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Exhibición de impunidad

Ángel Iglesias Ovejero. La Crónica de Salamanca, 19-01-2017 | 20 enero 2017

¿Qué pueden sentir las familias de las víctimas de la represión franquista acerca del medallón de la Plaza Mayor de Salamanca?

 

Opinión. Cartas de los Lectores – Ene 19 2017

¿Qué pueden pensar y sentir las familias de las víctimas de la represión franquista acerca del medallón que en la Plaza Mayor de Salamanca representa al “Caudillo de España” desde 1937? Seguramente comparten la idea extendida de que (además de un acto de egolatría, todavía sin la coletilla blasfematoria “por la gracia de Dios”) es de por sí una injusticia evidente y una exhibición de impunidad que también los hieren a ellos mismos. En todo caso es lo que pensamos y sentimos mis hermanos y yo.

En la familia de nuestra madre, Mª Antonia Ovejero García (vecina de Robleda), victimarios conocidos, con la venia o delegación de responsables militares de la zona de Ciudad Rodrigo, por vía extrajudicial ejecutaron a su primer marido y a tres de sus hermanos. Estas ejecuciones fueron siempre oficialmente silenciadas, aunque en dos de ellas hubo testigos ajenos a los asesinatos y la misma estadística de guerra “nacional” de la 7ª Región Militar (Valladolid) les da esa calificación (“asesinato”), sin que hubiera diligencia alguna para esclarecer el hecho.

Las condiciones de vida que dimanaron de estos crímenes (“delitos cometidos en acto de servicio” en la misma terminología procesal militarista), el miedo permanente, los malos tratos, las injurias, el aislamiento, la enfermedad, la pobreza y el hambre se llevaron por delante a varios miembros de la familia de Mª Antonia: una hija nacida después del asesinato del padre (1937), una hermana y el marido de ésta a escaso días de intervalo (1938), un sobrino, hijo de la pareja (1939), y su propia madre, mayor (1941).

La solidaridad con la recuperación de la memoria histórica me ha llevado a buscar y encontrar otros casos de “exterminios parciales” entre las familias de la veintena de personas asesinadas en Robleda (sin contar forasteros), así como en Ciudad Rodrigo y su comarca, donde a consecuencia de la represión fallecieron 284 personas, entre las 971 que resultaron afectadas por 1.117 actuaciones represivas en 67 localidades (totales provisionales). De todo esto, como de todos los estragos de la guerra y la represión, es responsable en primer lugar el general Franco, que, desde que se autoproclamó Jefe del Estado en octubre de 1936 hasta que se murió en 1975 firmó numerosas condenas a muerte.

No conozco a ningún huérfano, nieto o sobrino de aquellas víctimas que no vea en este medallón una flagrante exaltación del principal responsable de los crímenes contra la humanidad (imprescriptibles) a los que sirve de referente epónimo (“crímenes franquistas”). Para cualquier demócrata es una injuria permanente, que en ningún caso dejaría de serlo, de seguir donde está, por un hipotético valor estético (muy difícil de establecer con criterios objetivos) y que, paradójicamente, le vendría del espacio que usurpa desde 1937. Más que un adorno es un borrón en el panorama artístico de Salamanca, adonde acuden numerosos turistas, científicos extranjeros de diversas disciplinas y jóvenes foráneos estudiosos de la lengua española y el arte salmantino.

Esta efigie resulta hiriente. La autoridad competente debe retirarla.

Ángel Iglesias Ovejero

Catedrático emérito de la universidad de Orleans (Francia), autor de La represión franquista en el sudoeste de Salamanca (1936-1938).

http://www.lacronicadesalamanca.com/152954-exhibicion-de-impunidad/