Federación Foros por la Memoria
Comunicados y Documentos de la Federación
Noticias
Agenda
Artículos y Documentos
Home » Artículos y Documentos

El futuro del Valle de los Caídos sin Franco

El Salto, 14-07-2018 | 16 julio 2018

Casi nadie pone en duda que el cadáver de dictador saldrá del conjunto monumental en breve

Casi nadie pone en duda que el cadáver de dictador saldrá del conjunto monumental en breve. La pregunta es, ¿y después qué?

PABLO RIVAS @CEBOTWIT

El lugar es, cuando menos, peculiar. Puedes dormir allí contratando tu estancia en Booking para ser atendido por una comunidad de monjes benedictinos; lo cual, en principio, no tiene demasiado de particular. La cosa cambia cuando resulta que tras sus muros descansan —gran parte mezclados entre sí y en mal estado entre columbarios destrozados— los huesos de no menos de 33.872 personas, según los registros oficiales, aunque hay fuentes que elevan la cifra a más de 50.000, combatientes de los dos bandos en conflicto de la Guerra Civil española. Es la mayor fosa común de España, el segundo país del mundo —el primero es la Camboya de Pol Pot— con más cadáveres en este tipo de enterramientos. Más de 114.000, con 2.000 fosas sin abrir. Muchos de ellos llevados allí sin permiso de las familias, o sin que estas siquiera tengan constancia de ello.

La cosa no acaba aquí. En el lugar están enterrados el fundador del primer partido fascista español y el dictador que se levantó en armas contra un gobierno democrático y rigió con mano de hierro España entre 1939 y 1975, con sendas lápidas en lugares prominentes. Tumbas en las que la Fundación Francisco Franco coloca regularmente flores frescas y que Patrimonio Nacional, teórico gestor del espacio, no retira. “Las ofrendas florales son cosa de la comunidad benedictina”, señalan a El Salto desde este ente público, entidad que subvenciona a dicha comunidad religiosa con 340.000 euros al año, a cargo de los Presupuestos Generales del Estado.

El lugar, mandado construir por el dictador y con una cruz de hormigón y piedra de 150 metros de altura que se ve desde decenas de kilómetros, está construido (y excavado) en un monte de un espacio de alto valor natural y paisajístico de la sierra de Guadarrama: el valle de Cuelgamuros. Su gestión corresponde a Patrimonio Nacional, aunque en la basílica, lugar central del conjunto monumental, eso no está tan claro. Está amparada por los Acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede de 1979, lo cual da el control de la misma a los religiosos. Otro punto por resolver del enclave en cuestión.

¿Seguimos? Lugar de reunión y encuentro de grupos ultracatólicos y filofascistas en pleno siglo XXI, en el que cada 20 de noviembre (aniversario de la muerte del dictador) se ofician misas en honor a Francisco Franco, fue construido con el trabajo esclavo de cientos presos del bando vencido y mediante donaciones de empresas que luego obtuvieron grandes beneficios por su aportación a la causa y al Movimiento nacionalacatólico. Por sus pasadizos han pasado personajes históricos como Eisenhower o el papa Joseph Ratzinger. Y aunque la visita al conjunto monumental recauda algo menos de 1,5 millones de euros al año (a 9 euros la entrada normal), mantenerlo cuesta una cifra superior: entre 1,8 y 2,5 millones anuales en los últimos años, más de 12 millones de inversión desde 2012, según señaló el Gobierno en febrero de este año. Eso de base, porque la basílica, excavada en la roca, se hunde. Necesita de al menos 13 millones de euros extra para ser remodelada, tal como expuso un comité de expertos contratado por el Gobierno en 2011.

Todo eso es el Valle de los Caídos, lugar de inaceptable exaltación del fascismo, de culto católico o de honra a los Caídos por Dios y por la Patria, según a quién se pregunte. Un conjunto monumental levantado en otra época, sin precedente de superviviencia (en su estado y propósito original) en la Europa de 2018 al que, casi 60 años después de su inauguración y tras 40 años de democracia, llegan vientos de cambio.

A VUELTAS CON EL DÍA D

La fecha no se conoce públicamente, pero el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decía el 27 de junio a los periodistas: “Os pillará trabajando”. Globo sondas similares de diferentes cargos políticos apuntaban lo que parecía inminente: la exhumación de Franco y la salida de su cadáver del valle se produciría antes del comienzo del mes de agosto.

Que se va parece claro. Que sea inminente es otra cosa. Negociaciones con la familia —que rechaza de plano la exhumación— y con la Iglesia, además de la elección de una fórmula jurídica para concretar la proposición no de ley aprobada en el Congreso en mayo de 2017, por la que se instaba al Gobierno a exhumar y sacar de la basílica los restos del dictador, son algunos de los obstáculos que se ha encontrado el nuevo Ejecutivo socialista.

