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Entrevista a Benito Díaz Díaz

Cazarabet, | 24 octubre 2017

Coautor de “Mujeres y hombres de la sierra: La guerrilla antifranquista en la Siberia extremeña y la Jara toledana (1939-1950)”

El Sueño Igualitario conversa con Benito Díaz Díaz. Lo hacemos sobre dos de sus libros: Mujeres y hombres de la Sierra en la que Benito Díaz, junto con José Ignacio Fernández Ollero, investiga sobre las acciones y actuaciones de la guerrilla antifranquista en la Sierra Extremeña y La Jara Toledana entre 1939-1950.

También aprovechamos para conversar sobre la aproximación a los huidos y guerrilleros, luchadores antifranquistas, en el Centro de España entre 1939 y 1955. En este caso, Benito Díaz, investiga sobre estos dos colectivos en Madrid, Ávila, Ciudad Real, Toledo, Cáceres y Badajoz.

-Benito, ¿qué te ha hecho acercarte al estudio, investigación de la lucha antifranquista, utilizando como instrumento la lucha guerrillera?

-En los tiempos actuales adquiere más sentido si cabe el analizar en profundidad la dictadura franquista, ya que algunos, entre los que no faltan cargos importantes del PP, tratan de edulcorarla y presentarla como un modelo político autoritario sin más, en el que la represión apenas existió, pues como decía en 2013 el alcalde de la localidad lucense de Baralla: “quienes fueron condenados a muerte” durante el régimen franquista “sería porque lo merecían”. En contra de lo afirmado por este dirigente ultraconservador, no solo no se lo merecían, sino que, además, defendían la legalidad democrática ganada en las urnas.Cuanto más profundizamos en la dictadura franquista más clara aparece su naturaleza fascista, nada extraño por otro lado si se tiene en cuenta quiénes fueron sus padrinos de guerra: Hitler y Mussolini, a los que debe en buena parte su victoria en la Guerra Civil.

Los años 40 fueron terribles en amplias zonas de la geografía española, con bandos que regulaban al detalle la vida diaria de su población, fusilamientos en masa, continua aplicación de la ley de fugas, juicios ilegales que terminaban en sentencias de muerte que se cumplían frente a las tapias de los cementerios, robos a los pequeños ganaderos y campesinos por parte de los integrantes de las contrapartidas, los hacinamientos de los presos en improvisadas e insalubres cárceles en las que las muertes por torturas, hambre o enfermedades no tratadas eran habituales. Esta política tan represiva generó cientos y cientos de miles de víctimas que no deben ser olvidadas.

La guerrilla antifranquista intentó acabar con esta férrea dictadura e implantar de nuevo la República y sus valores democráticos, pero no hay que ser ni ingenuos ni sectarios, pues no todos los que estuvieron en el monte combatiendo con las armas el franquismo lo hicieron por restablecer la libertad y la democracia. En la sierra los hubo de todos los matices políticos antifascistas, desde estalinistas hasta libertarios. Hasta hace poco tiempo, la guerrilla antifranquista ha sido una gran desconocida para la mayoría de los españoles. Además, los primeros investigadores que se acercaron a ella, por lo general militares franquistas, tremendamente sectarios, lo hicieron para descalificarla, aunque esto sirvió de revulsivo para que algunos historiadores se interesaran por su estudio, como ha sido mi caso.

-Y eliges la zona centro y Extremadura, cuéntanos…

-Elijo esta zona porque al margen de ser la guerrilla toledana muy poco conocida, el vivir en Talavera de la Reina (Toledo) me ha permitido entrevistar a muchos vecinos de localidades de las comarcas de la Jara y de los Montes de Toledo, que de muy diferentes maneras estuvieron relacionados con la guerrilla o que se vieron afectados por su existencia. De hecho, de Aldeanueva de San Bartolomé, un pueblo cercano a Talavera, se fueron más de una veintena de hombres a la sierra, entre ellos Jesús Gómez Recio “Quincoces”, uno de los impulsores de la 1ª Agrupación Guerrillera del Ejército de Extremadura-Centro, que para el PCE debía ser el modelo a seguir en los otros territorios guerrilleros. En este pueblo iniciamos nuestra investigación sobre la guerrilla toledana entrevistando a familiares de “Quincoces”, a guerrilleros y a enlaces. A partir de aquí, nos pusimos a recomponer el mundo de la guerrilla, no solo con la documentación de los archivos, sino también con la utilización de la historia oral. Sin la utilización de este método de investigación histórica se escapan muchos detalles para abordar el mundo de la guerrilla en profundidad. A partir de “Quincoces” y de la guerrilla toledana fuimos ampliando el estudio al espacio geográfico relacionado con ella: Ciudad Real, Cáceres, Badajoz, Ávila y Madrid, donde nos encontramos a guerrilleros tan importantes como “Cuquillo”, “Chaquetalarga”, “Manco de Agudo” o “Severo Eubel de la Paz”, entre otros muchos.

