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¿Convencer en las urnas o vencer por las armas?
Belén Meneses [04.01.2006] - Kaosenlared.net

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Ya en el 36 descubrimos que España les pertenecía. Sólo ellos eran españoles auténticos; patriotas con denominación de origen. Los únicos con capacidad incuestionable para preservar las esencias hispánicas; mártires dispuestos a derramar su sangre por la patria; los salvadores. Se apropiaron de símbolos, himnos y banderas y en su nombre pisotearon los valores de igualdad, justicia y libertad que defendían quienes no eran dignos de ser llamados españoles. Mientras los legítimos patriotas sembraban la nación liberada de muerte y destrucción, los traidores a la patria se consumían por la tristeza y la nostalgia por la tierra que habían sido obligados a abandonar. Todo aquel que no comulgara con la idea de su España nacionalista y excluyente era catalogado de antipatriota, repudiado y denigrado por su calidad de apátrida y considerado traidor a los ojos de Dios y del Caudillo. Y en ello siguen.

Con el mismo ímpetu que hicieron suya la amada patria se han apropiado ahora de la sublime e intocable Constitución. Es suya…, su tesooooro. Han irrumpido en las calles como si hubieran inventado las protestas callejeras y reivindican la libertad de expresión tan apasionadamente, que cualquiera diría que sus ancestros impusieron alguna vez la censura como política de comunicación. La derecha reconvertida del franquismo se ha auto asignado el cometido de custodiar nuestros valores democráticos. Términos como igualdad y libertad han sido patentados por los ideólogos populares para su uso y disfrute en exclusiva, mancillando la memoria de quienes fueron perseguidos por preservar las esencias de los principios democráticos.

A ciertos sectores de la derecha, parece escocerles que nos empeñemos en rescatar del olvido nuestra memoria histórica. Quizás temen que esa memoria que suponían enterrada irrumpa en las conciencias de las nuevas generaciones que crecen sin el adoctrinamiento ideológico de la dictadura, desmantelando las falacias épicas urdidas durante años por los vencedores de la Guerra Civil, o tal vez les avergüence su pasado porque les pesa demasiado el legado franquista del que tanto les cuesta desprenderse.

En cualquier caso, sea cual sea el motivo que les impulsa a adoptar como propias los lemas y las consignas ancestralmente empleados por quienes ostentan un historial cargado de antecedentes en la lucha por la justicia y la libertad, es una vergonzosa falta de decencia que los herederos ideológicos del"¡Viva la muerte y muera la inteligencia!" que el mutilado Millán Astray espetó a Unamuno en 1936, utilicen la frase con que el intelectual vasco sintetizó lo que comportaría la victoria del franquismo. Utilizar como eslogan la expresión “Venceréis, pero no convenceréis" para exigir que la documentación incautada mediante el expolio no sea retornada a sus legítimos dueños, no sólo es un acto inmoral y deshonesto sino que constituye una burla impúdica de los principios que inspiraron la lucha antifranquista.  

La cúpula del Partido Popular ha revelado una vez más su falta de ética, ausencia de integridad y carencias democráticas. Con este afán acaparador de los iconos que tradicionalmente han identificado a los postulados de la izquierda, no me sorprendería ver en breve las estampas de Rajoy, Acebes y Zaplana emulando a la Pasionaria, encabezando una marcha al grito de “no pasarán", con el puño en alto y entonando entusiastas la Internacional.

 

“Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha".

Miguel de Unamuno.

Salamanca, 12 de octubre de 1936