Por si acaso, la ultraderecha organiza a sus limitadas bases y ya ha empapelado Madrid con carteles, pegatinas y pancartas con la cara de Franco, la bandera española y la inscripción “El Valle no se toca”. Este domingo, 15 de julio, hay además una protesta convocada por el Movimiento por España y diferentes grupos de corte fascista y ultraconservador. La líder de dicho Movimiento, Pilar Gutiérrez, señalaba en el periódico ultra Alertadigital: “Los CDR se van a quedar chicos ante los Comités de Defensa del Valle”. Más leña al fuego.

EXALTACIÓN FASCISTA

Resistencias desde el reducto en la esquina derecha del cuadrilátero aparte, pocos dudan del hecho de que Franco saldrá del mausoleo, ya sea de forma inminente o a corto plazo. La cuestión que queda de fondo es otra. ¿Qué se hace con semejante espacio tras sacar al dictador de allí? Y, sobre todo, algo que podría parecer impensable a día de hoy: ¿puede dejar de ser un lugar de exaltación del franquismo?

“Puede, perfectamente”, señala Mirta Núñez Díaz-Balart, directora de la Cátedra de Memoria Histórica del Siglo XX de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). “Es bastante sencillo de desarmar”, apunta por su parte Emilio Silva, director de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). En la misma línea, Manuela Bergerot, especialista en políticas de memoria y responsable del área en Podemos Madrid, apunta que, “aplicando políticas públicas de memoria histórica, puede dejar de ser un lugar de enaltecimiento del fascismo, ya lo hemos visto”. Y para ello subraya varios ejemplos: “Otros países han abordado sus períodos más traumáticos de guerra o dictadura, como es el caso de Alemania o Argentina, con todos los lugares de memoria que hay en los antiguos centros de detención y tortura, con el caso paradigmático de la Escuela de Mecánica de la Armada, hoy por hoy un lugar donde no solo se resignifica el espacio, sino que además incluye la base de una construcción de una cultura de los derechos humanos frente a una cultura de la impunidad, que es lo que viene sosteniendo el Estado español desde hace 43 años”.

Todos coinciden en que habría que actuar sobre el complejo monumental. Para el director de la ARMH, el primer paso tras la salida del cadáver de Franco es “eliminar algunos elementos”, comenzando con los gigantescos escudos franquistas junto a la entrada de la basílica. La historiadora de la UCM formula por su parte que “lo primero, más fácil y más barato, sería identificar el lugar como fruto del trabajo esclavo, ya que miles y miles de presos políticos antifascistas y antifranquistas trabajaron en su construcción durante 20 años; eso estaría estupendo”. Hay unanimidad en que no basta con sacar a Franco, pero la cuestión de fondo es qué hacer después.

TRANSFORMACIÓN DEL ESPACIO

“La cuestión es increíblemente compleja y creo que a veces se simplifica un poco el tema”. Así lo señala Alfredo González-Ruibal, investigador del Instituto de Ciencias del Patrimonio, adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y especialista en arqueología del conflicto, que este mes se encuentra excavando en el antiguo frente de la Ciudad Universitaria de Madrid. “Eso de que sacamos a Franco, recolocamos a Primo de Rivera, ponemos unos carteles y se acabó el Valle de los Caídos, no es así. Los que nos dedicamos a estas cosas del patrimonio sabemos muy bien que los lugares vacíos tienen un poder simbólico muy fuerte, y el Valle de los Caídos puede ser simbólicamente todavía más potente sin Franco”.

¿Cómo romper el hechizo entonces? “Lo que hay que hacer es una intervención que rompa totalmente el poder simbólico, y eso significa una intervención material potente, y subrayo lo de material”. El investigador apunta de esta forma a la necesidad de un trabajo en el que intervengan artistas, urbanistas y arquitectos “para romperlo físicamente, que no destruyéndolo”.

Los tres pasos genéricos para abordar la metamorfósis del Valle de los Caídos son, para Bergerot, sencillos, aunque deben ser encarados con técnicas muy específicas: que deje de ser un lugar de enaltecimiento del fascismo, que honre a las víctimas y repare a los familiares del daño sufrido, e incluya elementos pedagógicos para la construcción de una cultura de los derechos humanos que garantice verdad, justicia y reparación frente a la cultura de la impunidad.

La directora de la Cátedra de Memoria Histórica, por su parte, enfatiza en la necesidad de resignificar el lugar con el objetivo de que “nadie puede ir allí como un parque temático del franquismo”. En su opinión, “hay que contar lo que costó al país, que fue tremendo, en un contexto de hambruna generalizada. Es increíble que con esa situación se haya dedicado tanto a la configuración de un monumento en pro no tanto de los caídos, sino del ideario franquista y fascista español. Eso hay que desmontarlo y establecer, además, un diálogo con el público sobre qué significado ha tenido para el país”.

