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No era un mártir, era un miliciano

El Periódico, 03-09-2016 | 5 septiembre 2016

14224911_10210490880816372_4171161026984877659_nUna imagen mitificada que se suponía que mostraba a un sacerdote corresponde probablemente un comunista

 

SÁBADO, 3 DE SEPTIEMBRE DEL 2016

MIXTIFICACIONES DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

El inédito fondo de fotos de Alec Wainman demuestra que una imagen mitificada que se suponía que mostraba a un sacerdote minutos antes de morir corresponde a otra persona, probablemente un comunista

Las fotografías de la guerra civil que han adquirido un aura mítica se sitúan casi unánimemente en la imaginería del combate de la república contra el fascismo: el miliciano caído de Capa, los guardias de asalto de Centelles, la alpargata pisando una esvástica de Català Pic, la joven Marina Ginestà, de Juan Guzmán… Pero tras la adquisición por la agencia Efe en 1987 del archivo de Hans Guttman (el brigadista alemán que llegó a Barcelona con su cámara, adoptó el nombre de Juan Guzmán y acabó consolidando una carrera como fotoperiodista en México), empezó la difusión de una imagen, hasta entonces inédita, que fue utilizada como icono de la persecución religiosa contra el clero español: una instantánea tomada por Guzmán en 1936 que supuestamante mostraba a un sacerdote, desgreñado, mirando serenamente, casi alegre, a la cámara «instantes antes de ser fusilado», según el pie de foto de la fototeca de Efe.

El hombre de la imagen fue identificado rápidamente como el sacerdote Martín Martínez Pascual, fusilado en Valdealgorfa, Teruel, el 18 de agosto de 1936 (y beatificado en 1995). Se han escrito páginas y páginas sobre cómo el sacerdote de la foto «espera con un gran coraje una ráfaga de balas que le envíen directamente al cielo con la corona del martirio puesta»; se han filmado y representado reconstrucciones de su muerte, se han editado estampas con su efigie y la imagen ilustró la portada del libro ‘El holocausto católico’ del periodista Santiago Mata. Sin embargo, todo este material hagiográfico está equivocado. La publicación del libro ‘Live Souls’ (Comanegra), con imágenes inéditas de la guerra civil del voluntario inglés Alec Wainman, lo confirma: definitivamente, la imagen ante la que muchos devotos han rezado no es la del beato, y con toda probabilidad ni siquiera es la de un sacerdote, y mucho menos instantes antes de su muerte.

EL MUERTO VIVO

Wainman fotografió a esa misma persona 36 días después de la muerte del beato Martínez Pascual y nueve días después de la fecha real en que posó ante Guttman. Y no en cualquier circunstancia: ese barbudo desconocido está en primera línea del sitio de Huesca, en un sector ocupado por milicianos de la UGT y el PSUC, voluntarios británicos y la centuria Thaelmann, compuesta por comunistas alemanes, con el mono de faena del Ejército, cartuchera reglamentaria al cinto y departiendo sonriente con sus compañeros.

La primera señal, aparte del uniforme, la despierta la datación de la fotografía de Wainman: en el libro ‘Live souls’ se apunta que podría ser el sacerdote, pero con la fecha del 23 de septiembre de 1936. El hijo de Wainman, Serge Alternés, ha confirmado a este diario que la fecha es correcta: se corresponde con las indicadas en el diario de su padre, en sus salvoconductos y en las notas adjuntas al rollo de película. Alternés nos facilita copias de los negativos anteriores y posteriores a la fotografía: en uno de ellos se ve un paisaje en el que destacan la ermita de San Jorge, en Huesca, y la vía de ferrocarril, desde un lugar que puede determinarse, con precisión, junto al Castillo de Pompién, al lado de Pompenillo, la posición más adelantada de las milicias de la república, a pocos metros ya de las afueras de la sitiada Huesca.En la foto de Wainman ese misterioso personaje reaparece, pues, a pocos kilómetros de donde lo fotografío Guttman, y bastantes días más tarde. En el siguiente negativo ya aparece un caserón en el que Wainman está recogiendo a heridos en su ambulancia para trasladarlos a la retaguardia, en un recorrido que dejó escrito que lo llevó a Huesca, Pompenillo y Grañén. El edificio no ha podido ser identificado.

