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Ferran Gallego analiza el auge de la extrema derecha alemana. 'De Auschwitz a Berlín' estudia los cambios entre 1945 y el 2004
El Periódico de Catalunya - 22/04/2005



Ferran Gallego, ayer, en la sede de la editorial Plaza Janés. Foto: SERGIO LAINZ


M. EUGENIA IBÁÑEZ
BARCELONA

La extrema derecha no es un movimiento propio de tribus urbanas, ni sus seguidores, nostálgicos del nazismo; este voto procede, en general, de trabajadores desengañados de los políticos y frustrada por una recesión económica que recorta sus derechos sociales. Ésta es la tesis que defiende Ferran Gallego --doctor en historia contemporánea, profesor de la Universitat Autònoma-- en De Auschwitz a Berlín, un ensayo sobre la extrema derecha alemana entre 1945 y el 2004, continuación de un trabajo anterior, De Múnich a Auschwitz (2002), ambos publicados por Plaza Janés.
Gallego (Barcelona, 1953) es especialista en América Latina y en el análisis de los grupos ultras de derecha europeos. Con Neofascistas (2004) profundizó en los casos de Italia y Francia y, dos años antes, en Por qué Le Pen, diseccionó el ascenso político del líder del Frente Nacional francés. En el último libro, De Auschwitz a Berlín, no hace un catálogo de siglas o personajes, sino que explica cómo Alemania, después de la segunda guerra mundial, se reconstruye para superar el nazismo y creer en la democracia y cómo, en la década de los 90, se abre un agujero por el que se cuelan opciones políticas ultras.

LA REUNIFICACIÓN
La génesis de la extrema derecha alemana no tiene nada que ver, según Gallego, con el recuerdo de Hitler; es similar a los casos italiano --Gianfranco Fini-- y francés --Jean-Marie le Pen--, y una respuesta a la caída del Estado del bienestar. "La reunificación --añade--, que exigió la extrema derecha, ha sido, a la postre, un factor de ruptura entre las dos Alemanias y ha creado un fuerte malestar en sectores de la zona oriental que tienen la sensación de haber sido invadidos".
De ese descontento nace el voto de extrema derecha alemán que, a diferencia de Italia y Francia, está disperso entre varios partidos, lo que ha evitado, hasta ahora, su llegada al parlamento federal, pero no ha evitado resultados significativos en elecciones locales, como en Hamburgo. El autor considera que los ultras europeos se presentan, casi, como un movimiento antisistema que condiciona programas electorales del centro e incluso de la izquierda, temerosos todos de perder votos: "Ésa es una forma de cogobernar sin necesidad de ganar unas elecciones o de llegar al parlamento".
¿Por qué en España no ha funcionado ese modelo de extrema derecha? Gallego cree que los ultras de este país han cometido "un error estratégico" al identificar franquismo con fascismo. "No se puede salir a la calle con las banderas del 18 de julio --añade--, porque la España de los 80 no es la del 36". Gallego afirma que el fascismo europeo "no son sólo las imágenes de Auschwitz", y que ofrece también un discurso de gran potencia que convence porque habla de solidaridad a quienes "no les importa salvarse aunque sea a costa de la exclusión de otros".
El historiador afirma que esos grupos tienen el caldo de cultivo en los espacios sociales perdidos y en "la falta de credibilidad de los partidos, incluida la izquierda". Excluye la xenofobia como origen del auge de la extrema derecha alemana y recuerda que ésta no ha crecido con la llegada masiva de emigrantes sino con la recesión económica. "Hay que cambiar las condiciones sociales --concluye--, porque ya no es suficiente con un simple discurso de educación cívica".