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Vitoria tiene su particular Valle de los Caídos

El Confidencial, | 12 septiembre 2018

Discordia con la cruz de Olárizu

Es sabido que en España nos gusta jugar al perro y el gato. Sea un símbolo religioso o franquista, la cruz que se erige en Álava divide a los vecinos

12/09/2018

«¿Franco? ¿Quién es Franco? Aquí no sabemos qué es el Valle de los Caídos. Nosotros tenemos la cruz de Olárizu», podría decir un local de Álava sobre la cruz que desde 1952 preside el monte del mismo nombre. En Álava, hay quien quiere derribarla, al considerarla un símbolo del régimen de la dictadura, y hay quien defiende conservarla, al apuntar su origen religioso. Sea lo que sea, el perro y el gato.

Lo cortés no quita lo valiente. Es tan cierto que este monumento fue erigido durante la dictadura de Franco como que la mayoría comparte el significado religioso. Pero las discrepancias sobre si preservar o derribar esta cruz radican en la apropiación que hizo de la cruz el régimen franquista, que obligó a transformarla en un símbolo político, al ordenar poner los “nombres de los sacerdotes alaveses caídos por Cristo y la Patria durante la Cruzada de Liberación”. Es decir, vio la oportunidad de sumarse un tanto. ¿A quién no le gusta apuntarse uno?

Este homenaje a los curas asesinados por el bando republicano durante la Guerra Civil se plasmó en una placa colocada en el pedestal de la cruz que a día de hoy apenas es perceptible por el deteriorado estado que presenta este monumento con estructura de hormigón, fiel reflejo de lo poco que le importa al tiempo atmosférico quién construyó esto y por qué.

La junta administrativa de Mendiola, propietaria de los terrenos, aprueba por mayoría derribar o retirar la cruz, pero el ayuntamiento le niega la licencia

Aquí radica el quid de la cuestión. ¿Símbolo del franquismo o patrimonio religioso de Vitoria? La junta administrativa de Mendiola, propietaria de los terrenos en los que se levanta la cruz, se decanta por la primera opción. Por ello, ha aprobado por mayoría derribar o, en su caso, retirar lo que considera de forma clara una “cruz franquista” al amparo de la Ley de Memoria Histórica, que en los últimos años ha ido liberando la capital alavesa de los principales símbolos visibles relacionados con el régimen. Pero el ayuntamiento rechaza que se trate de un símbolo franquista y, por ello, no va a conceder la licencia para su derribo después de que los servicios jurídicos municipales hayan visto factible que se impida su destrucción si no se otorga el permiso al concejo de Mendiola.

Así, de momento, la cruz está a salvo. Pero el Valle de los Caídos también sigue en pie, y en estos tiempos de Twitter uno no sabe nada. Su principal avalista es el propio alcalde, Gorka Urtaran (PNV), que ha emprendido una especie de ‘cruzada’ personal para mantener en alto lo que considera un “símbolo de Vitoria, de su historia, sus costumbres y su idiosincrasia” surgido de la iniciativa ciudadana. “La cruz ni se va a derribar ni se va a retirar”, zanja de forma tajante el primer edil, que remarca que la Ley de Memoria Histórica “no ampara la retirada de este símbolo”.

La cruz fue erigida por iniciativa popular como un monumento religioso, pero la dictadura la transformó en un símbolo político

Ahora, la “verdadera historia” de la cruz (no más ‘fake news’, por favor), esa que dice que se construyó en 1952 por iniciativa ciudadana para conmemorar la santa misión que se produjo en Vitoria un año antes en el marco del Jubileo Universal de 1950, se refleja en una placa que desde este miércoles es visible en las faldas del monte —el concejo de Mendiola denegó el permiso para instalar el rótulo en la cruz— y que ‘contextualiza’ la trayectoria del monumento. El texto de la placa ha sido redactado para dejar constancia de “su verdadero significado y su posterior utilización política por parte de la dictadura”, según pone de manifiesto el alcalde en el acto de descubrimiento de este distintivo “historiografiado”. ¡Que quede en acta!

De este modo, la placa señala que la cruz fue erigida para “conmemorar la Santa Misión que tuvo lugar en Vitoria entre el 4 y el 18 de noviembre de 1951” y que “fue sufragada por suscripción popular y concebida como un monumento exclusivamente religioso”. Sin embargo, prosigue el texto, “las autoridades de la dictadura franquista obligaron a transformarla en un símbolo político, al incluir en su base los nombres de los sacerdotes alaveses asesinados por el bando republicano”. Igualmente, la placa deja constancia de que la jerarquía católica “apoyó la dictadura franquista impuesta por las armas tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 contra la Segunda República”.