¿PUEDE SER OTRO SACERDOTE?

Algunos divulgadores de la persecución religiosa durante la guerra civil ya habían apuntado que el personaje de la fotografía de Hans Guttman no podía ser el beato: la imagen estaba localizada en Siétamo, en el frente de Huesca, no en Teruel. Unos siguen aferrándose a la identificación y han sostenido que el alemán no identificó bien el lugar, y que la foto se tomó en Valdealgorfa; otros han propuesto, como alternativa, a otros sacerdotes fusilados en Huesca en ese mes de agosto, como mosén Antonio Vilellas, de quien se dice que se incorporó a una columna antes de ser ejecutado (aunque, según el erudito local de Siétamo Ignacio Almudévar, la familia no lo reconoció en la foto y además fue ejecutado mucho antes del 23 de septiembre).

Algunos divulgadores de la persecución religiosa durante la guerra siguen aferrándose a la insostenible identificación

Así, ¿el origen del equívoco puede estar en el foto de Guttman? Todo apunta a que sí. El pie de foto con que la fototeca de Efe ha difundido la imagen es contundente («agosto de 1936. Sacerdote capturado por las fuerzas republicanas, instantes antes de ser fusilado –pie de foto original-«), pero presenta bastantes problemas. Para empezar, el reportaje no corresponde al 1 de agosto como consta en la fototeca: las imágenes inmediatamente anteriores a la del supuesto sacerdote en las tiras de negativos archivadas por Efe muestran a los milicianos de la columna Carlos Marx en Siétamo, conquistada tras duros combates el 13 de septiembre de 1936, así como la profanación del cadáver del sargento de la Guardia Civil Antonio Javierre, padre del que sería cardenal Antonio María Javierre, nada más tomar el pueblo. La imagen del misterioso barbudo tomada por Guzmán, además, muestra el perfil del pico Gratal, visto desde algún lugar no muy lejano a Siétamo. Así pues, nuestro personaje no pasa por Teruel, sino que aparece en Huesca, en dos sectores del frente donde se está combatiendo, el 13 y el 23 de septiembre.

UNA CONFUSIÓN

Según confirma el archivo de la agencia, cada rollo de película de Guzmán iba acompañado de un papelito con algunas indicaciones sobre el contenido del reportaje. Es muy posible que la descripción de una foto se adjudicase a otra del mismo rollo. Aunque en esa fecha y lugar, tras examinar los expedientes de la Causa General de las localidades de los alrededores, no consta ningún asesinato de sacerdote. Quizá Guttman confundió la situación, o quizá la nota corresponde a otro momento, o al escribirla años más tarde en México la memoria le falló y le complicó la vida a quienes acabaron poniendo orden en su archivo. La posibilidad de una falsificación voluntaria no tiene mucho sentido: ¿por qué iba a simular una escena de violencia antirreligiosa un militante comunista?

Sea cual sea el motivo, es cierto que el joven sacerdote Martín Martínez Pascual fue asesinado por el mero hecho de ser sacerdote, como otros miles más. Pero también que no fue fotografiado poco antes de morir. Que la imagen que desde medios religiosos se ha querido convertir en el reverso del ‘miliciano caído’ tiene tan poca relación con la realidad como la de Capa. Y que es muy posible que muchos devotos hayan pasado años encomendando sus plegarias ante la fotografía de un miliciano comunista.

http://www.elperiodico.com/es/noticias/ocio-y-cultura/fotografia-sacerdote-guerra-civil-wainman-guzman-5352007