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Aquel horror, aquel infierno

Fernando Ull Barbat. Información.es, 30.08.2018 | 2 septiembre 2018

La dictadura de Franco nació matando y murió haciendo lo mismo

 

En las últimas tres décadas se ha desentrañado gracias al trabajo de los historiadores la verdadera realidad que vivieron los españoles durante la dictadura de casi cuarenta años que dirigió con mano de hierro Francisco Franco, largo y oscuro periodo de existencia que los defensores del franquismo tratan de convertir poco menos que en un régimen autoritario, con algún defecto, pero en cualquier caso amable con los españoles de bien. Aunque los nostálgicos del franquismo pretendan ensalzar el honor de Franco como militar y aunque los descendientes de aquellos que se aprovecharon del bando perdedor de la guerra que apoyaba la República se sientan ahora culpables de lo que sus padres y abuelos hicieron y que les permitió, sobre todo, tener una vida cómoda gracias a los bienes y puestos de trabajo robados a los partidarios del Gobierno de la República, la verdad se impone y salen a la luz trabajos que explican cada uno de los rincones oscuros del Franquismo.

La dictadura de Franco nació matando y murió haciendo lo mismo. Por eso, sólo desde ese sentimiento de culpa al que me he referido se puede entender la firme voluntad, activa o pasiva, de algunos, de no querer trasladar los restos de Franco a un lugar donde no pueda ser objeto de exaltación por parte de la extrema derecha española.

Traemos hoy a esta sección del diario INFORMACIÓN dos libros de reciente publicación que vienen a apuntalar ese esfuerzo de los historiadores por desamordazar la historia de España.

En primer lugar no vamos a referir a Geografía humana de la represión franquista. Del golpe a la guerra de ocupación (1936-1941) de Ediciones Cátedra y escrito por Gutmaro Gómez Bravo, en el que el autor hace un pormenorizado y asfixiante estudio de los orígenes de la represión de la dictadura franquista que, lejos de ser una consecuencia de la Guerra Civil española, tuvo su punto de partida incluso antes del golpe de Estado de 1936, cuando los partidarios de la rebelión militar que terminó con la democracia española comenzaron a hacer listas de republicanos. De las muchas conclusiones que se pueden sacar de este libro vamos a resaltar dos. Una, que el gran éxito de la dictadura franquista fue organizar la represión de la mitad de la población española sobre dos vértices; otorgando una apariencia de legalidad a los juicios, palizas y fusilamientos e involucrando a la población en el sometimiento físico y moral de los vencidos, en la rapiña de sus bienes y en ocupar su lugar en la sociedad. Y dos, la gran eficacia con la que el franquismo puso en práctica la represión -a imagen y semejanza de la persecución de los judíos y la organización de los campos de concentración por los nazis-, con un entramado de cartas e informes que iban y venían por toda España en los que se daba cuenta hasta el mínimo dato de los desafectos al régimen fascista de Franco y cuya puesta en marcha englobó a jueces y magistrados, el ejército, la Iglesia católica y la Administración del Estado.

Fue tan grande el número de encarcelados después de la guerra a la espera de saber si iban a ser fusilados o encarcelados durante los años que les viniese en gana a los jueces que aplicaban unas leyes injustas e inventadas que se saltaban cuando hacía falta, que se tuvieron que habilitar como cárceles conventos, castillos y edificios antiguos o locales municipales.

El segundo libro es Así fue la dictadura. Diez historias de la represión franquista (Editorial Debate) en el que los periodistas Pablo Ordaz y Antonio Jiménez Barca recogen los testimonios de diez represaliados por el franquismo que abarcan los primeros años de la dictadura -en los que las palizas, violaciones a presas, fusilamientos y muertes por enfermedades eran masivas- hasta los últimos años del dictador cuando sus partidarios trataron por todos los medios de evitar que la democracia llegase a España ya que sabían que con ello se acababa el chollo de vivir a costa de la mitad de los españoles, es decir, gracias a la corrupción institucional que la dictadura promovió como medio de que cientos de miles de estómagos agradecidos hicieran lo posible para perpetuar un régimen que les había permitido vivir muy bien sin tener que rendir cuentas a nadie de practicar la rapiña sobre los vencidos.

Por mucho que el hecho de que la historia se cuente como de verdad fue pueda molestar a los descendientes de aquellos gracias a los cuales el franquismo pudo sostenerse durante cuarenta años, la memoria de un pueblo avanza hacia el futuro una vez que conoce su pasado. No tienen la culpa de lo que hicieron sus ascendientes ni de haber tenido vidas de privilegio si las comparamos con las de las víctimas del franquismo, pero sí de pretender perpetuar una historia de España que el franquismo impuso, una historia en la que los protagonistas son aquellos que lo dieron todo por la libertad y la democracia.

 

Lectura añadida:

Mercedes Núñez Targa,

El valor de la memoria. De la cárcel de Ventas al campo de Ravensbrück

(Renacimiento, 2016)

https://www.diarioinformacion.com/opinion/2018/08/31/horror-infierno/2057808.html