Artículos y Documentos

Los paisajes de la memoria
José Luis Muga Muñoz - Revista "Benazaire" - Junio 2004


Revista Educativa de Enseñanza Secundaria y Bachillerato "Benazaire".
Numero 11, junio 2004

Los días 17 y 18 de abril se ha celebrado en Herrera del Duque un Homenaje a las Víctimas del Franquismo. Una de las preguntas más frecuentes que nos han hecho los medios de comunicación, y también algunos vecinos del pueblo, ha sido porqué hacemos estos actos después de más de sesenta años transcurridos desde que se produjo la etapa más cruenta de la represión de los vencedores de la guerra civil española. Espero que en estas breves líneas queden claros los motivos.

Cuando las tropas franquistas entraron en Herrera del Duque el 28 de marzo de 1939, las primeras medidas adoptadas consistieron en relevar a las autoridades republicanas democráticamente elegidas (alcalde y concejales) e ingresarlos en la cárcel junto con otras gentes de izquierda. Tres días después, el 1 de abril, acabó oficialmente la guerra civil, mejor dicho, “incivil", y comenzaron los fusilamientos. El sistema empleado en el pueblo no difiere del que se usó en el resto de España: durante la madrugada, los que gobernaban el pueblo, junto con los militares, sacaban de la cárcel a un grupo de hombres, les subían a un camión, les llevaban a varios kilómetros y les fusilaban; los tiros de gracia señalaban el fin del macabro espectáculo. Esto se repitió hasta cuatro veces en un pueblo pequeño como es Herrera del Duque, llamado en aquella época Herrera del Castillo. Además, hubo otros asesinatos de vecinos del pueblo, no en grupo, sino de manera individual en los años posteriores.

¿Cuál había sido el delito que todos aquellos hombres habían cometido? No había delito, no había juicios, no había abogados defensores, no había justicia. Simplemente fueron asesinados porque eran de izquierdas y porque el régimen de Franco había decidido controlar el país por medio de la violencia más extrema: la eliminación física de aquellos que pensaban de manera distinta a los vencedores. Por eso les dijo Miguel de Unamuno a los franquistas una frase que ya es histórica, “venceréis pero no convenceréis".

Pero ahí no queda la cosa. Las familias de los fusilados no pudieron vivir tranquilas, unos porque eran ingresados en prisión, otros porque sufrieron el acoso de la Guardia Civil y de la Falange, los registros de las casas, las detenciones arbitrarias, los cortes de pelo al cero a las mujeres, las palizas y, sobre todo, la humillación permanente y el miedo interiorizado. Ni siquiera pudieron enterrar a sus familiares y visitaban los lugares donde los habían asesinado a escondidas para evitar más represalias. Ponían muchas piedras encima de los montones de hombres para que los lobos no se los comiesen, como así ocurrió en alguna ocasión.

El régimen de Franco duró cuarenta años y, a continuación, llegó la democracia de la mano de la Constitución Española de 1978. En 1980 se solicitaron los permisos necesarios para desenterrar dos fosas comunes cerca de Peloche donde estaban treinta y tres vecinos de Herrera y, según se dice, uno o dos soldados que se negaron a fusilarles. Ahora sus restos descansan en el cementerio municipal adonde sus familiares continúan llevando flores cada vez que tienen ocasión. Pero durante la excavación todavía había mucho miedo, nadie hizo fotos salvo yo mismo que era un chaval, no se publicó en ningún periódico ni se anunció en ninguna radio. El permiso para desenterrar fue concedido para última hora de la tarde, de tal modo que, cuando se acabó la excavación y se llevaron los ataúdes al cementerio, ya era de noche. Al día siguiente se hizo el entierro y el hijo de una de las víctimas leyó unas breves palabras y ahí acabó todo. Tan sólo la lápida del panteón recuerda sus nombres y las fechas de tres de las “sacas". Sin embargo, hay más nombres que no están ahí ni en ningún otro sitio y hay más fosas por excavar.

Todo lo anterior demuestra que hay muchos familiares que sufren un profundo dolor que se ve aumentado por el silencio de aquellos hechos y por la ocultación de esa parte de nuestra Historia. Es imprescindible que los historiadores cuenten lo que pasó y también que se aireen las heridas de los que tanto sufrieron para que, poco a poco, puedan cicatrizar. El simple hecho de que hayan transcurrido muchos años no quiere decir que el dolor haya desaparecido.

Y nosotros, organizando un homenaje a las víctimas del franquismo en Herrera del Duque, hemos intentado aliviar un poquito ese dolor. Hemos pretendido que haya un mínimo reconocimiento público y moral a las víctimas y a sus familiares. Hemos querido que dos historiadores se acerquen al pueblo para contar cómo ocurrieron los hechos. Hemos emitido un documental en el que, los que conocen lo que pasó, nos lo cuentan y ahí queda para siempre. Hemos hecho un exposición con fotos de las víctimas y de la excavación. Hemos puesto una placa en el Ayuntamiento recordándoles. En definitiva, hemos puesto lo mejor de nosotros mismos para ayudar a que la convivencia entre todos esté basada en la verdad y en la justicia de la Historia y no en el miedo o en el oscurantismo de aquella época.


Muere lentamente
quien abandona un proyecto antes de iniciarlo,
quien no pregunta de un asunto que desconoce
o no responde cuando le indagan algo que sabe.

Neruda