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El franquismo se resiste a morir en España

Crónica.com –México,  | 12 mayo 2017

Cuatro décadas después de la muerte de Franco, la derecha continúa negándose a condenar la dictadura

 

 

por MARCEL SANROMÀ  2017-05-11

Supervivencia. Cuatro décadas después de la muerte de Franco, la derecha continúa negándose a condenar la dictadura, y 114 mil personas permanecen desaparecidas en el país, demostrando que la herencia de los represores sigue viva

El Congreso de los Diputados español aprueba hoy jueves una resolución que pide al gobierno que saque los restos del dictador Francisco Franco, muerto en 1975, del Valle de los Caídos, su colosal mausoleo construido en las cercanías de Madrid usando como mano de obra a presos políticos de la Guerra Civil.

La medida sale adelante, si no hay sorpresas, con los votos a favor de la mayoría del espectro de la oposición, mientras que el gobierno derechista del Partido Popular se opondrá. Aún así, se trata de una medida simbólica, puesto que no es una ley, y por tanto, el ejecutivo no está obligado a cumplirla. Y no lo hará.

El pasado 22 de abril falleció en Málaga a los 91 años José Utrera Molina, quien fuera secretario y finalmente vicepresidente del gobierno durante la dictadura. Utrera Molina fue uno de los encargados de firmar la última condena a muerte en la historia de España. Fue en marzo de 1974, para ajusticiar, con garrote vil, al joven anarquista catalán Salvador Puig Antich.

A su funeral, celebrado el día siguiente, asistió su yerno, Alberto Ruiz-Gallardón, quien ocupó la secretaría de Justicia española entre 2011 y 2014 de la mano del PP, y rodeado de una comitiva militar. Diversos videos difundidos en las redes sociales mostraron a algunos de los asistentes despidiendo al político extremista haciendo el saludo fascista y cantando el “Cara al Sol”, el himno franquista.

EVASIVAS Y EXALTACIÓN. Pese a la ira de los partidos políticos de la izquierda española, el gobierno ha callado sobre este hecho. Es su comportamiento habitual. Por ejemplo, en 2013, el PP votó en contra de una resolución que pedía convertir el 18 de julio, día del golpe de estado que inició la guerra civil en 1936, en “Día oficial de condena a la dictadura”. Meses antes ocurrió algo parecido en el Parlamento de Cataluña, donde tanto PP como Ciudadanos, allí en minoría, abandonaron el hemiciclo con malos modos para no votar una resolución presentada por la izquierda catalana contra la exaltación del fascismo en general.

Las muestras de simpatía de los dirigentes del PP hacia la dictadura franquista han sido un habitual a lo largo de los años, especialmente cuando el paso del tiempo ha suavizado el dolor. El propio Ruiz Gallardón ensalzó, mientras era miembro del gobierno, los “logros” del franquismo en una emisora televisiva afín. También la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, respondió con evasivas en 2014 cuando, en vivo en televisión, le pidieron una condena firme. Y Jaime Mayor Oreja, secretario del Interior entre 1996 y 2001, fue muy claro en 2007: “¿Por qué voy a tener que condenar yo el franquismo?”, espetó en una entrevista. Agregó que el franquismo “representaba a un sector muy amplio de españoles” y que la dictadura fue un período “que muchas familias vivieron con naturalidad y normalidad”. Hay decenas de ejemplos más.

DESAPARECIDOS VS. SUBVENCIONADOS. Por lo general, el Partido Popular, en el gobierno entre 1996 y 2004 y desde 2011, usa como argumento para respaldar su comportamiento la necesidad de no revolver el pasado en pos de la convivencia. Así, dejó sin fondos, nada más llegar al poder hace cinco años y medio, la Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007 por el gobierno del Partido Socialista.

Sin dinero, centenares de fosas comunes continuarán ocultas en los bordes de las carreteras en toda España. Según historiadores expertos, hasta 114 mil cuerpos se acumulan en ellas, una cifra que sitúa al país como el segundo en el mundo, tras Camboya, con más desaparecidos sin identificar. Y ello pese a que la ONU ha exigido, en varias ocasiones, la última en 2015, que se abran las fosas comunes encontradas y se busquen las demás.

El gobierno derechista del PP no sólo ha rechazado acatar las exigencias de Naciones Unidas, sino que, por otra parte, se ha negado reiteradamente a retirar los 150 mil euros anuales de subvención pública que concede a la Fundación Nacional Francisco Franco, un organismo dedicado a promover la memoria del dictador.

Estas subvenciones aparecieron por primera vez en 2002, durante el gobierno con mayoría absoluta que lideraba José María Aznar, y a menudo ocultas en partidas secretas de los presupuestos de la secretaría de Cultura. Con el regreso del PP al gobierno, estas regresaron, pero el actual presidente, Mariano Rajoy, aseguró en 2015, cuando le preguntaron en una entrevista radiofónica, que “no sabía nada” del tema.

PAX FRANQUISTA. España protagonizó una transición política que en un año y medio transformó una dictadura vetusta y anquilosada en una democracia que fue aplaudida en todo el mundo. Se decía que el cambio era modélico, casi sin sangre, casi sin violencia. Para ello, los españoles tuvieron que tolerar, bajo la latente amenaza de un nuevo golpe de estado militar, que la Ley de Amnistía permitiera a los políticos fascistas reinventarse como demócratas y participar del nuevo sistema de partidos.

La consecuencia fue que, por ejemplo, Manuel Fraga, secretario en múltiples gobiernos de la dictadura y luego uno de los fundadores del PP, gobernara en su tierra, Galicia, entre 1990 y 2005. En definitiva, se instaló la normalización de la extrema derecha. Cada 20 de noviembre, por ejemplo, se celebra una misa en honor a Franco en el Valle de los Caídos –que la dictadura trató de disfrazar de homenaje a los fallecidos de los dos bandos en la guerra—. Una misa que acostumbra a finalizar con el “Cara al Sol” y con vítores fascistas, algo que los policías que acuden al lugar a controlar que no se produzcan altercados permiten sin mayor problema. Esto se debe a que, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo en Alemania, el código penal español permite la exhibición de símbolos franquistas.

SÍMBOLOS. Iconografía que perdura también en las calles. Más de 41 años después de la muerte del dictador, por ejemplo, siguen existiendo ocho pueblos en España con nombres alusivos al franquismo, como Guadiana del Caudillo o Llanos del Caudillo. En 2015, el portal El Confidencial cifró en mil 171 las calles que conservaban nombres franquistas, en un total de 637 localidades españolas. La gran mayoría, en pueblos pequeños.

Quedan, además, entre 97 y 135 símbolos en edificios oficiales del Estado, y decenas más sin cifrar en instalaciones de gobiernos locales y en iglesias, además de numerosos monumentos. El más grande de ellos continúa siendo el Valle de los Caídos.

http://www.cronica.com.mx/notas/2017/1022989.html