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Tras 50 años de búsqueda, el pasado verano Sánchez Dragó localizó el cadáver de su padre
El Mundo - Domingo 22 de febrero de 2004




La fosa del padre

Tras 50 años de búsqueda, el pasado verano Sánchez Dragó localizó el cadáver de su padre, al que nunca llegó a conocer. “Era el periodista favorito de Manuel Aznar Zubigaray, el abuelo del actual presidente", explica. “Socialista de Maura, con 27 años fue jefe de redacción en ‘La Voz’ y director de la agencia Febus. Estaba recién casado con mi madre, que estaba embarazada de mí. El alzamiento le pilla en Valladolid, desde donde llama para decir que está detenido. No volvió a dar señales de vida". En su imaginación infantil adscribió esa muerte a los “rojos". “Hasta que, con 19 años, detenido por la policía franquista, el agente Conesa me suelta: ‘Tú eres un niñato de mierda resentido que estás aquí porque hemos matado a tu padre’. Entonces supe que le habían fusilado los ‘nacionales’. Aquello me sacudió por dentro". Hace ocho años, en la Feria del Libro, el hijo de un maestro republicano se le acercó y le dijo: “Creo que su padre y el mío pasaron la última noche juntos". Dragó ha acabado hallando la fosa donde lo enterraron, en Estopa, a 17 kilómetros de Burgos. Esta historia que marcó su vida la contará en su próximo libro, “Españolito que vienes al mundo" (Planeta), que se publicará en septiembre.

ENCUENTRO|ANIVERSARIO DE “GÁRGORIS Y HABIDIS"
Viaje al pueblo “deshabitado"del transgresor Sánchez Dragó

Su programa de televisión “Negro sobre blanco" hace pensar que este escritor de 67 años es un hombre urbano y cercano, pero no es así. Vive junto a su pareja –una joven japonesa de 30 años– en un pueblo “deshabitado" de Soria, donde sólo hay 10 vecinos. Allí, quien ahora celebra el 25 aniversario de uno de sus libros más exitosos, “Gárgoris y Habidis", quiere levantar un santuario espiritual donde impartir clases de yoga y tantrismo y conferencias sobre la muerte... Este pensador, que toma 40 pastillas diarias para mantenerse joven, echa de menos la “España mágica" que le sedujo: “Antes era un país que tenía identidad, con sus cosas espantosas y maravillosas. Todo se ha ido al garete por el sumidero de la modernidad".

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ FOTOGRAFÍAS DE CHEMA CONESA

Una carreterucha estrecha, serpenteante y llena de baches nos conduce a la muy noble, mesteña y casi despoblada villa de Castilfrío de la Sierra, pequeña localidad soriana de unas 10 almas (la mayoría de los 34 habitantes censados vive fuera), situada en plena sierra de Oncala, a 24 kilómetros de la capital. Las naves de ganado construidas a la entrada restan valor estético a un armonioso conjunto arquitectónico formado por viejas casas serranas y señoriales del siglo XVIII, algunas de ellas blasonadas, que en su día pertenecieron a los ricos ganaderos de la Mesta. El Camino Real que atraviesa el pueblo, junto con el dolmen y el castro de la Edad de Hierro, valiosos reclamos turísticos de la zona, son vestigios de esa España oculta que el escritor Fernando Sánchez Dragó retrataba en Gárgoris y Habidis.

Publicado en ?978 con el subtítulo Una historia mágica de España, el polémico y monumental ensayo (hablamos de un tocho de cuatro tomos y mil páginas que tardó cinco años en escribir, tras recorrer más de 20.000 kilómetros) recibió el Premio Nacional de Literatura y fue “la mayor explosión literaria y transgresión filosófica del posfranquismo". Hoy, 25 años después, aquel manualillo de esoterismos, ocultismos, orientalismos y misticismos de la cultura ibérica, ?? kilos de literatura en canal, es un clásico presente en la biblioteca de más de 300.000 personas.

