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Las tres Españas de Villarrobledo: «O tiran la estatua franquista o no habrá presupuestos»

El Confidencial, 07.05.2018 | 9 mayo 2018

IU exige demoler un monumento para apoyar al PSOE

 

IU exige demoler un monumento para apoyar al PSOE. El PP ofrece al alcalde un «cheque en blanco» si lo deja. El extraño juego político pone la obra de 1947 en el centro de la política

Es un monumento de piedra marrón, como una columna que asciende y que se corta abruptamente. Se erige en un parque en el centro de Villarrobledo (Albacete, 26.000 habitantes), donde corrían leyendas sobre si se había quedado a medio hacer o de si una avioneta había chocado contra la cima y lo había dejado así. La realidad es que representa las vidas truncadas de los «caídos por el glorioso movimiento nacional», como se bautizó en 1946. Incluye 136 nombres de fusilados por la República tras levantarse contra el Gobierno en 1936, pero también el de José Antonio Primo de Rivera, el de cuatro fallecidos en la División Azul y diversa simbología franquista: el yugo y las flechas, la cruz de Borgoña, el típico «¡Presentes!»…

Después de años de ser pasto de pintadas y sede de botellones, se ha convertido en el centro de la vida política en Villarrobledo. IU, cuyo apoyo es imprescindible para el alcalde del PSOE, exige la demolición en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, pero el PP ha salido al rescate ofreciendo un cheque en blanco al alcalde si lo mantiene. Los socialistas navegan e intentan una vía intermedia: borrar los símbolos más evidentemente franquistas y taparse los ojos para el resto. Tres posturas. Tres Españas que resumen el conflicto no resuelto del país con su pasado más reciente.

Joaquín Acacio fue fusilado tres veces. La primera, en 1936 ante la tapia del cementerio de Villarrobledo. Pero se ocultó entre los cadáveres de sus compañeros y logró escapar. Días después fue detenido y llevado al penal de Ocaña, pero cuando las tropas franquistas avanzaban, lo sacaron y lo fusilaron. De nuevo, milagrosamente escapó con vida. Finalmente, meses después, fue apresado y, esta vez sí, ejecutado. Así al menos lo cuenta Federico Valcárcel, de la asociación que intenta salvar el monumento franquista. El 27 de febrero de 1946, los descendientes de Joaquín Acacio, una rica familia de Villarrobledo, cedieron el ayuntamiento un terreno de su propiedad para que hiciera un parque en el que «se erigirá un monumento a los caídos por el glorioso alzamiento nacional», según recoge la escritura de la época.

Manuel Clemente —’Manute’, de sus tiempos de jugar al baloncesto en el colegio en los ochenta, por Manute Bol, del que le queda hoy poco—, concejal de Izquierda Unida en Villarrobledo, pone la donación en perspectiva: «La gente del pueblo tuvo que pagar para levantar el monumento. Quien no tenía dinero fue obligado a trabajar en lo que pudiera. No fue voluntario». Licenciado en Historia y opositor a secundaria, Manute pasea por el parque Joaquín Acacio. Unos jardineros cortan el césped. En el colegio adyacente, el Virrey Morcillo, los niños juegan en el patio y cuando suena el timbre salen a correr y esconderse entre el monumento. Está bastante ajado. Dos de las caras están barridas por el viento y ya apenas se leen los nombres de los fusilados. En la base, una pintada de ‘Better call Saul’ contrasta con lo que hay un poco más arriba grabado en la piedra: «Villarrobledo, a sus mártires». «Pese a no ser frente de guerra, en Villarrobledo la represión fue terrible. Este es un monumento franquista. Todo él. Incumple la Ley de Memoria Histórica», sentencia rotundo.

Manute, primer concejal de Izquierda Unida en Villarrobledo en democracia, salió elegido concejal por 24 votos de margen. Su apoyo al alcalde del PSOE es clave. En las pasadas elecciones, el PP ganó con 10 concejales, pero PSOE (9), IU (1) y Podemos (1) le arrebataron la alcaldía. IU denuncia que el PSOE ha incumplido parte del pacto de investidura —prorrogó la contrata de basuras cuando el acuerdo hablaba de remunicipalizarla—, así que ahora ha puesto precio a su apoyo a los presupuestos de 2018, clave para afrontar el último año antes de las elecciones. Unas están ya aceptadas, pero queda lo más sensible: derribar el monumento a los caídos del centro del pueblo. Como si del Valle de los Caídos se tratara, la estatua se ha convertido en el centro de la vida política del pueblo.