Urtaran cuenta con el respaldo de la historiadora vitoriana Virgina López de Maturana, quien realizó un inventario de los símbolos franquistas y su contextualización a instancias del ayuntamiento, y que ha realizado una investigación que determina el origen religioso de una cruz que fue “reconvertida en un memorial-político y no religioso” ya desde antes de que se erigiera el 23 de noviembre de 1952. De hecho, la historiadora fue quien propuso al consistorio la creación de un lugar de memoria en torno a la cruz que explicara que fue el entonces gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Luis Martín-Ballestero, quien ordenó que antes de la inauguración debían estar grabados “en el basamento de la Cruz de Olárizu los nombres de los sacerdotes alaveses muertos por Dios y por España”. Es más, esta imposición motivó que el monumento nunca llegara a inaugurarse y bendecirse de forma pública.

Familiares de los impulsores de la cruz critican que los argumentos esgrimidos para su derribo «no están fundamentados en la verdad de los hechos»

Precisamente, el hecho de que no se diera carácter oficial a su definitiva instalación es uno de los argumentos que esgrimen familiares de Luis Sáenz de Olazagoitia, uno de los promotores de la construcción del monumento junto a Emilio Apraiz y Gerardo López de Guereñu, para defender el mantenimiento de la cruz. Su hija ha remitido una carta a la junta administrativa de Mendiola para hacer constar que los argumentos esgrimidos para aprobar el derribo de la cruz “no están fundamentados en la verdad de los hechos, ni en la voluntad de los promotores ni en su permanencia durante estos 66 años”. “Ni nuestro padre ni ningún vitoriano que apoyó dicha iniciativa fueron partícipes en dar carácter político a la cruz”, algo que fue “iniciativa del señor gobernador y el régimen que lo sustentaba” sin contar con los promotores. Por ello, y estando a favor de la eliminación de todo vestigio franquista, considera que sería “suficiente” con “hacer desaparecer” la inscripción relativa a los sacerdotes.

Familiares de los tres impulsores del monumento, que actuaron en nombre de la sociedad civil, quisieron respaldar la pasada semana la inauguración de la placa en un acto en el que no faltaron las comparaciones con la cruz del Gorbea, un monte situado a caballo entre Álava y Vizcaya, erigida en respuesta a la recomendación del papa León XIII de levantar cruces en las cumbres más altas de la cristiandad para conmemorar la llegada del siglo XX.

Al acto no acudió EH Bildu —sorpresa, sorpresa—, al compartir el criterio de la junta administrativa de Mendiola de proceder a su derribo, una decisión que, según defiende, debe respetar el ayuntamiento. El edil Antxon Belakortu no comparte los argumentos esgrimidos por el consistorio para conservar la cruz, más “en un momento en el que existe una amplia mayoría social que apuesta por eliminar la simbología franquista de los espacios públicos”. A este respecto, afirma que la exhumación de Franco “deja en evidencia” al PNV porque, por un lado, su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban, pide la demolición del Valle de los Caídos y, por otro, en Vitoria “evita la eliminación de símbolos franquistas limitándose a propuestas tibias de contextualización”. También Podemos se ha mostrado públicamente a favor del derribo de la cruz por lo que supone «políticamente, éticamente y para la restauración de los daños causados por el franquismo», como expone su portavoz, Jorge Hinojal.

El alcalde cierra la puerta al derribo de la cruz, pero el concejo de Mendiola sigue con su pretensión de llevar a cabo su derrumbe pese a la contundencia del primer edil. Asegura que «no comparte» las conclusiones que se extraen de la investigación sobre el origen del monumento al tratarse de «interpretaciones». Por ello, insiste en acabar con este «símbolo franquista».

El debate sobre el futuro de la cruz ha coincidido con la celebración de la tradicional romería popular en las campas de Olárizu para subir hasta la cruz de este pasado lunes. Desde el siglo XIX, el siguiente lunes tras la fiesta de la Natividad de la Virgen (el 8 de septiembre) se celebra esta jornada festiva que cierra de forma oficiosa el ciclo veraniego en la capital alavesa y en la que se cumple el rito campesino de la acción de gracias por la recogida de las cosechas. Por la mañana tuvo lugar la visita anual de la corporación a los mojones que delimitan el término municipal en un día que este año incluyó alubiada popular, castillos hinchables, gigantes y cabezudos, bailes, exhibiciones de deporte rural o toros de fuego, entre otras actividades. Fue una jornada que mezcló fiesta y reivindicación. “Esta cruz no es un símbolo franquista y no vamos a permitir que se derribe o traslade este símbolo de la ciudad”, advierte Urtaran.

Entre unos que quieren quitar y otros mantener y no se ponen de acuerdo, la pregunta es evidente: ¿cuál será el siguiente y apasionante tema de discusión en Madrid, Álava o Benidorm que nos enfrente y nos exalte durante, al menos, unos pocos segundos?

https://blogs.elconfidencial.com/espana/el-confidente/2018-09-12/vitoria-cruz-olarizu-derribo-gorka-urtaran-franquismo_1612448/