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La maestra fiel a su ideario

El Día de Córdoba, 21-01-2018 | 22 enero 2018

Su delito fue pertenecer a la izquierda y ejercer como educadora, lo que provocó que sufriera torturas y fuera asesinada

 

 

Ricarda Ana Cobacho. Su delito fue pertenecer a la izquierda durante la guerra civil y ejercer como educadora, lo que provocó que por una venganza sufriera torturas y fuera asesinada

PILAR BARTOLOMÉ

21 Enero, 2018

Ricarda Ana Cobacho Cañete, Ricardita, era una mujer de 36 años, socialista como toda su familia, culta, esbelta, agraciada. Casada con un comerciante y madre de cuatro hijos, regentaba una pequeña tienda de comestibles en Jauja (Lucena) y en los ratos libres era maestra del Centro Obrero Socialista. Trabajaba en la alfabetización de vecinos y jornaleros y de escribiente para la gente que necesitaba cualquier gestión administrativa. Ejercía como presidenta de las Juventudes Socialistas de Lucena hasta que se cruzó la guerra civil. El triunfo del golpe de Estado en Lucena significó un importante apoyo militar para los sublevados en el sur de Córdoba, pues impidió que desde el mismo 18 de julio existiesen comunicaciones directas entre los republicanos de Málaga y Jaén, que por una parte llegaron hasta Puente Genil y, por otra, hasta Baena y Doña Mencía. Las primeras incursiones se realizaron el 20 de julio, cuando los falangistas lucentinos tomaron Moriles y Las Navas del Selpillar.

El 13 de agosto, la irrupción en la aldea de Jauja de las fuerzas falangistas de Lucena se llevó a cabo sin que se les ofreciese ninguna resistencia. Ningún desorden había ocurrido en Jauja y además habían protegido al párroco, de modo que no había nada que reprochar a estos vecinos. El cuartel de la Guardia Civil y la Casa del Pueblo se convirtieron en cárceles y se desencadenó una ola de fusilamientos en los alrededores de la localidad, en el cementerio, en Badolatosa y en Lucena. A comienzos de la República se había atravesado en la vida de Ricarda un personaje, que empezó a enviarle notas amenazantes por su campaña para la construcción de una escuela en vez de un cuartel. Se trataba del guardia civil del puesto de Jauja. Ella no se amilanó, lo denunció en la Comandancia de Córdoba y el agente fue trasladado.

Según testimonios de sus familiares, al estallar la guerra el guardia no tardó en regresar. Para evitar el peligro, se trasladó a Córdoba y se alojó en una pensión durante dos meses. Sus hermanos, socialistas, también huyeron de Jauja. Los niños quedaron al cuidado del padre. Pero, a finales de octubre de 1936, decidió regresar. En cuanto llegó, el guardia, que vio posiblemente llegada la ocasión de la venganza, la hizo detener de inmediato.

A mediados del mes de octubre detuvieron a la maestra del Centro Obrero Socialista, junto a su madre y a sus hermanas, en lo que podría parecer un acto de venganza por el apoyo público que habían mostrado dos años antes a la propuesta del concejal socialista de Jauja para que se construyera un grupo de escuelas en el pueblo en vez de que se arreglase el cuartel de la Guardia Civil.

Las mantuvieron presas varios días en el cuartel, donde las interrogaron, las raparon y las obligaron a tomar aceite de ricino. Las liberaron, pero al poco tiempo volvieron a detenerla, porque la familia se negó a suministrar productos de su tienda a los guardias civiles, a los que consideraban golpistas. En el cuartel sufrió interrogatorios brutales para que desvelara el paradero de sus hermanos Juan y Manuel, afiliados a la UGT, que habían huido. Según refieren, el guardia se la llevó sola y la tuvo varios días encerrada en una casa de campo. La torturó y sometió a un calvario. Creen sus descendientes que está enterrada en el Arroyo La Coja, en Jauja.

Su amiga Rosalía Ruiz Cobacho, que había soportado el cautiverio y las vejaciones con ella en la cárcel, cayó asesinada por el disparo en la cabeza de un guardia civil en la calle Pleito, cuando se resistió a que la condujeran al cementerio para fusilarla. Tras su muerte, expoliaron su tienda y su casa. En Córdoba y provincia fueron incoados un total de 6584 expedientes de incautación de bienes, de los cuales, conocidos, 277 fueron a mujeres, lo que significa un 4,2 % del global. La inmensa mayoría de los expedientes se iniciaron por incurrir en uno de los 17 supuestos por los quedaban sujetos a responsabilidad política. Entre ellos haber disfrutado de algún cargo en partido político ilegal; haberse significado en los hechos contra el movimiento; ser masón; haberse manifestado públicamente a favor del Frente Popular o incitar a hechos contra el Movimiento.

Las mujeres no solo serían responsables civiles de sus actos, también lo serán de los de sus hijos, maridos y hermanos. Los cuatro hijos de Ricarda también perderían a su padre poco después de aquellos sucesos. El juez Baltasar Garzón dedica íntegramente el punto decimoquinto de su famoso auto de la Causa contra los crímenes del franquismo a Ricarda. La Casa de la Juventud de Lucena desde 2003 lleva su nombre.

La historia de las mujeres cordobesas que lucharon e, incluso dieron su vida por creer en un mundo más justo, o por ayudar a los más desfavorecidos desde el 18 de julio de 1936, ha pasado desapercibida para la mayoría de historiadores en aras de no «herir» la memoria colectiva de la guerra civil española; serán mujeres anónimas que seguirán en lugares desconocidos donde un día desaparecieron.

http://www.eldiadecordoba.es/cordoba/maestra-fiel-ideario_0_1211279021.html