¿Quién era El Algabeño, el torero franquista al que un juez ha devuelto su calle en Madrid?
José GarcÃa Carranza, alias El Algabeño, participó en la represión fundacional del franquismo y fue alabado por Queipo del Llano
Juan Miguel Baquero
El Ayuntamiento de Madrid le achaca un asesinato de cuatro obreros en el que realmente no participó, según el historiador GarcÃa Márquez, que sà acredita su papel activo como golpista
José GarcÃa Carranza, alias El Algabeño, participó en la represión fundacional del franquismo y fue alabado por Queipo del Llano por sus «brillantÃsimos servicios»
«Lejos de aportar hechos concretos» el Comisionado de la Memoria Histórica realiza «un juicio de valor» sobre los supuestos crÃmenes, dice el juez, que entiende que la calle se le dio por su «quehacer en la tauromaquia» y ordena devolvérsela
El Comisionado de la Memoria Histórica incluyó el nombre del torero José GarcÃa Carranza, alias Pepe el Algabeño , entre el listado de calles con reminiscencias franquistas y el Ayuntamiento de Madrid retiró la placa que lo homenajeaba. Pero un juez ha anulado el cambio. El Algabeño fue un torero pero, según algunos historiadores, con un papel activo en el golpe y en la represión en el sur de España.
La argumentación municipal, «lejos de aportar hechos concretos» realiza «un juicio de valor» sobre el pasado criminal del diestro, según el juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 5 de Madrid. El magistrado pone además en duda que el nomenclátor aluda a El Algabeño y no a su padre, José GarcÃa RodrÃguez, también torero y que lidió bajo el mismo seudónimo.
El Ayuntamiento va a recurrir el fallo, como ha confirmado a eldiario.es. Y lo hará con la base del informe del Comisionado «que entiende que el nombre de esta calle corresponde a José GarcÃa Carranza», según fuentes del Consistorio madrileño consultadas por este periódico.
«No participa» en el crimen que dice el Comisionado
Sobre la participación del torero fascista en el golpe de Estado quedan pocas dudas. «Es evidente que es un golpista, que combatió con los sublevados y comete delito de rebelión, y solo por eso no puede tener una calle», explica el historiador José MarÃa GarcÃa Márquez. «El Algabeño es uno de los primeros que se ofrece a Queipo, con el apoyo de los suyos», convirtiendo la colaboración «en la gran hazaña de su vida».
El torero que Madrid ha retirado del callejero forma parte de «la caballerÃa» que conforman algunas ‘columnas de la muerte’. Hay testimonios, transmitidos por la memoria oral, que lo sitúan en contextos de represión y ejecuciones. Pero, como dice el investigador, «si el juez quiere un documento que certifique que participó en un fusilamiento, eso es imposible, de él y de muchos», porque era una «represión militar» que evitó dejar todo el rastro posible en los archivos.
GarcÃa Márquez sà ha encontrado, en cambio, la confirmación de que José GarcÃa Carranza «no participa» en el asesinato de varios obreros en Sevilla, como achaca el Comisionado. «Tengo la causa», revela a eldiario.es, y en el legajo aparece que los «cuatro detenidos» van a ser tiroteados por una partida criminal formada por «el capitán Manuel DÃaz Criado, Javier Parladé Ybarra, Julio Galnares Sagastizábal, Cristóbal Montes y Julián González Camino, además cuatro guardias civiles y cuatro guardias de seguridad». El Algabeño, sostiene, «no está probado que estuviera».
La parte occidental de AndalucÃa era en julio del 36 una suerte de cortijo donde la aristocracia ganadera y terrateniente golpista ejecutó una tarea de ‘limpieza’ del campo. Solo en la capital la estrategia de terror acumuló más de 13.500 vÃctimas, como recoge el historiador GarcÃa Márquez en el libro Las vÃctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1936-2963). El matador y terrateniente José GarcÃa mereció incluso la admiración del genocida Queipo de Llano en alguna de sus alocuciones radiofónicas en las que el militar animaba al asesinato de «rojos» y la violación de las mujeres «comunistas y anarquistas».