–¿Qué queda de la España mágica?
–Nada. España antes era un país que tenía identidad, con sus cosas espantosas y maravillosas. Ahora, somos iguales que los noruegos, los japoneses y los estadounidenses. Todo el mundo sigue el american way of life. España ya no existe; está deshecha. Se me dirá que, estrictamente, tampoco existía en 1970, que es cuando salí a buscarla, pero al menos entonces sobrevivían sus huellas: los restos del naufragio. Hasta eso se ha ido al garete por el sumidero de la modernidad, del pensamiento único, de la corrección política y de la europeización forzosa. Ya no me siento español, sino expañol. Por eso me refugio en mi escondrijo soriano...

Lo habrán adivinado. El popular presentador del programa literario Negro sobre blanco (seis temporadas en antena) es el lugareño más ilustre de Castilfrío. “Mi sueño sería que me tocara la lotería para amurallar el pueblo, que se cerrara por las noches, hacer una fosa de cocodrilos y resistir a la modernidad", elucubra este ex hippie con alma de ermitaño.

Para él, dos personas son muchedumbre –“yo sólo soy yo cuando estoy solo", dice, parafraseando a Miguel Hernández–, pero con la excusa del aniversario de su best-seller, que reeditó Planeta en 2001 en un solo volumen e incluye un prólogo expiatorio de 100 páginas, ha aceptado recibirnos en su refugio numantino. Numantino, sí: Castilfrío está a 17 kilómetros de Garray, y en un cerro de la Muela de Garray se asienta Numancia, la mítica ciudad celtibérica del siglo III a.C. que resistió el asedio de los romanos.

Las calles empedradas están desiertas en esta gélida mañana de diciembre. Peracho, un hombre recio y corpulento que se define como “viejo amigo y escudero" de Dragó, deja por un momento sus chapuzas de carpintería para llevarnos hasta la casona del caballero del escarabajo, como se presenta su dueño en el contestador telefónico. Si uno se fija bien, la vivienda, próxima a la iglesia, está coronada por un coleóptero de acero que hace de veleta. Su inusitado fervor por el bicho tiene una explicación sentimental. “Hace unos años decidí acompañar a mi amigo Saramago a Suecia con motivo del Nobel. Para mi sorpresa, allí coincidí con Julito Ferrer, ex compañero de cárcel durante el franquismo y hoy entomólogo. Al poco tiempo me dijo que había bautizado con mi nombre a un escarabajo nuevo descubierto en Namibia. Se llama somaticus sanchezdragoi y garantiza mi paso a la posteridad. Éste es el más alto honor que la vida, hasta ahora, me ha conferido".

Un precioso dibujo del insecto y una escena de sexo tántrico flanquean el cabecero de la cama que comparte con su pareja, Naoko, una japonesa de 30 años.
–¿Se identifica con el escarabajo?
–Muchísimo. Yo adoro la cultura egipcia, y en Egipto es el animal sagrado que remata los templos. El escarabajo trabaja en el macrocosmos (puede volar) y en el microcosmos (bajo tierra). Ésa es la tarea del escritor: poner en comunicación el macrocosmos con el microcosmos, intentando explicar desde aquí abajo lo que está ahí arriba. Es un animal ecológico, que limpia y no molesta a nadie. No pica, no asusta ni hace daño. Pero también es un guerrero con antenas y coraza... Estoy identificadísimo.

Lo explica mientras paseamos por el pueblo, animoso pero algo fastidiado por el día de perros que nos impide apreciar el paisaje con el cielo despejado. Apenas hay dos casas en ruinas: la mayoría están siendo rehabilitadas como segunda residencia por gente que, siguiendo el ejemplo de Dragó, valora vivir alejado del mundanal ruido. “La mía perteneció a mi padrastro y se la compré a mis dos hermanos (Guillermo y María Elena) por tres millones de pesetas en ?996", relata con orgullo el improvisado guía.

Hijo natural de Madrid (vino al mundo en 1936 y la guerra le dejó huérfano de padre, cuyos huesos buscó durante 50 años hasta hallarlos, el pasado verano, en la fosa de un pueblo de Burgos), tiene a gala ser hijo adoptivo de Soria desde 1992, año en que ganó el Planeta por La prueba del laberinto. Siempre ha dicho que renació en esta ciudad en 1977. “Mi madre era alicantina y mi padrastro, soriano", aclara. “Por aquel año yo vivía en Tokio y, misteriosamente, cuando más alejado estaba de España, Soria empezó a crecer en mi memoria".