En los primeros ochenta, Villarrobledo, como tantos otros pueblos y ciudades, fue eliminando sin ruido vestigios franquistas. El ayuntamiento, mayoritariamente en manos del PSOE en democracia, eliminó calles y placas. Además, levantó símbolos de recuerdo a los muchos fusilados por el franquismo. En el cementerio, sobre una de las fosas comunes, una tumba los recuerda: «Años tristes / no olvidados / Aquí no fuisteis / llorados». Solo unos metros más allá, una fosa común de franquistas. Y a las afueras del cementerio, extrañamente en mitad del aparcamiento que da acceso al Viñarock —el veterano festival de rock que ha hecho popular a Villarrobledo—, un cubo metálico recuerda a víctimas de la represión franquista (está sobre una fosa común pero sobre los coches pueden aparcar a milímetros). En total, dos monumentos a las víctimas del franquismo y dos a las de la República. Villarrobledo pareció optar por una especie de compensación que más o menos había funcionado hasta ahora.

Hasta que Manute —es decir, IU— ha esgrimido la Ley de Memoria Histórica, de 2007, para acabar con el monumento franquista del centro del pueblo. «Pretenden equiparar a víctimas y verdugos y no puede ser. La tolerancia hacia el fascismo está creciendo en España», razona paseando por el pueblo. La ley insta a las administraciones a retirar «escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura». Así que el monumento de Joaquín Acacio entra en esa definición. Él sostiene que se podría hacer sin problema, y que si el equipo de gobierno hubiese querido, nadie habría movido un dedo. «Si hubiera revuelo en el pueblo, pues vale, pero es que solo lo defienden cuatro fachas».

Entre los que lo defienden está el PP, cuyo líder es Valentín Bueno, también senador. Ante la presión de IU para retirar el monumento a cambio de aprobar los presupuestos, se ha descolgado con una propuesta como mínimo audaz. «Esto es un chantaje al pueblo de Villarrobledo, no al alcalde. Y no se lo toleramos. Si el alcalde quiere, le damos un cheque en blanco para aprobar los presupuestos tal y como están. Y eso que tiene nueve de 21 concejales», explica por teléfono. Bueno mantiene que la petición de IU se debe a que «la izquierda radical no tiene un proyecto para el futuro y por eso solo mira al pasado».

Así que el Gobierno municipal está en un sándwich. O deja el monumento y vota con el PP, con la munición que dará a IU, o lo tira y se arriesga a entrar de lleno en un debate que está intentando evitar con el riesgo. IU, en cambio, está logrando visibilidad y dejando al PSOE y a Podemos como tibios en este tema.

Quizá por eso el Gobierno municipal ha buscado una vía intermedia. Trinidad Moyano, concejala socialista, se sienta en un sofá del ayuntamiento para explicar esa tercera vía, la que van a llevar al próximo pleno: «Hemos pedido un informe jurídico para ver qué parte del monumento incumple la ley. Sí las hay, como los escudos, y hay que eliminarlas, pero no todo el monumento». El Gobierno municipal propone retirar el escudo del águila, la cruz de Borgoña, la inscripción de «Villarrobledo, a sus mártires», el nombre de Primo de Rivera y el yugo y las flechas. «Nos comprometimos a eliminar todo lo que claramente incumple la ley».

Lo curioso es que la calle parece al margen del debate, como si no molestara demasiado su presencia, ni probablemente su eliminación. Moyano admite que personalmente el monumento no le gusta, pero señala que aunque «lleva mucho tiempo incumpliendo la ley, no ha habido una reclamación clara» para tirarlo. La concejala responde que no se plantean votar con el PP pero tampoco meter la piqueta. Sostiene que el parque se cedió para que tuviera la estatua y que si la tiran, el terreno podría volver a la familia Acacio, algo que niega tajantemente Manute con un informe jurídico en la mano: «Eso no puede pasar por la cantidad de años transcurridos. Quieren lavarle la cara al monumento y dejarlo».

Los familiares de los fusilados del monumento creen que el revuelo puede servir para blindarlo. «Llevamos años ofreciéndonos a restaurarlo, pero no nos dejaban. Ni cuando gobernó el PP. Ahora, si hay que borrar el nombre de José Antonio Primo de Rivera, sea —aunque no nos gusta, la verdad—, pero a cambio de quitar todo lo que dicen que incumple la ley que nos dejen arreglarlo y que luzcan los nombres de nuestros familiares», opina Federico Válcarcel, cuyo abuelo Arturo Giménez y su tío abuelo Carlos Giménez están grabados en la piedra. Federico —patillas, gafas de sol y una pequeña cruz de Borgoña en la solapa, nada que ver con las barbas de Manute— está junto a su primo, Arturo de la Cruz: «Ellos tienen sus monumentos y no decimos nada. Nosotros no queremos crear un conflicto en Villarrobledo como busca IU». Más de 80 años después de aquel 1936, los ecos siguen retumbando en Villarrobledo

https://www.elconfidencial.com/espana/2018-05-07/villarrobledo-presupuestos-ayuntamiento-monumento-franco-alzamiento_1559756/