Faltan «datos objetivos», dice el juez
Los argumentos del juez para revocar el cambio en el callejero parten de la nula aportación de «datos objetivos, fácticos y concretos» de la conducta criminal. Añade que, incluso asumiendo «su colaboración voluntaria en la sangrienta limpieza policial de los barrios populares de Sevilla orquestada por Queipo», las alegaciones del Comisionado son «un juicio de valor».
Agrega el magistrado que los presuntos crÃmenes no tienen «encaje temporal» en la Ley de Memoria Histórica porque el escrito del Comisionado señala «la imputación de haber asesinado a cuatro obreros en 1931». Y que, «aun admitiendo que se tratara del hijo» tampoco «estarÃa justificado» la supresión de la calle El Algabeño porque el espacio, considera, se nominó asà por «razones artÃsticas». Es decir, por «su quehacer en la tauromaquia» más que para «agradecer o ensalzar la colaboración con la dictadura».
El espada Pepe el Algabeño «está prestando brillantÃsimos servicios en Falange y forma parte de una columna de la que se ha de hablar en breve mucho y bien», decÃa Queipo de Llano desde los micrófonos de Radio Sevilla. El torero, continuaba, «está henchido de entusiasmo, como todos los falangistas, y ha de dar muchos dÃas de satisfacción y de gloria a España, si no en los toros, como militar voluntario».
Los testimonios que sitúan al torero en represiones como las efectuadas contra trabajadores de la Cuenca Minera de Huelva o sobre presos encerrados en el Cabo Carboeiro, el barco de la muerte, nunca podrán ser probados documentalmente, apunta José MarÃa GarcÃa Márquez. Como en la mayorÃa de los crÃmenes, ya que son inusuales casos como el de ‘los Leones de Rota’, por ejemplo, donde hay un juicio en pleno franquismo al cabecilla represor.
El torero fascista cayó herido en el frente de Lopera (Jaén), en lo que historiadores atribuyen como su única incursión de guerra, más allá de la represión en retaguardia. Murió el 30 de diciembre del 36, un dÃa después de resultar alcanzado por balas republicanas en la toma del Cerro de San Cristóbal, el 29 de diciembre del 36.
«Esta noche no estoy para hablar, porque tengo un gran disgusto», arrancaba ese dÃa Queipo su alocución radiada. Y continuaba: «En el dÃa de hoy, José GarcÃa El Algabeño, falangista, agregado a mi Cuartel General, se empeñó en llevar personalmente una orden que yo le di al extremo en que se hallaba operando la caballerÃa. HabÃa bastante fuego y recibió un balazo de bastante gravedad y tanto en el momento de caer como en el de ingresar en el Hospital sólo salÃa de su boca una frase: ‘¡Viva España!’ Ha caÃdo como un bravo».
El hispanista Paul Preston titula el capÃtulo 5 de su libro El holocausto español con un explÃcito ‘El terror de Queipo: las purgas de AndalucÃa’. Golpes de suerte rodearon una sublevación que buscaba la «máxima violencia» como garantÃa de éxito, relata Preston. Los conspiradores peninsulares contaron pronto con una avanzadilla mortal: las tropas africanistas y mercenarias. Cádiz, Huelva y Sevilla serÃan arrasadas con la «aniquilación de izquierdistas» como máxima para las fuerzas rebeldes del sur al mando de Gonzalo Queipo de Llano.
El recurso que va a poner el Ayuntamiento se suma a los dos cambios sobre los que pesan medidas cautelares, Glorieta Cirilo MartÃn y General Asensio Cabanillas, y sobre el que ya hay  sentencia CaÃdos de la División Azul. Mientras, la calle del distrito de Hortaleza que era de El Algabeño  seguirá con el nuevo rótulo que recuerda al médico y escritor José Rizal.
El retoque al callejero franquista madrileño está envuelto en polémica. Hace poco se conocÃa la anulación del cambio a la calle que alude a los voluntarios españoles que lucharon junto a Hitler y el propio proceso ha sufrido continuos atrasos y  discusiones. Y, además, la Fundación Franco llevó a los tribunales la iniciativa logrando suspender temporalmente la medida que contempla la Ley de Memoria Histórica. En la vista celebrada por esta demanda  declaró la presidenta del Comisionado, Francisca Sauquillo, y los miembros del órgano Andrés Trapiello y Octavio Ruiz Manjón.
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