Las profundas raÃces del franquismo
Uno no es consciente de lo larga que es la raÃz de la represión franquista
Tenemos una vaga idea que se manifiesta en el hecho de que a dÃa de hoy Franco continúe enterrado con honores, que todavÃa encuentres el yugo y las flechas en algunos edificios públicos o que te encuentres con dirigentes polÃticos incapaces de condenar lo que sucedió durante la dictadura. Sólo por decir unos pocos (y quizás no los más ofensivos) de los miles de ejemplos.
Pero todavÃa hoy dÃa me sorprende encontrar puntas de esa raÃz que asoman por lugares que no esperarÃas. Sus brazos atraviesan regÃmenes polÃticos, décadas en el tiempo, kilómetros en la distancia, para llegar a nuestros dÃas, a los lugares del exilio, aún ochenta años después de que éste se produjera. Igual que algunos árboles son capaces de atravesar cemento y ladrillos para extender sus raÃces, la dictadura franquista, lejos de ser un árbol muerto, es una peligrosa mala hierba, impertérrita, superviviente, extendiendo sus raÃces sin que nos demos cuenta.
Hace casi ochenta años Pablo Neruda, incansable comprometido, profundamente conmovido por la crueldad de la Guerra Civil española y la muerte de los ideales en los que creÃa, ayudó a más de dos mil refugiados españoles a huir de aquel terror de los campos de concentración franceses a bordo del Winipeg. Me abruman las innumerables historias de persecución que los republicanos sufrieron, pero aún me abruma más la fuerza con que el régimen represivo intenta ocultarlas y mantenerlas en el olvido. El olvido también es violencia, también es tortura, también es represión. Que, transcurridos casi ochenta años desde que aquellos españoles tuvieran que huir de su propio paÃs, éstos continúen siendo silenciados pone de manifiesto lo lejos que estamos de superar el franquismo.
Os sitúo: Chile, año 2017. La Comisión por la Memoria del Exilio Republicano programa un acto conmemorativo para recordar la llegada del Winipeg a ValparaÃso, algo que cualquier democracia con dignidad histórica se molestarÃa en conmemorar. Pero en España estamos lejos de tener eso. Hasta aquà llega el brazo del franquismo, hasta en estas latitudes viene a ejercer su tiranÃa.
Desde la embajada de España en Chile se hizo todo lo posible para detener ese acto. Carlos Robles, nuestro embajador representante en Chile, que es, oh sorpresa, hijo de un ministro franquista (Carlos Robles) y sobrino de Manuel Fraga, consideró que un homenaje asà no deberÃa ser celebrado y presionó al colectivo hasta obligarlos a cancelarlo. Por cierto, incumpliendo la Ley de Memoria Histórica, pero ¿para que cumplir la ley? Asà lo ha manifestado el colectivo ante eldiario.es, afirmando que “a partir de las presiones ejercidas por la Embajada de España en Chile, el acto ha sido cancelado“.
Este acto de censura me parece una oportunidad de oro para evaluar qué estamos haciendo con nuestra memoria y qué calidad democrática cabe esperar de un gobierno que permite este tipo de presiones.