-¿Qué diferenciaba a los guerrilleros de estas zonas, como la zona centro y la de Extremadura, respecto a la guerrilla de la zona de Levante y Aragón?

-Cuando se creó la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, en agosto de 1946, la guerrilla toledana y del norte de Badajoz prácticamente estaba aniquilada.  Una cuestión clave que las diferencia de manera evidente es la organización política y militar, que es bastante mejor en el AGLA que en la guerrilla del centro de España. Disponían de mejor armamento, campamentos, infraestructuras, medios de propaganda y recursos económicos. El AGLA tuvo, asimismo, más efectivos y mucho más combativos.

También hay diferencias en cuanto al papel desempeñado por las mujeres en la guerrilla. Así, mientras que en el AGLA solo hubo cuatro mujeres, que al ser descubierta su labor de enlace se fueron al monte en 1949, en la zona centro, donde estuvieron presentes desde 1940, fueron más de una docena, a pesar de no estar permitida su presencia en el monte por parte de los dirigentes comunistas.

-¿Cómo era  la vida de los huidos cuando todavía estaba la  guerra en todo su apogeo?

-Al principio solo buscaban la mera supervivencia: ser invisibles, como me dijeron los hijos de “Quincoces” y algunos de sus primeros enlaces en la zona. Sabían perfectamente que si la Republica, con casi un millón de hombres en armas había perdido la guerra, era muy difícil, que sin ayuda exterior, unos cuantos hombres con algunas escopetas y pistolas y sin apenas medios, pudiesen acabar con la Dictadura. Así, José Manzanero, secretario regional del PCE en Extremadura, tras escaparse de la cárcel y refugiarse en las sierras de Toledo y Ciudad Real, intentó en 1940 con otros militantes comunistas llegar hasta la frontera francesa, pero hubo de regresar a los Montes de Toledo. De los seis huidos que lo intentaron, dos se quedaron en el camino: Francisco González Rebollo y Julián Muñoz.   También “Quincoces” y buena parte de los huidos de la zona de Toledo, noroeste de Ciudad Real y norte de Badajoz intentaron en abril de 1941 escapar a América vía Lisboa, pero solo lo consiguió uno, al ser muy perseguidos por la policía salazarista. Los otros huidos debieron regresar a las sierras de las que habían partido.   Es decir, los huidos conocían bien la realidad política española y sabía que los medios que en esos momentos tenían para combatir la Dictadura eran irrisorios. Querían vivir y eso es lo que buscaban por encima de todo.  Cuando no contaban con familiares o enlaces suficientes que les proporcionasen los víveres y pertrechos necesarios para resistir en la sierra, estaban obligados a exponerse y entonces debían llevar a cabo operaciones económicas, realizar secuestros, asaltar a feriantes…

-¿En qué zonas del centro o de Extremadura se dieron más movimientos de huidos?

-En las zonas montañosas que hay entre las provincias de Toledo y Ciudad Real hubo algunos soldados republicanos que decidieron no entregarse a las autoridades franquistas, por temor a ser fusilados. Entre estos se encontraban Eugenio Sánchez “El Rubio de Navahermosa” y Braulio García “El Comisario”, que en poco tiempo, por su carisma, fueron capaces de tejer una amplia red de enlaces. Algunos de estos enlaces, al ser descubiertos, engrosaron las filas de los huidos, que pronto llegaron a ser más de una treintena, a los que se fueron sumando aquellos que se escapaban de la cárcel, como fueron los casos de “Quincoces” y su hermano “Quijote”. Así, la bola de nieve fue creciendo y creciendo, extendiéndose también por las zonas boscosas de La Jara.  En Extremadura hubo huidos en las sierras de la comarca de La Siberia y en el valle de Tejuvieda, así como en las comarcas cacereñas de Los Ibores y Las Villuercas.  Entre los huidos extremeños pronto destacaron Joaquín Ventas “Chaquetalarga” y Honorio Molina “El Comandante”, que se escaparon de la cárcel de Herrera del Duque. También tendrían importancia en las sierras de Casas de Don Pedro y Navalvillar de Pela los huidos Santiago Mijarra y Valentín Jiménez “Savina”, que lideraron una amplia partida compuesta por huidos de la zona.