Núñez expone como ejemplo de la necesidad de ese diálogo la propuesta que hizo en 2016 la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, para cambiar el nombre del conjunto a Valle de la Paz, una inciativa que no tuvo ningún apoyo “Desde mi punto de vista eso sería dar fe de una de las grandes premisas propagandísticas del franquismo, que fue la paz, ese montaje que hizo Manuel Fraga. Paz en absoluto, es fruto de la violencia, y de muchas violencias”.

RELATO DE SU PROPIA HISTORIA

Tras la esperada exhumación de Franco todo son incógnitas, aunque sí hay una propuesta sobre la mesa. La ARMH presentó en 2002 a todos los grupos parlamentarios un proyecto para instalar en la nave central de la basílica una exposición permanente. “La idea es que cuente su propia historia, cómo se ideó, cómo se hizo, quién lo hizo, quiénes eran los presos obligados a trabajar allí, cuáles eran las empresas que usaron mano de obra esclava para beneficiarse…”, relata su director. “Debería haber pantallas con los testimonios de gente que formó parte de los batallones de trabajos forzados”.

La muestra tendría además que recoger, en opinión de Silva, el uso que se la ha dado al monumento hasta nuestro días. “En los 60 se celebraban allí reuniones de excombatientes europeos, nazis refugiados en España, fascistas italianos, croatas o irlandeses de los que vinieron a apoyar a Franco. También fue sitio obligado para mucha gente que venía de visitas oficiales; en el inicio de las obras por ejemplo estuvieron los embajadores de la Alemania nazi o de la Italia de Mussolini”.

La ARMH defiende que el Valle de los Caídos cuente así su propia historia, por supuesto cambiando de nombre. Lo que no apoyan bajo ningún concepto es convertir el lugar en un lugar de reconciliación, como ha expuesto el nuevo Ejecutivo socialista. “La palabra reconciliación está casi fuera del lenguaje de los derechos humanos. Es muy bonita pero está vacía, y en el caso español, con la Transición, es una palabra hueca porque reconciliarse no es crear la libre impunidad para los fascistas y dejar a 114.000 personas en la cunetas”, comenta Silva. El problema reside en “la equiparación entre quienes estaban destruyendo una democracia y quienes estaban defendiéndola”, remarca, puntualizando además que “es un lugar muy complejo pero hay cosas que en esa complejidad son irrenunciables, y que esté muy claro quiénes era unos y qué hacían, y quiénes eran otros y qué hacía, no es negociable”.

FRANCO SALE, PRIMO NO

El Comité de Expertos designado por el Gobierno en 2011 para abordar al problema del Valle de los Caídos señaló como uno de los pasos a seguir el romper la jerarquía funeraria. Eliminado Franco de la ecuación, queda una patata caliente llamada José Antonio Primo de Rivera —fundador de la Falange y fusilado en noviembre de 1936 por un delito de conspiración—, cuyo féretro está, igual que el de Franco, junto al altar mayor de la basílica. “Franco nunca fue un caído, lo cual tiene bastante irónía”, señala la directora de la cátedra de la UCM, “y con Primo de Rivera hay otras características: fue el fundador del primer partido fascista español y uno de los que encendió la mecha del golpe militar, con lo que creo que no debería estar ahí”.

De la misma opinión es Silva, quien remarca que “José Antonio fue trasladado allí en 1959 en un acto de propaganda del partido que asesinó a la mayoría de personas que nosotros exhumamos en las fosas”.

A pesar de las opiniones de la directora de la cátedra de la UCM y del director de la ARMH, todas las informaciones apuntan a que el Gobierno seguirá la recomendación del comité de experto y Primo de Rivera se quedará en el Valle, aunque sí parece claro que dejaría de ocupar un lugar prominente. “A Primo hay que moverlo, no debe estar en el centro de la basílica generando una jerarquía respecto a las víctimas que están enterradas allí contra su voluntad”, indica por su parte Bergerot.

GIGANTESCA FOSA COMÚN

El futuro de los cadáveres de las 33.872 personas enterradas en los columbarios existentes tras los muros de la basílica —”eso dice Patrimonio Nacional, los expertos dicen que el problema de que nunca se haya hecho una investigación científica es que ni siquiera se pueden dar datos reales de cuántas víctimas hay ahí, y pueden ser más de 50.000”, matiza Bergerot— es otra de las incógnitas.

