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A la tercera va la vencida
Jesús Prieto - 23-06-2004

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=955


Colectivo Cádiz Rebelde


Son legión las personas de bien que, haciendo gala de una enternecedora candidez política, creen que todo lo constitucional es, por definición, democrático. Sin embargo, ya la mitología grecolatina se encargó de enseñarnos hace muchos siglos que algunos dioses tienen los pies de barro. Así las dos grandes columnas del Hércules normativo de las Españas (léase la Monarquía y las Fuerzas Armadas), aún estando especialmente protegidas por la Constitución, no responden, ni por asomo, al concepto de lo democrático.

No está de más recordar en este repaso a lo evidente que la corona que nos okupa –no vean en la “k" errata alguna-, ahora parlamentaria, no fue en origen una monarquía constitucional. Hace casi treinta y cinco años, el día 22 de julio de 1.969, el dictador Franco nombró a Juan Carlos de Borbón su sucesor. La restauración en el trono de la dinastía borbónica emana, pues, de la propia ilegitimidad de la criminal sublevación franquista. No es hasta la promulgación de la Constitución de 1.978 que pasa a ser parlamentaria, travistiéndose así de democrática. Pero esta interpretación es contradictoria. Las monarquías podrán ser o no constitucionales, serán parlamentarias o no lo serán, pero nunca, jamás, en ningún caso, pueden ser calificadas de democráticas. Los reyes son la máxima expresión de la aristocracia y a los aristócratas no los elige el pueblo.

Por su parte, la trinidad militar (el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire) es otro ejemplo de institución no democrática simbióticamente protegida por la Constitución del miedo transicional. Las FAS son el brazo armado del Estado –del Estado, no del Pueblo- y se basan en el principio de jerarquía, ostentando su mando supremo el propio monarca,.

Se perpetúa así una irracional e indeseable situación que es necesario subvertir cuanto antes si queremos salir de la inopia intelectual y recuperar los valores humanos arrebatados en el mayor timo socio-político de la Historia Contemporánea. Luchar por el advenimiento de la III República es una obligación ineludible para cualquier demócrata.