francisco Franco– y también en el del Foreign Office británico y en los del Departamento de Estado y de la CIA, en Washington. Los hallazgos son interesantes para comprender aquella coyuntura histórica en el Mediterráneo, en plena guerra fría, y también iluminan episodios oscuros de la transición española.

Fueron emisarios italianos los que dieron el primer paso. Los recibió el propio Franco porque eran viejos conocidos de la guerra civil. Convencieron al dictador para que facilitara sostén económico al Movimiento Social Italiano (MSI) –los missini– un partido posfascista o neofascista –la terminología admite diversos matices– que, pese a nunca superar el 9% de votos, tuvo representación parlamentaria de modo ininterrumpido durante casi 50 años y acabó como socio de Forza Italia en el primer gabinete de Silvio Berlusconi.

El objetivo de Franco era fortalecer al MSI para que empujara a la Democracia Cristiana (DC) a la derecha, para que predominara en ella la corriente anticomunista más radical y, de paso, para que mostrara una actitud favorable hacia España. El dinero llegaba a Italia en valija diplomática, millones de liras en efectivo. El sistema lo puso en marcha el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín-Artajo. El embajador en Roma, José Antonio de Sangróniz, lo entregaba a los hombres del MSI. Los fondos formaban parte, oficialmente, del presupuesto cultural de la legación diplomática. Era, obviamente, la embajada ante Italia y no ante la Santa Sede, para evitar problemas con el Vaticano. El dinero se utilizó oprimero para costear campañas electorales y años después para pagar la edición de diversas publicaciones.

“Tengamos en cuenta que España era un país, a principios de los 50, que aún sufría muchas penurias económicas –recordó el profesor Del Hierro en una entrevista con este periódico–. Mandar millones de liras a un partido de extrema derecha cuando en España la gente vivía todavía con cartillas de racionamiento es muy fuerte”.

Franco no sólo tenía al MSI –liderado durante años por Giorgio Almirante– como aliado. Había sectores de la DC partidarios de mimar la relación con Madrid como parte de la firme estrategia anticomunista y para buscar aliados en el norte de África. Uno de los hombres clave fue Giulio Andreotti, el incombustible político, siete veces primer ministro. En marzo de 1949, con la excusa de un partido de fútbol entre las dos selecciones, Andreotti fue a Madrid. El joven democristiano era la mano derecha del premier Alcide De Gasperi como subsecretario de la presidencia del Gobierno. Andreotti iba a quedarse dos días en Madrid pero estuvo una semana. Su agenda tiene lagunas misteriosas, lo que invita a las especulaciones. Se entrevistó con Carrero Blanco y con Martín-Artajo. Tal vez lo hizo con Franco, aunque no hay constancia. “En el Foreign Office, hay una carpeta sobre aquella visita, pero su contenido desapareció”, indicó Del Hierro.

A partir de 1960, las cosas cambiaron. En Roma fracasó en cuestión de meses un gobierno (de Fernando Tambroni) con el apoyo parlamentario del MSI. Franco comprendió que la estrategia de presión a la DC ya no funcionaría y pasó a ayudar a grupos fascistas más radicales, como Orden Nuevo o Vanguardia Nacional. El dictador dio cobijo y se reunió con Valerio Borghese, promotor de un golpe de Estado fallido, en diciembre de 1970. A partir de entonces, por mediación de Borghese, algunos terroristas de ultraderecha como Stefano Delle Chiaie o Pierluigi Concutelli, se refugiaron en España tras cometer atentados en Italia. Estos personajes, con experiencia de fuego, jugaron su papel en la transición. Querían que la democracia fracasara. Sectores reaccionarios españoles intentaron aprovecharse de ellos. Delle Chiaie participó en la matanza de Montejurra, en 1976. A partir de 1981-1982, estos singulares huéspedes partieron hacia Sudamérica. La nostalgia fascista no prendía ni en los últimos rescoldos del franquismo

http://www.lavanguardia.com/internacional/20160922/41482952905/franco-financio-neofascismo.html