Mérida: La fachada de la Concatedral luce ya sin la inscripción de Primo de Rivera
El borrado de la inscripción es reversible, como gran parte de las intervenciones que se hace en patrimonio histórico
ÁNGELES MORCILLO MÉRIDA
8 octubre 2016
Los trabajos, que se han desarrollado en varias jornadas y cuyo presupuesto asciende a 3.000 euros, corren por cuenta el Consorcio
El pasado 26 de septiembre comenzaron los trabajos de eliminación de dicha inscripción, en la que se podía leer José Antonio Primo de Rivera. «Un compromiso electoral del PSOE que da cumplimiento también a la Ley de Memoria Histórica y que tiene el respaldo de los grupos municipales», según señaló el alcalde. Antonio Rodríguez Osuna visitó ese día el lugar para interesarse cómo se iba a realizar esta intervención. De todas maneras, fue Izquierda Unida quien, el pasado abril, registró una propuesta para su debate en el pleno del Ayuntamiento para la eliminación de esta mención conmemorativa.
La inscripción que se ha podido ver hasta ahora es una hendidura hecha en la piedra en una parte de la fachada de la Concatedral de Santa María, allá por los años 40. Por lo tanto no hay forma de borrarla de ninguna de las maneras.
Entonces, según explica el director del Consorcio, Javier Jiménez, lo que se hace para que no se vea es rellenar la hendidura que tiene forma de letra con un mortero de elementos naturales como cal o arena, que se mezclan con unos pigmentos. De estos se hacen varias pruebas para que queden lo más parecido posible a la tonalidad de la piedra original con el objetivo de que no se note. «Tenemos que aclarar que lo que es la inscripción, el cincelado en la piedra, sigue allí, y seguirá siempre debajo de la pasta con la que se va a rellenar», confirma.
Para llegar a la etapa de tapado se ha pasado de forma previa por un proceso de documentación durante el cual la inscripción se fotografía, se documenta, para que quede constancia de que allí existió ese hecho histórico. Por lo tanto, la propia inscripción permanecerá. «Lo que se hace realmente es camuflarla para cumplir con lo que dicta la Ley de Memoria Histórica, que obliga a hacerlo así», dice Jiménez.
Borrado reversible
De todas formas, afirma que el borrado de la inscripción es reversible, como gran parte de las intervenciones que se hace en patrimonio histórico. «Si fuera necesario, se podría volver a ver la inscripción. De todas formas, si alguien la quisiera volver a ver, lo lógico sería dirigirse a los informes de documentación. Pero quien lo quisiera ver lo tendría fácil porque la fachada de la Concatedral está tan retratada como el Teatro Romano. Existe mucha documentación fotográfica, turística e histórica que da cuenta de cómo es esa inscripción», declara. Así que, si por alguna razón alguien quisiera algún día que se volviera a ver, es totalmente reversible.
Lo que se quiere conseguir es que de lejos no se pueda ver, aunque puede que si uno se acerca mucho y se fija pueda notar una ligera diferencia entre el mortero que se va a aplicar y la piedra original. «Esto tampoco es grave, porque también va permitir hacer una lectura histórica sin el impacto visual que generaba dicha inscripción», explica el director del Consorcio.
Jiménez declara que a la hora de llevar a cabo estos trabajos ha surgido la duda de quién tiene la competencia, que al final ha asumido el propio Consorcio. «Aunque la Iglesia es propietaria del edificio donde está hecha la inscripción decía que como ellos no la hicieron, ellos no la quitaban. El Ayuntamiento tampoco. Así que al final desde el Consorcio hemos asumido tanto los trabajos como el coste que supone los mismos».
Para retirar la inscripción se ha contratado a la empresa cacereña Restaura, que ya tiene experiencia en este tipo de trabajos y ha llevado a cabo varios de ellos fuera de la ciudad. Tanto las tasas municipales de obras como el presupuesto del borrado de la inscripción propiamente dicha, que asciende a unos 3.000 euros, corren a cargo del Consorcio. La intervención cuenta con el respaldo y asesoramiento de técnicos de restauración de esta entidad.
Aparte de quitar la inscripción, Jiménez confirma que también se eliminará de la fachada de la iglesia una mancha de pintura roja que estaba encima de la propia inscripción. Pero para llevar a cabo esos trabajos se han empleado productos químicos y otras sustancias que utilizan los restauradores.
Jiménez recuerda que en Mérida había otra inscripción, concretamente en la fachada de la Basílica de Santa Eulalia. «Esta se quitó, se dejó de ver con un procedimiento bastante menos conveniente que el actual y que fue instalando encima un cartel de chapa. Este método es mucho más incisivo y perjudicial para la piedra desde el momento en el que hay que hacer nuevos agujeros en el granito para colgar dicho cartel. Esta se hizo en otra época y, en vez de quitarse, lo que se hizo fue taparla poniéndole un cartel encima».