Ritos iniciáticos. Ahora apostilla que su tercer nacimiento acaeció en Castilfrío de la Sierra. Tan apegado se siente al lugar que ha decidido invertir sus ahorros en la construcción de una nueva Eleusis. La metáfora alude al santuario de la mítica ciudad griega, próxima a Atenas, donde se rendía culto a las diosas Deméter y Perséfone; unos ritos de iniciación conocidos como misterios eleusiacos, con fuerte componente agrario (los ciudadanos ingerían productos del campo, como vino y cebada, de donde procede el LSD, para alterar sus conciencias) y sexual. Según los estudiosos, estos ritos representarían el triunfo de la vida sobre la muerte.

Un momento... ¿Acaso se le habrá ido la olla a Sánchez Dragó, de tanto fumar porros y esnifar libros, no necesariamente de caballerías? ¿Pretende montar este descerebrado quijote un mercadillo hippie para vender alucinógenos y afrodisiacos? Aclaremos el misterio dragoniano: “En estas majadas que acabo de comprar, de unos 1.500 metros cuadrados", dice señalando unos terrenos situados junto al cementerio del pueblo, “quiero hacer un centro de estudios místicos. La gente podrá encontrar aquí Oriente en Soria. Será un lugar de reunión donde se impartirán cursos de yoga y tantrismo y conferencias sobre nueva espiritualidad, al estilo de las que he venido organizando en los últimos 10 años en los Cursos de El Escorial. Y en este viaje a la gnosis, al conocimiento, que incluye muerte, drogas enteogénicas y soledad, me acompañarán amigos afines como Fernando Arrabal, Isidro Palacios, Luis Racionero, Antonio Escohotado, Alejandro Jodorowsky o Ramiro Calle, por citar a los más conocidos". No, no. El presentador de Negro sobre blanco no sufre delírum trémens. La cosa va totalmente en serio.

Esta Eleusis soriana, advierte Dragó, no estará abierta a cualquiera: “Será un jardín abierto para todos y un paraíso cerrado para algunos. Los iniciados deberán demostrar un determinado grado de evolución personal". La idea no es nueva, está basada en el Círculo Hermético que fundaron Hermann Hesse, Miguel Serrano y Carl Jung en Montagnola, en la Suiza italiana. Por cierto, Jung dijo una vez (y Dragó es un jungiano convencido) que es más fácil llegar a Marte que encontrarse a sí mismo.

Para mantener el cotarro está construyendo una casa rural (su gusto por la decoración oriental no excluye el mobiliario Ikea) que estará terminada para el próximo verano. En la tercera planta hay un ataúd de madera que ha comprado al Ayuntamiento de Castilfrío. “Se cedía a las familias más humildes para los velatorios, pero yo le daré otro uso: me meteré dentro para meditar. La muerte me atrae, no me asusta. Opino que la vida sigue después de la muerte y lo único que me preocupa es indagar en ese misterio. Y es a lo que me dedico principalmente: a través del sexo (una especie de muerte en vida), de las sustancias enteogénicas (que proporcionan experiencias de muerte y resurrección) y del estudio", asegura, rematando la frase con su televisiva sonrisa de viejo zorro.

La próxima parada del tour turístico es otra vivienda de su propiedad provista de jardín zen, salón de té y una lujosa biblioteca que albergará un tercio de sus 70.000 volúmenes. “Me gustaría abrirla al público", cuenta antes de hablar de otro proyecto: su campamento nómada; es decir, una haima castellana que prevé instalar en la vecina localidad de Aldealices para uso y disfrute de turistas aventureros.

–¿El anarcoindividualista se ha transformado en terrateniente?
–Yo esto no me lo planteo como mi modus vivendi, pero de alguna forma habrá que autofinanciarse, cobrar por los cursos y por las habitaciones, aunque el precio sea módico... Mira, he hecho un esfuerzo tremendo en los últimos años presentando un programa de televisión, dando conferencias, escribiendo libros. Trabajo ?00 horas a la semana. Es brutal lo que yo trabajo. Por eso quiero acumular el dinero suficiente para poder retirarme y hacer lo que a mí me gusta: estar aquí solito escribiendo y viajar durante seis meses por el mundo a mi manera hippie. Ése es mi sueño. Tengo 67 años y estoy a punto de alcanzarlo.

