Olvidos en la memoria democrática
AquÃ, la única tumba al Soldado Desconocido se la hizo Franco a sà mismo
ANTONIO ZOIDO / España no celebraba la conquista de la democracia
SEVILLA / 11 JUN 2017
{Ochenta y un años después de que se produjera el golpe de estado de 1936 contra la República y comenzara una larga guerra civil que desembocarÃa en una dictadura de casi medio siglo, AndalucÃa va a celebrar el próximo 14 de este mes el DÃa de la Memoria Democrática.
En todos los paÃses que viven en libertad existe anualmente una fecha que resume su perÃodo histórico que culmina con esa conquista. En ella tienen lugar homenajes en todos los niveles en los que se estructuran el territorio y sus habitantes, rituales en los que participan desde los integrantes de las altas esferas de la comunidad y ceremonias escolares en pueblos apartados. Las he visto en Italia, Francia, Estados Unidos, México, Grecia… Todas tienen el mismo contenido: rememorar unos hechos colectivos del pasado que tienen caracteres de epopeya y reafirmar su importancia en el presente a fin de que sirva para el futuro. Y todas tienen el mismo sÃmbolo, detraÃdo del concepto decimononico de Pueblo: la tumba del Soldado Desconocido.
España y AndalucÃa son hoy territorios que caminan por las alamedas de la libertad pero lo hacen sin ceremoniales en los que la conquista de la Democracia, con mayúscula, sea la protagonista. La raÃz de ello está, indudablemente, en la contienda provocada por la felonÃa y que, seguramente, se hubiera producido igualmente si, en otro supuesto histórico, los avances democráticos hubieran tenido lugar sin que la monarquÃa hubiera sido derrocada. La Guerra de los 1.000 dÃas (y sus madrugadas) acabó de partir esta tierra en las dos mitades profetizadas por Antonio Machado precisamente porque helaba el corazón, tocaba las cuerdas del arpa de los sentimientos más Ãntimos, consolaba a las familias de quienes, aun yendo a la fuerza al combate y cayendo en él, veÃan el nombre del ser querido bajo la cruz de piedra de la plaza del pueblo, desconsolaba a aquellas cuyos hijos, hermanos o amigos habÃan muerto para nada, perseguÃa cualquier signo que pudiera perpetuar su recuerdo e intoxicaba el pasado. Nada hubo sobre los héroes y las tumbas de los perdedores.
En esta situación son dos las cosas que están claras: la primera es que, exceptuando el empeño de algunas personalidades del bando perdedor, la misión polÃtica y generacional de transmitir la Memoria Democrática –paradójicamente– se la cargó a sus espaldas el PCE, que, en un principio, sólo consideraba la II República un instrumento para llegar a otra Revolución de Octubre y, tras sufrir reveses continuos y sacrificar –en el trágico sentido de las balas y la cárcel– a dirigentes y militantes, supo interpretar los signos del tiempo y tomó como objetivo estratégico la Reconciliación Nacional. Santiago Carrillo no usó la palabra aggiornamento pero, en el fondo, decÃa lo mismo que Juan XXIII: delante de las narices estaba la Revolución Tecnológica que mandaba al proletariado a lo que Carlos Marx y Karina llamaron el baúl de los recuerdos.
La segunda es que, en otro rizo de la paradoja, la tumba del Soldado Democrático Desconocido fue la faraónica que Franco se erigió a sà mismo en Cuelgamuros. Pero la Historia va por caminos tan inexcrutables como los de Dios y hasta aquà hemos llegado yendo por ellos.
Sin embargo que a la Memoria Democrática le falte visibilidad no quiere decir que no exista. En AndalucÃa la sucesión de gobiernos de izquierda y progresistas ha ido dando resultados en este campo: el último esa ley del mismo nombre, fruto en realidad del perÃodo en el que PSOE e IU formaron el ejecutivo andaluz. El último mas no el único (porque también existe el Museo de la AutonomÃa de AndalucÃa) surgió hace ya muchos años en un lugar escondido donde, con el mismo ahÃnco de los monjes medievales de El nombre de la rosa, grupos de personas comenzaron a trabajar por reunir los fragmentos de la época oscura en la que quienes luchaban por la libertad se veÃan obligados a quemar o romper en pequeños fragmentos hasta un número de teléfono.
En el Archivo Histórico de la Fundación de Estudios Sindicales de CCOO –un almacén perdido en el caserÃo de la periferia– están recopilados y clasificados decenas y decenas de miles de documentos, fotos, publicaciones, entrevistas grabadas… recogidas pacientemente o aportadas por una multitud de gente anónima o con nombre.
Allà sobre todo y también en otros locales umbrosos como el Centro de Documentación de la antigua iglesia de Santa LucÃa o la Hemeroteca y Fototeca municipales se encuentra el legado de la Memoria Democrática de la Comunidad Andaluza que pervive casi milagrosamente dados los pocos efectivos con los que estas instituciones cuentan y el escaso presupuesto que reciben.
En la ley que dio luz verde al dÃa que se celebrará el próximo 14 y a las tareas para recuperar para la ciudadanÃa ese tiempo se hace mucho hincapié en el objetivo de conseguir que los cuerpos de todos aquellos que fueron asesinados vilmente luchando por un tierra libre e igualitaria sean encontrados y reposen en lugares dignos, pero el objetivo de recuperar todo cuanto –vivos y muertos– llevaron a cabo para lograr la restauración de la democracia ha de tener el mismo rango so pena de seguir viviendo en un territorio dominado por la Laguna del Olvido en lo que a Historia reciente se refiere.
Para que podamos afrontar un futuro común construido consciente y libremente es necesario que de cuantos cayeron para lograrlo quede un recuerdo visible y honorable sacándolos de sus invisibles tumbas. También es igualmente imprescindible que los testimonios de ese pasado que los enemigos de la libertad intentaron hacer olvidar salgan de las catacumbas. A eso también hay que dedicar personas, investigación y partidas presupuestarias
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