VOLUNTARIOS GRIEGOS EN
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Muchos historiadores han caracterizado a la
guerra civil española como una de las mas sangrientas.
La resistencia del bando republicano movilizó a ciudadanos
de todos los países del mundo que enviaron todo tipo
de ayuda. La mas esencial y solidaria de estas ayudas fue
la misión de aquellos voluntarios (combatientes) de
muchos países que formaron las Brigadas Internacionales.
Un gran contingente de voluntarios griegos
participaron en las más importantes batallas de nuestra
guerra civil, como la defensa de Madrid, en el valle del Jarama,
en Teruel o en la batalla del Ebro. Podríamos decir
que esta participación y sacrificio de los griegos
en el lado republicano español en 1936 significó
uno de los mayores actos de solidaridad de un pueblo hacia
otro.
En realidad la guerra civil española
fue una de las más desastrosas de nuestra historia.
Lo avalan el medio millón de muertos, innumerables
heridos, miles de exiliados políticos y otros daños
que tardaron largos años en cicatrizar. Desde muchos
países, se envió ayuda al lado republicano,
comida, fármacos, armas. Sin embargo el apoyo más
importante a la España republicana fue el envío
de combatientes (voluntarios). Siendo quizás la primera
vez en la historia de los pueblos modernos que hombres de
distintas nacionalidades, con idiomas diferentes, dan su vida
por unos ideales comunes. Jóvenes y mayores, de oficios
diferentes que creían en la democracia y al mismo tiempo
en la posibilidad de crear una sociedad mas justa.
Llegaron a España unos 35.000 voluntarios
de 53 nacionalidades distintas que se agruparon en diferentes
unidades que tomaron el nombre de Brigadas Internacionales.
Lucharon ferozmente en todos los frentes y en muchas ocasiones
dieron importantes victorias a los republicanos. Una gran
parte, (cerca de un tercio) de ellos, dejaron para siempre
sus huesos en España.
Los griegos no se quedaron inmóviles
ante este llamamiento internacional, a pesar de encontrarse
bajo el régimen dictatorial del 4 de agosto del general
Giánis Metaxás. Rápidamente se alistaron
aunque Metaxas tratara de perseguirlos y de ocultar su existencia.
Importantes navieros griegos enviaron barcos cargados de armas
y alimentos para los republicanos españoles. Según
las informaciones de aquella época, desde los primeros
momentos de la guerra civil española, comenzó
a organizarse en Grecia un ejercito de voluntarios. Cerca
de 2000 voluntarios estaban dispuestos a venir a España.
Ante esta respuesta popular el régimen de Metaxas no
solo se vio obligado a impedir su salida del país cerrando
las fronteras, sino que detuvo a muchos de ellos como conspiradores
comunistas. Algunos de los que conseguían salir con
destino a España por la frontera yugoslava fueron encarcelados
y muchos desaparecieron para siempre. No obstante muchos de
ellos pudieron embarcarse gracias a la ayuda de los marineros
(pues el sindicato marítimo era contrario al régimen
de Metaxás) y zarpar hacia el puerto de Marsella, disimulados
como trabajadores que buscaban empleo en Francia. Desde allí
pronto establecían contacto con miembros de las Brigadas
Internacionales y su camino hacia España estaba abierto.
Al número de griegos que venían de Grecia, muchos
de ellos enviados por el partido comunista Griego (KKE), se
unieron los griegos de la diáspora, (como es conocido
un tercio de los griegos esta esparcido por los confines del
mundo). Todos consideraban que la guerra por la democracia
en España era la guerra por la democracia en su propio
país. Así vinieron griegos desde América,
desde Canadá, desde Francia, Egipto, Bélgica,
desde la Unión Sovietica incluso desde Chipre, éstos
últimos eran unos 600, número muy elevado en
relación a los habitantes de la isla, que lucharon
fraternalmente con sus hermanos los griegos. Finalmente vinieron
un pequeño número de griegos del norte de Epiro
y otro importante número de heleno-hebréos de
Salónica. El número de voluntarios griegos no
puede cifrarse con exactitud, pero se estiman en unos 600
entre los que se encontraban tres mujeres llegadas desde Canadá
para prestar servicios como enfermeras. De ellos un gran número
eran marineros. El resto eran de todas las profesiones y oficios
imaginables (soldadores, obreros de la construcción,
carpinteros, camareros de restaurantes etc..) también
importantes lideres sindicalistas. Naturalmente existía
un gran porcentaje de estudiantes. Muchos militantes del partido
comunista griego KKE, aunque gran parte de los estudiantes
no pertenecían a ningún partido político.