Dragó suele repetir que “un intelectual debe demostrar coherencia entre lo que dice y lo que hace". A lo largo de la entrevista insiste, por ejemplo, en “que no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita". Por eso choca que se haya comprado un Jaguar último modelo, mientras guarda como reliquias el dos caballos y el Land Rover con los que ha recorrido medio mundo. “Un capricho lo tiene cualquiera", se excusa mientras nos dirigimos a contemplar una escena de la España mágica: unos vecinos octogenarios se preparan, cuchillo y chamuscador en mano, para matar a su cerdo más hermoso (no importa que se le haya pasado su San Martín). La anciana no conoce la lavadora ni la cocina de gas; aún lava a mano en el río Merdancho y prepara el cocido a la lumbre. Dragó considera que es una heroína. Una numantina como Dios manda.

Naoko (monja en japonés) asiste entre intrigada y asustada al ritual del sacrificio. En un gesto algo infantil se tapa los oídos para no escuchar los chillidos del marrano, que se desangra sin remedio. Las perronillas y el anís que ofrecen los hospitalarios abuelos sirven de aperitivo a la comida en casa del escritor. Antes de pasar al salón, nuestro anfitrión pide que nos descalcemos. Tanto en las costumbres como en la decoración, Oriente se impone a Occidente. Sus escuderos Peracho y Antonio Ruiz-Vega (que se encarga de los informes literarios de Blanco sobre negro y se declara regionalista y partidario del plan Ibarretxe) nos acompañan en la sobremesa. Taro, un pastor alemán de ojos tristes, bosteza en un rincón.

Acabo de leer una entrevista al filósofo Bernard-Henry Lévy –a quien en Francia conocen por sus iniciales (BHL)– donde el periodista observa: “Resulta difícil no sentirse impresionado ante un personaje que tiene tanta conciencia de serlo". Durante la charla tengo la impresión de que FSD es de esas personas a las que le encantan impresionar a sus visitas.
–¿Se siente FSD un personaje?
–Henry Levy nació personaje; yo nací golfillo. Hombre, salgo en la tele, mis ideas llaman la atención, se me discute... Me doy cuenta de que a los ojos de los demás soy un personaje, pero lo lamento profundamente. Para mis hijos, mis amigos o mi pareja soy una persona normal y corriente.

La alumna japonesa. De alguna forma, Fernando y Naoko –37 años de diferencia– se presentaron como pareja en sociedad en la boda de la hija de Aznar (“que sea amigo de Aznar no quiere decir que sea aznarista", precisa). Se conocieron hace ocho años en Kioto, donde él daba clases de español. “Toda la vida he ligado con alumnas, o más bien las alumnas han ligado conmigo", relata sin falsa modestia el libidinoso profesor. “Por aquella época yo era bastante buenecito, pero un día se me acercó para hacerme dos preguntas sobre El camino del corazón, libro sobre el que trataba el curso, y la llevé a mi despacho. Las preguntas eran tan absurdas que la miré de arriba abajo y pensé: ‘Esta criatura lo que busca es algo distinto’. Le dije que me acompañara al supermercado, me ayudó a subir las bolsas... y hasta ahora. Cuando su novio se enteró de que nos acostábamos intentó entrar en mi casa con intención de matarme".

Naoko asiente con una sonrisa, dando por válida la versión. Le pregunto qué le atrajo de él. “Que fuera mi profesor y me doblara la edad", contesta. Curiosamente, nunca tuvo una buena relación con su padre, director del Metro de Osaka. A Dragó le llama papi. Me pongo impertinente: ¿Y cuando Fernando le habla en la intimidad no tiene la impresión de estar escuchando una conferencia? “Qué va, tiene fama de charlatán, pero en casa no es así. Apenas habla. Y cuando vamos a un restaurante, cada cual va con su libro". Ambos explotan en una carcajada.