-¿Qué significaba ser huido?. No todos se hicieron guerrilleros, pero sí muchos…

-Muchos huidos se quedaron por el camino, pues en la zona centro fueron presas fáciles para las fuerzas represivas, muy reforzadas por el régimen. Como decía anteriormente, solo buscaban la supervivencia o sobrevivir. Está claro que tenían ideología, de ahí que fuesen denominados “huidos rojos” o “huidos marxistas”, pero muchos, tras escaparse de la cárcel o de no entregarse a las autoridades franquistas, esperaban a que la situación política mejorase y a que las tropas fascistas fuesen derrotadas por los ejércitos aliados y por los soviéticos. Desde el principio vincularon su suerte al resultado final de la Segunda Guerra Mundial en curso, de ahí que el punto de inflexión fuese la derrota en Stalingrado de los ejércitos alemanes en febrero de 1943. A partir de entonces sí que hubo esperanza en las sierras españolas, en las que durante dos años eclipsaría al pesimismo que había reinado hasta entonces.

-¿Se podría hacer una especie de “retrato” del huido?; ¿y del guerrillero?

-Como decía anteriormente, el huidos buscaba básicamente sobrevivir, que no era poca cosa en aquellos tiempos, mientras que el guerrillero, ya encuadrado en una Agrupación, con organización política y militar, rompe con la anterior pasividad de las partidas de huidos, por lo menos en teoría, y debía pasar a la ofensiva para acabar con el franquismo.  Antes los huidos se juntaban por afinidad vecinal, amistad, estrategias…, algo que cambia con la creación de las agrupaciones guerrilleras.  El guerrillero aceptaba la disciplina militar, su encuadramiento en una estructura jerarquizada, cosa que antes no ocurría. Pero la disciplina fue una signatura muy difícil de introducir entre los huidos, convirtiéndose en un verdadero quebradero de cabeza para dirigentes como Jesús Bayón “Carlos”, jefe de la Agrupación de Extremadura-Centro, que en una carta a la dirección comunista en Madrid reconocía que era complicado convertir a los huidos en guerrilleros de la noche a la mañana.  La constitución de las diferentes agrupaciones guerrilleras por toda la geografía española supuso un salto cualitativo en la lucha antifranquista, multiplicándose desde entonces la toma de pueblos, los secuestros, las operaciones económicas, los sabotajes de las infraestructuras, los controles de carreteras, la elaboración de propaganda…Pese a este cambio tan significativo y evidente, la Guardia Civil se empeña en afirmar que no había encontrado diferencias entre el proceder de los huidos y el de los guerrilleros.

-Tenían que producirse unos cambios muy agudos para pasar de ser un huido a un guerrillero, como dices en el libro, una verdadera metamorfosis y en todos los sentidos..

-Para que se produjese esa metamorfosis, para pasar de huido a guerrillero fue esencial el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, José Manzanero, que estaba escondido en una casa de seguridad en su pueblo, Villa de Don Fadrique, tras el desembarco aliado de Normandía, abandonó su escondite y regresó a la sierra, ahora sí con objetivos guerrilleros. La labor desempeñada por el PCE fue esencial para que se produjese esta conversión de huidos a guerrilleros pues les dotó de un objetivo político común: acabar con el fascismo. Para ello se tenían que organizar política y militarmente y abandonar la actitud pasiva mantenida hasta entonces. Se creía, en buena lógica, que ahora sí que llegaría la ayuda de las democracias europeas y norteamericana. La mayoría de los guerrilleros y enlaces a los que hemos entrevistado lo tenían muy claro: los aliados se habían comprometido a “no dejar un reducto fascista en el mundo” y también sabían que sin esa ayuda extranjera no era posible acabar con la dictadura franquista. Pero las cosas no fueron luego así, como por desgracia bien sabemos. Los aliados prefirieron un gobierno fascista débil en su flanco sur a la posible instauración de una República socialmente avanzada en España.  Durante los meses de abril y mayo de 1945 hubo un continuo goteo de nuevos guerrilleros a las sierras del centro de la península, pero cuando a los pocos meses no se produjo la ansiada intervención aliada en España, las decepciones fueron enormes y las deserciones abundantes, perdiéndose con ello toda posibilidad de cambio político en nuestro país.

-¿Cuál fue el papel de la mujer huida, pero sobretodo de la que ayudó a la guerrilla o de la que , literalmente, formó activamente parte de ella?

