Artículos y Documentos

El nuevo calvario de las víctimas de la represión franquista
Jone Goirizelaia y Rakel Peña - Parlamentarias de Sozialista Abertzaleak - Gara 03/06/2004




La tormenta se desató cuando el Gobierno dio cuenta de las solicitudes aprobadas y rechazadas en aplicación del Decreto de compensación a quienes sufrieron privación de libertad durante el franquismo. Sin embargo, llevaba meses gestándose, ya que afectados y profesionales habían advertido repetidamente a la Consejería de Madrazo de que el Decreto adolecía de la flexibilidad necesaria para abarcar las diferentes situaciones de privación de libertad que se pretendían compensar.


Así se ha ratificado ahora con el alto número de peticiones rechazadas (6.151 de 8.680), debido a una norma absolutamente restrictiva a la hora de marcar las condiciones y plazos a cumplir para poder acceder a estas ayudas. Esa es la razón por la cual la mayoría de las demandas han sido rechazadas, tras de años de promesas y gestiones.


El consejero Madrazo ha sido víctima de sus propias mentiras. Su obsesión por la política de propaganda, con la difusión de proyectos inexistentes, gastos desorbitados en auto-bombo, venta reiterada de un mismo producto... amén de una gestión incompetente y alejada de las demandas sociales, ha sido la cuerda que el consejero ha ido enroscado alrededor de su propio cuello.


Las palabras de un viejo gudari tachándole de indigno y mentiroso son más clarificadoras que cualquier explicación. Madrazo, en su comparecencia parlamentaria, se dedicó a sacar el ventilador, tratando de que su irresponsabilidad e insensibilidad salpicasen a los demás y negándose a reconocer ni uno solo de los mu- chos reproches que se le han hecho respecto a la nefasta gestión de estas ayudas. Ni una sola vez salió de su boca algo parecido al reconocimiento de un error, siquiera veladamente.


Conocíamos ya la falta de capacidad autocrítica del consejero. La sorpresa ha sido ver cómo una situación que ha creado él solo ha sido capaz de evidenciar su falta de consideración hacia los colectivos a que se dirigía, personas de avanzada edad que hace 60 años sufrieron la represión franquista. Ex-prisioneros y sus familiares han insistido en que ellos nunca pidieron nada, que pasaban tranquilos sus días con sus vivencias adormiladas, que nunca olvidadas. Hasta que llegó Madrazo y les prometió el oro y el moro; y con la promesa comenzó el calvario para conseguir los documentos acre- ditativos exigidos, el rastreo en archivos militares y civiles del franquismo, las llamadas y peticiones de todo tipo para conseguir que a los 80 y tantos años se les compensase por aquel sufrimiento. Ellos no pidieron nada, pero como el Gobierno prometió y se comprometió, era lógico tratar de acceder a las ayudas.


El periplo de estas personas comenzó hace dos años y hoy dicen sentirse frustradas, engañadas y vilipendiadas por el consejero de la propaganda, cuya dimisión han solicitado públicamente. Los represaliados del franquismo han sido, en esta ocasión, víctimas directas de un político sin escrúpulos, obsesionado por perpetuarse en su sillón de Lakua y tal vez mal aconsejado por los amigos de los que se ha rodeado.


Porque, además de haber dejado fuera de estas ayudas a más del 70% de los solicitantes, ha llegado a insultarles a ellos y a su me- moria insinuando que, a lo mejor, había peticiones fraudulentas de falangistas. ¿Cuántas señor Madrazo? ¿Cuáles y quiénes? ¿Por qué no dice que ha dejado usted fuera incluso a personas que cumplían escrupulosamente los requisitos, debido a una gestión incompetente y chapucera? ¿Por qué sigue mintiendo al negar que se ha excluido a quienes estuvieron en los «Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores», como si esas personas hubieran pasado años de trabajos forzados por propia voluntad? ¿Por qué ha ignorado los criterios de historiadores y afectados y ha equiparado estos batallones con el cumplimiento del servicio militar? Muestra de insensibilidad es también el hecho de no aceptar peticiones recibidas fuera de plazo, sabiendo que el retraso se debía a la dificultad de conseguir la documentación requerida.


La compensación económica a estas personas no sólo es cuestión de unos cuantos euros: es también, y ante todo, una forma de reconocimiento social de su heroica lucha contra el fascismo; una forma de que la sociedad les diga en voz alta que su sufrimiento y aportación a la lucha por la libertad forman ya parte de la memoria histórica colectiva.


De ahí la gravedad del tema que nos ocupa. Asuntos de tan alta sensibilidad e importancia social no pueden ser gestionados desde la soberbia. La falta de voluntad para establecer un diálogo fluido con los interesados y atender sus demandas ha sido el origen de este desencuentro anunciado. Incluso antes de la elaboración del decreto regulador de estas ayudas Madrazo y su Consejería, además de otros miembros del Gobierno, fueron advertidos de que, si se mantenía en esos términos, habría dificultades insalvables para que todas las personas que tenían derecho a la compensación pudieran acceder a ella. Sin embargo, el decreto se mantuvo en términos muy restrictivos aun a sabiendas de ello, ya que en otros lugares donde la gestión de estas ayudas estaba más avanzada, así se había podido comprobar. El malestar que esto ha generado es tan grande que alcanza incluso a sus socios del tripartito, obligados a sacarle la cara por eso de compartir gobierno pero que, por la boca pequeña, llevan meses criticando la nefasta gestión de la Consejería de Asuntos Sociales.


Pero en el vocabulario del señor Madrazo la palabra rectificación no existe. Modificar un decreto es el procedimiento más sencillo en la gestión de gobierno: lo mismo que unilateralmente se elabora y se aprueba, de forma unilateral se puede modificar. Todo es cuestión de voluntad política y de reconocimiento del error.


Quienes han pedido la dimisión de Madrazo por este grave asunto lo han hecho desde la dignidad y la solvencia de una trayectoria de lucha altruista contra el fascismo. A buen seguro la versión torticera del consejero ­culpando de sus desmanes a tirios y troyanos­ no habría resistido ni un asalto frente a la rabia contenida y la lección de dignidad personal e histórica ofrecida por los ex gudaris y ex presos. Por ello ni siquiera se atrevió a sentarse en la misma mesa: demasiada presión para sostener la mentira y acusar a los demás de los errores propios.


Lo que algunos llamaron en su día «guinda roja» del pastel de Ibarretxe lleva camino de quedarse en la oveja negra del Gobierno. Actuar frívolamente en asun- tos de tal sensibilidad social es una actividad de alto riesgo para alguien que, además, se reclama de izquierdas y progresista. Madrazo ni siquiera ha tenido el detalle de contestar a la petición de dimisión de los afectados por este macabro decreto de la desmemoria y la desvergüenza. Se limitó a volver a poner el ventilador para que sus miserias salpicasen a los demás: todos menos él actúan a mala fe y las víctimas están siendo utilizadas para atacarle a él. Todo menos rectificar y reconocer que se ha equivocado, que lo ha hecho mal y el daño aún se puede reparar. Todo menos dignidad. -