Su vida sentimental/conyugal es prolífica. Con su primera mujer se casó por la iglesia en la cárcel y tuvo a su hijo mayor, Alejandro. Después convivió con Catherine Barilli, con la que tuvo a Ajanta, madre de sus dos nietos: Mario y Catherina. Martine Sáiz Pee es madre de su hija Aixa. Y por último, se casó por lo civil Beatriz Salama (actual mujer de su amigo Antonio Escohotado), con la que apadrinó a Arancha Salama Sánchez, la hija de una criada.

Aunque reconoce su tendencia a la verborrea y su megalomanía, se defiende de quienes le acusan de pedante. “Así es como un hombre de cultura califica a otro de cultura superior. Pareceré pedante a quienes tengan menos cultura que yo, pero nunca se lo he parecido a quienes tienen más cultura que yo". Se define como “reaccionario", pero si le llaman provocador se considera insultado. “Un provocador falsea su pensamiento para inducir unas reacciones determinadas. Es un señor que no dice lo que piensa. Lo que tengo son ideas provocadoras". Y para muestra, un botón: “De todas las Españas posibles, ninguna me satisface tanto como la de los reinos de taifas".
–¿Qué piensa del plan Ibarretxe?
–No estoy muy al tanto. Pero confieso que es una inevitabilidad histórica que el País Vasco se separe, y probablemente Cataluña también. Si estuviera en mi mano, yo declararía la independencia de Castilfrío.

En el prólogo de Gárgoris y Habidis se define como un pensador libre y un héroe del antifranquismo –pasó ?7 meses en la cárcel de Carabanchel– que, pese a todo, se coló en el club de las almendritas saladas: “Y ahí sigo, pese a mis continuas salidas de pata de banco, mis rebotes, mi antieuropeísmo, mi antiamericanismo, mi anticomunismo, mi anarquismo, mi insobornable defensa de liberalizar el uso de las drogas, mi convicción de que sólo regresando al tibio seno de la pobreza se salvará el mundo, mi interés por las religiones, mi desinterés por la globalización y la informática...". Amén.

“Tour de propieté". El caballero del escarabajo va todavía por la sopa cuando el resto de los comensales ya está saboreando el aromático té con especias. Se ha echado encima la tarde cuando subimos al desván, donde el opositor a monje cartujo aporrea su vieja Olympia. Por el camino nos va enseñando las habitaciones de sus hijos y sus nietos, en la segunda planta. “Soy muy de clan, muy patriarca bíblico", reconoce. Ya en su dormitorio, abre una cajita situada junto a la cama y enseña, pícaro, una pastilla de chocolate. “Ya he liado los porros para esta noche". Guillermo, su héroe de infancia, le guiña un ojo. Sin embargo, lo más sorprendente está por ver. Camino del baño, cae en la cuenta de que se ha olvidado tomar su dosis de draconita. Este remedio natural para limpiar las arterias es sólo uno de los, aproximadamente, 40 elixires que cada día toma para mantenerse joven.

En el amplio desván es fácil imaginárselo preparando Negro sobre blanco con el atril y las gafas en la punta de la nariz. Sobre la mesa, un tarot que le regaló Jodorowsky, figuritas del Kamasutra, fotos con sus hijos en el Annapurna, El anticristo, de Nietzsche, sus libros del alma –La Baghavad Gita, el Tao Te King, las aventuras de Guillermo–, una gorra de la CNT sobre la bola del mundo y el único objeto que guarda de su padre: un obús del 36. Esparcidos por toda la sala, recuerdos de viajes, amigos y amores. Fotografías con su madre, con Arrabal, con Aznar, con Escohotado (“acaba de tener una hija con mi ex mujer", sonríe); tankas (pintura en tela) tibetanos, un samurái, la matrícula de un dos caballos, un telescopio para espiar a las estrellas...

Esparcidas en un diván, las cartas que acaba de heredar de su madre, fallecida el año pasado. El material le sirve para su próximo libro, Españolito que vienes al mundo, donde describe las muertes paralelas de su padre, el periodista Fernando Sánchez Monreal, y José Antonio Primo de Rivera. “Al primero lo mataron los nacionales y al segundo los rojos". Quizá con este libro, siguiendo siempre el camino del corazón, Dragó acabe por encontrarse a sí mismo.

Una de las primeras ediciones de “Gárgoris y Habidis" (Hiperión, 1979), de Fernando Sánchez Dragó. La última edición (Planeta) es del año 2001.