-Como enlaces el papel de las mujeres fue esencial. Se calcula que entre el 20 y el 40% de los colaboradores de la guerrilla fueron mujeres. Algunas de las guerrilleras que se fueron a la sierra lo hicieron en compañía de su familia, como fueron los casos de Asunción Méndez Jaramago, Casimira Álvarez “Jopa” o Elisa Paredes “Golondrina”; otras lo hicieron porque en ella estaban sus maridos o sus novios, como ocurrió con Saturnina González, Josefa Gómez “Mariselva”, Daniela Barroso “Madroña”, Rosa Parrilla “María Luisa” o Victoria Cita.  En la sierra su papel fue secundario. El cambio que la República había tratado de introducir en la sociedad, potenciando la educación de la mujer y su participación política con el derecho al voto, no había calado por falta de tiempo entre las mujeres que habitaban en las ciudades y menos aún en el mundo rural, más conservador.  Las mujeres no participaban en las operaciones de abastecimiento, ocupación de pueblos, secuestros, ni en la elaboración de la propaganda. No conocían a los enlaces y se las apartaba de la toma de decisiones políticas. Luego estaba el problema añadido de los niños nacidos en la sierra, que en la zona centro fueron casi una decena. Además, tampoco los guerrilleros veían bien la presencia de mujeres en la guerrilla, pues añadía un nuevo problema a los muchos que ya tenían: la rivalidad sexual.

-¿Cuáles fueron las Agrupaciones más activas que “se echaron al monte” y escogieron la lucha guerrillera para hacer frente al franquismo?

-En esa especie de reino de taifas que fue la guerrilla antifranquista, donde apenas hubo conexiones de unas agrupaciones con otras, la que llevó la voz cantante fue el AGLA, más combativa y mejor armada, en permanente contacto con los dirigentes comunistas asentados en Toulouse (Francia). Después, tal vez la Agrupación Guerrillera de Málaga-Granada, que alcanzó su cenit cuando la guerrilla del centro ya había sido derrotada.

-La lucha de muchos y muchas de estos y estas guerrilleras era: ¿Hacer frente al franquismo para sobrevivir?

-Como huidos sí, como guerrilleros ya tuvieron un objetivo político muy claro y concreto como era acabar con la Dictadura, aunque este duró poco, al ver que una vez que Hitler y Mussolini habían sido derrotados, su aliado Franco permanecía, contra todo pronóstico, en el poder. José Manzanero, jefe de la Agrupación Guerrillera de Toledo, de nuevo lo tuvo claro: en agosto de 1945 disolvió su Agrupación y se ocultó en una casa de seguridad, a la espera de poder huir de España, oportunidad que se le presentó en 1949, cuando consiguió atravesar la frontera francesa.  A primeros de 1946, pese a las reiteradas consignas del PCE, la mayoría de los integrantes de la Agrupación Extremadura-Centro tenían asumido que habían vuelto a perder la partida contra el fascismo, pues sin el apoyo de las democracias occidentales era imposible acabar con la Dictadura.

-Antes que ser presas de la represión, más valía echarse al monte y luchar con todo, ¿no?; pero si no la sufrían ellos directamente las autoridades franquistas podían volcar su odio represivo con sus familias, ¿no?

-La ausencia de una política de inserción de los vencidos en la sociedad y la dura y constante represión franquista fueron las causantes del fenómeno de los huidos, como ya hemos mencionado. En los pueblos quedaban sus familias, que serán muy castigadas, restringiéndose al máximo su actividad económica por los falangistas y caciques de turno. Así, a la familia de “Chaquetalarga” los militares franquistas le quitaron algunas tierras y ganado, y una prima suya sería fusilada, acusada de ser su enlace. A Santiago Mijarra y Julián Arroba, de Casas de Don Pedro, les fusilaron a sus esposas, Cecilia Emilia García Rubio –que estaba embarazada- y Petra Eloísa Talaverano, cuando no pudieron matarles a ellos, pues se escaparon instantes antes de que un pelotón les fusilase. Algunos familiares de estos dos huidos también serían asesinados y otros molidos a palos y torturados, al margen de perder parte de sus bienes y enseres. También Ciriaca Estruel fue fusilada públicamente en Fuenlabrada de los Montes. Tenía 77 años. El delito que había cometido: su hijo Juan Aldana Estruel “Patato”, se había escapado de la cárcel de Herrera del Duque (Badajoz) y andaba huido por el valle de Tejuvieda. También sería fusilada Bonifacia Gallardo, madre del huido Valentín Jiménez “Savina”, de Navalvillar de Pela. Son solo algunos de los muchos ejemplos que se podrían poner de las enormes penalidades que padecieron las familias de aquellos que por diferentes motivos osaban enfrentarse a la dictadura de general Franco.

Más sobre el libro en:

http://www.foroporlamemoria.info/2017/06/mujeres-y-hombres-de-la-sierra-la-guerrilla-antifranquista-en-la-siberia-extremena-y-la-jara-toledana/