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Trapiello: «Muchos prefieren vivir en la calle de un fascista a cambiar su dirección»

El Confidencial, 09.01.2017 | 10 enero 2017

Entrevista al escritor y Comisionado para la Memoria Histórica de Madrid

 

 

El escritor y Comisionado para la Memoria Histórica publica ‘Sólo hechos’, el nuevo volumen de sus diarios, uno de los proyectos literarios más adictivos y perdurables de la literatura española actual

Cervantino y sosegado, Andrés Trapiello puede que sea el escritor español que más páginas ha dado a la imprenta. Novela, poesía, ensayo y, sobre todo, un diario inabarcable conforman una obra libre de modas y convencida de su propósito: la palabra justa y la curiosidad galdosiana por las pasiones humanas.

Nos recibe en su casa de Madrid, blanca y bibliográfica; sobre la mesa, un volumen en francés de ‘En busca del tiempo perdido’ y, al lado, un juego de té, humeante.

Venimos a hablar de sus diarios, infatigable crónica de la España última que empezó a publicar en 1990 y que suelen contar lo ocurrido unos años atrás. El último, ‘Sólo hechos’ (Pre-Textos), nos lleva al año 2006.

Son ya más de 10.000 páginas las que ocupa este ‘Salón de pasos perdidos’, como ha llamado al conjunto de las entregas, uno de los proyectos literarios más adictivos y perdurables de la literatura española de nuestro tiempo.

(…)