La mayoría de estos voluntarios entraron
en España a través de Francia pues era la vía
de acceso más segura. El pueblo de este país,
como escribió La Pasionaria, tan cercano al corazón
del pueblo español hizo grandes esfuerzos y prestó
una inestimable ayuda a la causa republicana. Existían
centros de acogida de voluntarios en París, en Marsella,
en Perpiñán y en otras ciudades francesas y
desde allí cruzaban los Pirineos hacia España
o eran embarcados como polizones en barcos hacia los puertos
de Cataluña y Valencia. El centro neurálgico
de reclutamiento de los voluntarios extranjeros se estableció
en Albacete, allí permanecían un mes y después
eran redistribuidos a los distintos frentes de batalla. El
primer contingente de voluntarios griegos llegó al
puerto de Valencia procedente de Marsella en octubre de 1936
y fue asignado a la onceava división con el nombre
de Dobrofski. Días mas tarde llegaría otro grupo
con el nombre de Télman que fue asignado
a la doceava división. Estas dos divisiones pronto
entrarían en combate en importantes batallas en los
alrededores de Madrid en el mes de noviembre. Batallas que
fueron decisivas para toma de la capital y para el avance
del bando republicano. A los republicanos españoles
no les caían bien los italianos por estar del lado
de Franco, pero alababan a los griegos y expresaron sus sentimientos
en las paredes de la capital haciendo pintadas que rezaban
Viva Grecia, muerte a los italianos y macarronis.
Poco a poco el número de brigadistas fue aumentando,
de manera que en enero de 1937 se crearon otras 3 divisiones
con una importante representación de voluntarios griegos.
En la división francesa había unos 60 griegos,
la mayoría de Chipre. En la División Balcánica
G.Dimitróf los griegos eran alrededor de
160, es decir 1/5 de ellos y unos 100 estaban en la División
americana Abraham Lincoln. La mayoría de
los griegos que lucharon en el bando republicano estaban en
la 15 división que se bautizó en la batalla
del Jarama, donde los griegos destacaron por su valentía
y coraje. Con el paso del tiempo, los griegos decidieron formar
su división propia, lógica decisión bien
por razones culturales y principalmente por el idioma. Así
hacia mediados de 1937 se crea la división Nikos
Sajariádis, que participó en la batalla
de Belchite. Naturalmente no todos los griegos se unieron
a ésta última. Así muchos otros prefirieron
seguir en sus respectivos puestos y griegos que habían
venido de América permanecieron en la división
Lincoln y otros en la división francesa.
En la batalla de Brunete (verano de 1937) la
15 división registró numerosas bajas, sin embargo
donde más griegos cayeron fue en Belchíte los
días 26 y 27 de agosto. De los 850 hombres que formaban
la compañía Dimitróf quedaron solamente
250, y de los 75 griegos que formaban parte de ella, solo
se salvaron 17. Tras la derrota de Belchite, la división
griega casi se disolvió pues los heridos fueron enviados
a diferentes hospitales y los que no distribuidos a otras
compañias, pero a mediados de noviembre resurge con
el nombre de Rígas Férreos y con
este nombre continuó hasta el fin de la guerra. En
la gran confrontación que aconteció en Teruel
en diciembre de 1937 el primero que entró en la ciudad,
después de los tanques fue el griego Minás Zomaídis,
(quién antes ya había participado en la batalla
de Brunete). Por este logro fue nombrado Teniente.
A principios de mayo del 38, Franco concentra
gran parte de su ejercito en Aragón, con la intención
de dividir España en dos. El ejército republicano
empieza a retroceder. La 15 División , formada por
muchos griegos se encontraba en la retaguardia. Por ello sus
bajas fueron mayores que la del resto de las secciones. Durante
toda esta dramática retirada, los griegos lucharon
heroicamente hasta que las tropas de Franco llegaron hasta
el mar, dividiendo España en dos zonas, la nacional
y la republicana. La última gran batalla que enfrentó
a republicanos y nacionales, fue la Batalla del Ebro, donde
también brigadistas griegos sufrieron muchas bajas.
El agradecimiento de los españoles hacia los griegos
se dejó ver de muchas formas no solo por la gente sencilla,
sino también por el Gobierno Republicano. En honor
de los brigadistas griegos se celebró en Barcelona
una manifestación donde tomaron parte no sólo
los que habían sobrevivido a los combates, una gran
parte de ellos heridos, sino que acudieron los marinos griegos
que habían llegado al puerto para abastecer a la ciudad.
Al finalizar la guerra, los voluntarios griegos
poco a poco abandonan España. Unos hacia Inglaterra,
otros hacia América, muchos otros no tenían
donde ir puesto que no se les permitía la entrada en
su país. Algunos consiguieron embarcarse como polizones,
otros pasaron a Francia por Cataluña donde serían
encarcelados y otros se fueron a la Unión Soviética.
Los que consiguieron entrar en su país acabarían
en las cárceles o en el ejército de la resistencia,
puesto que en pocos meses verían como empezaba la Segunda
Guerra Mundial y serían ocupados por alemanes e italianos.
Para ellos empezaría una nueva era .
Sólo en el cementerio de Madrid hay
27 tumbas con nombres griegos, siendo éstos una mínima
parte de los fallecidos en los alrededores de la capital.
Como quiera que fuera la participación
de los griegos en el lado republicano español, no fue
un simple acto de solidaridad nacional sino que supuso un
acercamiento entre dos pueblos, un hermanamiento único
por una misma causa.
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