No hay certeza de que los registros de Patrimonio Nacional sean correctos. El proceso de recolección de cadáveres y huesos de excombatientes, traídos de cientos de puntos diferentes del Estado para colocarlos en las ocho criptas del Valle de los Caídos, fue caótico y altamente irregular, por poner algún apelativo a la exhumación y recolección de decenas de miles de cuerpos, que no siempre viajaron completos desde los lugares en los que descansaban, que fueron apilados y, en muchos casos, mezclados en cajas, e incluso con partes de un mismo cuerpo colocadas en diferentes puntos y columbarios de las criptas. Todo eso, en no pocos casos, sin ningún conocimiento de los familiares.

Por si fuera poco, la humedad y la condiciones del lugar han destrozado los columbarios donde se apilaron las cajas con restos óseos. Las fotos hechas públicas recientemente sobre el estado de las criptas, cuando técnicos del CSIC entraron a la cripta de la capilla del Sepúlcro —donde, según los registros, reposan los restos de 18.301 personas— muestra un panorama dantesco: montones de cientos de huesos entremezclados y fuera de las cajas, columbarios derruidos, cajas abiertas y reventadas por la humedad, tibias que caen al abrir una trampilla… Un caos absoluto muy lejano a cualquier muestra de respeto .

LOS HERMANOS LAPEÑA

Los técnicos del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja del CSIC, entraron en el espacio tras el proceso abierto por la familia Lapeña y la Asociación por la Recuperación e Investigación contra el Olvido, que llevan siete años peleando por sacar los restos de los hermanos fusilados en Calatayud Manuel y Antonio Lapeña. El objetivo era hacer un estudio de la viabilidad de la exhumación.

De nuevo, sin certezas, la exhumación parece inminente y podría darse este mismo mes de julio. No ha sido fácil. El proceso judicial ha contado con importantes escollos. El último, la negativa del polémico prior de la abadía benedictina, Santiago Cantera, quien se negó a permitir los trabajos y ha interpuestos varios recursos judiciales para frenarla, aunque los tribunales los han desestimado.

La exhumación de los hermanos Lapeña sería la primera jamás hecha en esta gigantesca fosa común. El trabajo para siquiera pensar en la posibilidad de exhumar los restos de las decenas de miles de personas sería ingente. “Hay que hacer un informe técnico de todo, de todos los espacios, porque nosotros podemos objetar que cuando se hizo ese informe del que han aparecido algunas fotos quizá alguien de Patrimonio, o incluso la comunidad benedictina, pudo elegir el peor sitio posible, ¿no?”, señala Silva, quien resalta que el último informe hecho para la exhumación de los hermanos Lapeña dice que su exhumación es posible.

En efecto, así lo dice el documento, que indica la alta probabilidad de que los restos de los hermanos se encuentren entre los columbarios 2.061 y 2.069, aunque resalta que el proceso es factible, pero con determinados límites.

“Hay mucha gente esperando y hay una total opacidad. De hecho ese día no permitieron que entrar ningún forense”, denuncia Silva. Además, el director de la ARMH exige al Estado que “difunda esa lista para saber quiénes son, cuándo se los llevaron… hay mucha gente que no tiene ni idea”.

Mirta Núñez señala por otro lado que las exhumaciones son fundamentales. “Una democracia como la española no puede seguir adelante sin hacer justicia con todos aquellos que fueron asesinados o fueron víctimas en alguna medida del golpe militar y de la guerra, eso es fundamental”.

“Hay mucha gente que dice que hay que dignificar a las víctimas. Quienes somos indignos somos quienes hemos permitido que por 43 años esas personas hayan estado ahí”, aporta por su parte Bergerot, quien reclama que “el Estado aborde el problema y que con un análisis científico diga qué se puede hacer con todas esas víctimas”.

MÁS INCÓGNITAS

Las incógnitas están servidas. ¿Saldrá Franco finalmente del Valle de los Caídos? ¿Dónde colocarán los restos de Primo de Rivera? ¿Cómo será ese museo de la memoria o centro de interpretación que parece que se convertirá el conjunto monumental? ¿Mantendrá la cruz? ¿Se abordará la problemática de la mayor fosa común de España? ¿Podrá continuar la comunidad benedictina en ese nuevo espacio que no perderá la titularidad pública?

Está todo en el aire, aunque parece claro que el momento en que se actuará sobre el polémico valle de Cuelgamuros ha llegado y que existe una oportunidad para una auténtica reparación. Sin embargo, la coyuntura no está exento de peligros. “Me da miedo que hagan el gesto simbólico de sacar a Franco, decir que hemos cumplido y se acabó. Sería un error tremendo porque dificultaría después volver a retomar el tema, hay que hacerlo todo de una”, expone Alfredo González-Ruibal mientras supervisa los trabajos de arqueología en el antiguo hospicio de Santa Cristina, el preciso lugar donde la República ofició la capitulación en marzo de 1939. Y concluye: “Es el momento en que se podrían hacer cosas, es un acto de valentía que hay que tener ahora”.

https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/futuro-valle-caidos-exhumacion-fosa-comun-franquismo