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Reagan y Nicaragua
Jesús Ángel Remacha - Junio 2004




Y quien esto sepa
y no lo cuente
en ceniza muerta
se convertirá…



Hace unos días murió el que fuera presidente de EE.UU. Ronald Reagan y todos los medios de comunicación han glosado su capacidad como líder, su talla de estadista capaz de insuflar orgullo e ilusión a su país.

Se han referido a él como el egregio Hombre de Estado, popular y de buen talante, un demócrata impenitente que hubiera podido ser elegido para un tercer mandato de permitirlo su Constitución.

Al margen de esa imagen tan beatífica que provocó millones de desempleos, quiero recordar con vosotros una historia.

Ronald Reagan, el mediocre y soso actor, al que se despide con honores de Hombre de Estado y tan laudatorios panegíricos es el responsable de un crimen sin limites, que ha quedado, impune.

Reagan elegido presidente del país mas poderoso y mísero del mundo en 1980, fue reelegido para un segundo mandato en 1984.

Los años de su mandato constituyen una pesadilla sin límites para un país, pequeñito, rechiquitito, que había empezado a vivir su propia historia: Nicaragua.

Las agresiones de EE.UU. contra Nicaragua constituyen una de las mayores infamias de la Historia de la Humanidad y de ellas el presidente muerto es el máximo responsable.

El Tribunal Internacional de Justicia de la Haya condenó sin paliativos el execrable minado de los puertos de Nicaragua: Puerto Corinto, la mítica Bluefiels saltaron por los aires en aquella ignominiosa guerra de agresión que asoló Nicaragua en los ochenta. EE.UU. hizo oídos sordos.

EE.UU. que ha llenado de ignominia toda la América Latina en nombre de la libertad, fue condenado por el Tribunal Bertrand Russell de los pueblos y señalado, culpable, por intelectuales, escritores y poetas de todo el mundo.


Y quien esto sepa
y no lo cuente
en ceniza muerta
se convertirá…



Y ahora aquel siniestro personaje muere entre las alabanzas y las muestras de dolor de una sociedad que olvida y que se devora a sí misma, con la misma facilidad que Saturno devoraba a sus hijos.

Muere ahora este mediocre actor y peor presidente. Y yo que no me alegro de ninguna muerte: que la tierra le sea leve dijo Dolores Ibárruri, Pasionaria, preguntada por la muerte de Franco, necesito, deseo, pasar por el corazón, re-cordis, esta historia.

“Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta", decía el presidente Roosewatl. Y el tirano Somoza, y el hijo del tirano Somoza, y el nieto del tirano Somoza, reprimieron durante décadas a Nicaragua, con las armas, el dinero y el beneplácito del mísero y poderoso vecino del Norte

Hace ahora 25 años, el 19 de julio de 1979, los tambores de Monimbó anunciaron el final de la tiranía. Las casas blancas de Estelí arrasadas, asolada Masaya, inexistente bajo las cecinas de su terremoto Managua, desaparecida Ocotal, bombardeada Jinotega, castigada con ferocidad Matagalpa…

Hace ahora 25 años, el 19 de julio de 1979, Nicaragua, Nicaragüita recorcoveaba de emoción, anunciando lo imposible: “venid, aquí, os esperamos, estamos creando el mundo", nos decían los hombres y mujeres del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Y el mundo fue creado. Allí se convocaron hacedores y soñadores de todo el mundo.

Se construyeron escuelas y hospitales, medio país enseñó a leer a otro medio, se repartieron tierras, se nacionalizaron las empresas del otrora todopoderoso Somoza y las de sus amigos estadounidenses que le mantenían en el poder.

Es decir, se creó el clima propicio para que EE.UU. bajo la hégira del llorado Ronald Reagan declarada abiertamente la guerra a Nicaragua acusándola de ser un peligro para su integridad nacional. La Nicaragua libre era un autentico peligro.

Durante aquellos hermosísimos y dolorosísimos años de ilusión indescriptible, comparables tan sólo a los que vivió España en los años treinta con la República, el mundo cambiaba día a día y día a día se transformaba en un vértigo inimaginable.

Allí nos convocamos, nos reconocimos millones de soñadores, que dejamos de serlo, cuando comprobamos que los sueños podían amasarse y darse forma y hacerse realidad.

En los años 80 en Nicaragua para quienes fuimos testigos de tanto amor, de tanta fuerza,, de tanta conciencia, está el origen de nuestra propia vida.

Quienes tuvimos el privilegio, el honor, la desmesura de vivir aquellos años, estamos tocados ya irremediablemente por aquella época de una ilusión indescriptible.

Nicaragua, mi Nicaragüita fue agredida, violada, bombardeada, difamada por Ronald Reagan y por el país más mísero y poderoso del Planeta.

Ha muerto, ahora, este mediocre actor y peor presidente y lo hace cuando ya ha muerto la Nicaragua que él mismo destruyó.

Al menos para algunos, porque como decía Presidente Salvador Allende: “Los procesos sociales no se detienen y más pronto que tarde se abrirán las amplias alamedas por las que pasee el hombre libre"


Y quien esto sepa
y no lo cuente
en ceniza muerta
se convertirá…



Jesús Ángel Remacha