  1. P. Recibiste 62.747 votos como candidato al Senado por UPyD en Madrid. Ciudadanos te ha propuesto para el Comisionado de la Memoria Histórica en la capital de España. Firmas manifiestos con Arcadi Espada y Savater, en la plataforma Libres e iguales. Todo ello en alguien que empezó bastante a la izquierda…
    R. Sí, en PCE (i), que era un partido marxista, estalinista, leninista y maoísta. Ese compromiso terminó muy pronto. Yo escribí hace treinta años ‘El buque fantasma’, una novela donde se decía una cosa que entonces era escandalosa pero hoy es evidente: y es que nosotros no estábamos por traer la democracia a España, sino para reproducir aquí los regímenes totalitarios que nos gustaban, que eran el estalinismo y los chinos.
    P. En ‘Sólo hechos’, esta última entrega del diario, criticas bastante al PCE.
    R. El PCE era lo mejor de lo peor. Incluso ahora, con todo el respeto hacia ellos, no han crecido democráticamente. El problema es que en todo proceso autoritario hay que hacer revisiones serias de tu pasado. ‘Las armas y las letras’ era un libro eminentemente político, hablaba de literatura, pero era sobre todo político. ¿Por qué? Porque abordaba el estado de la cuestión en la literatura, que estaba justamente dominado por las cátedras o por muchas cátedras de literatura del mundo que se habían creído la propaganda política de, básicamente, los escritores comunistas.
    P. Escribes en este tomo: “Si alguien ha aspirado a la inaccesible imparcialidad en asuntos de historia literaria ha sido, modestamente, uno”. También dices, con ironía: “No hay escritorazos de derechas.”
    R. Ese es el argumento de ‘Las armas y las letras’. Los escritores de derechas o de centro, en España, no en Francia, por ejemplo, ganan la guerra pero pierden los manuales de literatura; a los escritores de izquierda, por el hecho de perderla, los vamos a meter prestigiosamente en los manuales de literatura. El siguiente lugar común que ha sido muy grave y que todavía funciona -básicamente en gente de izquierda bastante desavisada e inculta, he de decir- es la teoría o invención o mito según el cual los mejores escritores e intelectuales estuvieron con la República durante la guerra civil. Y eso no es así. En ‘Las armas y las letras’ hay una lista donde están todos, para que la gente compare y sume y, de una manera honesta, pueda decir si eso es así. Y es evidentemente falso. Esa ha sido una de las victorias de la propaganda comunista.
    Existe la teoría de que los mejores escritores e intelectuales estuvieron con la República durante la guerra civil. Eso es falso
    P. ¿Te consideras un escritor de derechas? ¿Dónde te sitúas políticamente?
    R. Viendo a algunos que se dicen de izquierdas le entran a uno ganas de hacerse de derechas, pero al revés pasa lo mismo. Con Franco fui de extrema izquierda, y en Cuba sería cualquier cosa menos comunista. Yo no tengo ningún inconveniente en situarme políticamente. Somos gente que venimos de la izquierda, que hemos votado durante muchísimos años al PSOE y que en un momento determinado -yo soy por tanto un socialdemócrata corriente y moliente, y mi caso no es el único- consideramos que el PSOE hoy no defiende exactamente los valores por los que vale la pena luchar, que son elementales, y que son los valores de la Ilustración francesa: libertad, igualdad, fraternidad. Y punto. Que no vengan de pronto aquí unos vascos de derechas o leninistas, con apoyos socialistas, diciendo que yo soy mejor que tú, o unos catalanes también de derechas o antisistema que de pronto digan no, que yo quiero solamente Cataluña para mí, y luego voy a decir esto en contra de tus propias decisiones. Es lo que decía Savater hace poco, que se demostrará más pronto que tarde, que aquí de lo que hablamos es de una rebelión de los ricos contra los pobres. Gente que se quiere quedar el dinero de los pobres, sin más. Así que estaría bien que se empezara a definir qué es ser de izquierda o de derecha.
    P. Escribes también en ‘Sólo hechos’ que los progres son los que no iban a las manifestaciones. ¿Tú te has sentido progre alguna vez?
    R. Yo no me he sentido progre porque no me ha hecho falta. El progre era normalmente el que tenía que demostrar que había sido lo que no había sido. Yo, como desgraciadamente había militado en el PCE (i)… No me siento muy orgulloso de haber sido estalinista, de haber sido maoísta…, ni de haber, digamos, cantado las alabanzas de Fidel Castro…
    P. Justamente en ‘Sólo hechos’, es decir, en el año 2006, decías de Castro: “Su muerte no puede estar lejos”. ¿Diez años te ha parecido lejos o cerca?
    R. Ha tardado demasiado, sí. Sobre todo que se lo pregunten a los cubanos. Yo no es que deseara que se muriera, pero, en fin, podría haber hecho mucho más por los cubanos habiéndose retirado.
    P. Hablemos de tu labor en el Comisionado para la Memoria Histórica, a propuesta de Ciudadanos y junto a otros seis expertos. ¿En qué consiste todo el asunto
    R. Pues primero hemos tenido que dilucidar con sumo cuidado los criterios. No hemos llegado allí para dilucidar qué calles hemos de cambiar sino para aplicar una ley, el artículo 15 de la mal llamada ley de Memoria histórica. Estamos ahí para aplicar ese artículo. Es un artículo muy vago. La ley en sí a mí no me gusta cómo está redactada, aunque seguramente el espíritu de la ley esté justificado, pero se redactó mal y está llena de lagunas y a veces resulta difícil de interpretar. Estamos ahí para encontrar un criterio común para aplicar esa ley. En esa ley figura lo de cambiar los nombres de algunas calles. Esto ya había producido un escándalo, y eso que llaman alarma social, porque entre otras cosas no olvidemos que cambiarles la calle a las gentes no deja de ser hacerles la cusqui, porque hay muchas gentes que preferirían seguir viviendo en la calle de un fascista a tener que ir al banco, a tener que ir al notario… y cambiar su dirección.
    Hay mucha gente que preferirían seguir viviendo en la calle de un fascista a tener que ir al notario… y cambiar su dirección
    P. ¿A qué se debe la creación de esta Comisión?
    R. Nos llamaron a nosotros porque existía una lista anterior, que no sé quién hizo, que era una demencia. Estaba en ella Manuel Machado, estaba Ridruejo, en fin, estaban todos los que habían tenido que ver con el franquismo, algunos de los cuales fueron franquistas y otros no. Entonces nosotros hemos dicho, vamos a ver las cosas un poco más despacio…
    P. ¿Los siete? ¿Estáis de acuerdo los siete?
    R. Hay un cura…
    P. Más de derechas…
    R. No, no; nos da lecciones de izquierdas a todos. Vamos a ver, ahí no hay problema de izquierda o derecha.
    P. Pero, si estáis propuestos por los partidos políticos, será con alguna intención…
    R. Es que han escogido a personas independientes, excepto -creo- Amelia Valcárcel, que es del PSOE, militante. Me parece, a lo mejor tampoco. De los demás, hay dos personas más afines del PSOE, hay una persona más afín a UpyD/Ciudadanos, que soy yo; hay un cura, hay una persona más afín al PP y otra más afín a Podemos. Lo que es extraordinario de esta comisión es que la práctica totalidad de las decisiones que hemos tomado ha sido por unanimidad.
    P. ¿En qué punto del trabajo estáis?
    R. Nosotros sólo aconsejamos. Vamos a terminar a principios de enero. La propuesta que haremos será del total de calles que incumplen la ley. Hay muchos nombres de gente que en efecto son de derechas pero que son irrelevantes, porque ya nadie saben quiénes fueron. Se señala a aquellos que tuvieron actuaciones poco ejemplares. Por otro lado, hemos propuesto que den calles a gente de la Institución Libre de Enseñanza, como don José Castillejo, a Mercedes Fórmica, que era una falangista, a Edgar Neville, que era de derechas, y a Chaves Nogales, que fue un hombre libre de militancias políticas.
    P. ¿Vuestro trabajo será considerado conservador?
    R. Ha habido ya unas primeras reacciones en la prensa, antes del verano; al saberse que la avenida de Millán Astray se iba a cambiar por la avenida de la Inteligencia, a la gente le resultó simpático. Yo creo que en general el trabajo está siendo muy bien acogido. Es verdad que de pronto los legionarios se enfadan porque se le quita la calle de su fundador, pero la Legión ya tiene su propia calle.
    P. ¿Conde de Xiquena está en peligro? ¿Desde cuándo vives aquí? Dices en tu diario -2006-: “Se nos ha llenado el barrio de pijos”. Es un barrio pijo de cuidado, en efecto.
    R. Treinta años. Este fue un barrio bastante tirado. Cuando nosotros vinimos, abajo se vendía la primera heroína de Madrid. En un local, en un bar, muy sórdido. Y las esquinas estaban llenas de chaperos y todas las noches había problemas… Me encantaría que tuviera el nombre que tuvo antes.
    P. ¿Cuál era?
    R. Calle de las Salesas. Pero le dieron el de un tipo que hoy en día es irrelevante, un conde más. ¿Y éste por qué tiene una calle?

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