Artículos y Documentos

Homenaje de la pluma a la pistola
ELMUNDOLIBRO - 10 de junio de 2004

http://elmundolibro.elmundo.es/elmundolibro/2004/06/10/historia/1086863837.html



CRÓNICAS DE AMBOS BANDOS EN LA GUERRA CIVIL



MADRID.- Un homenaje de la pluma a la pistola componen en 'Madrid en guerra' las crónicas que ocho periodistas de ambos bandos escribieron sobre la conquista de la capital española durante la Guerra Civil. Periodismo de trinchera, pues, y literatura de combate, porque ninguna de las crónicas es neutral: los ocho reporteros se implicaron con tal intensidad en su causa que alguno de ellos terminó empuñando el fusil y dio con sus huesos en la cárcel o en el cementerio.

Recopiladas por el profesor de la Universidad de Barcelona Josep María Figueres, las crónicas son un ejemplo de primera mano del imaginario de cada bando. Del lado franquista, Manuel Sánchez del Arco, Alberto Martín Fernández ('Juan Deportista') y Víctor Ruiz Albéniz ('El Tebib Arrumi', abuelo del alcalde madrileño, Alberto Ruiz-Gallardón), exaltan la caballerosidad, la fe y la cultura frente a la "horda desgreñada y salvaje" del bando republicano.


Los cronistas de la República, Jesús Izcaray, Eduardo de Guzmán, Clemente Cimorra, Mauro Bajatierra y Eduardo Zamacois, hablan de solidaridad, honradez, trabajo y justicia social, que enfrentan al "parasitismo de los señoritos" fascistas. Para ambos, el otro lado es el bando "antiespañol".


En sus relatos la objetividad ni se plantea. Todo lo contrario. En su empeño por influir en el lector los periodistas no escatiman recursos: "La sangre brava de un puñado de ilusionados caballeros del ideal..." describe el abuelo de Ruiz-Gallardón.


La ciudad, el frente y las batallas


El libro está dividido en tres bloques: la ciudad, el frente y las batallas. El primero trata de los primeros meses de la guerra, antes de la llegada de las tropas de Franco. El segundo se ocupa de los largos meses que la ciudad se convirtió en frente de batalla y el tercero, de las batallas de Brunete, Jarama y Guadalajara, en los alrededores de la capital.


A lo largo de sus más de 700 páginas se suceden las historias del horror, pero también del absurdo. Izcaray cuenta cómo firmó un recibo a un guardia municipal para llevarse los mosquetones de la Tenencia de Alcaldía madrileña. Bajatierra explica la reorganización del mercado de frutas, verduras y hortalizas, así como de la supresión de los intermediarios en la ciudad sitiada.


Cimorra describe el hambre que pasaban las tropas franquistas (unos cadáveres tenían restos de hierba en los intestinos, prueba de su falta de alimentación), que compara con la abundancia del menú navideño republicano (tortilla de jamón, cordero asado con patatas y arroz con leche).


Sánchez del Arco exalta a las milicianas en términos que hoy serían considerados políticamente incorrectos: "¡Qué lindas estáis, milicianas de Madrid, adolescentes milicianas de la Cava Alta, con vuestro 'mono' azul en el que afloran, ceñidos por el correaje, los pechitos erectos! ¡Qué lindas! ¡Pero qué pavor en los ojos!".


Brigadistas, obreros, niños


Y, en un ejercicio de periodismo moderno que cualquiera puede reconocer en los diarios y televisiones actuales, unos y otros prestan especial atención a lo peculiar y distinto, lo que se sale de la norma: los extranjeros -brigadistas internacionales o moros de Franco-, los jóvenes oficiales nacionales, los obreros convertidos en soldados, las jóvenes milicianas, los niños víctimas de la guerra.


En definitiva, un periodismo de primera línea pero de un mundo y una mentalidad que ya no existe, en el que informar sólo era una parte más de la militancia activa en una causa.