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La 'traición' de Churchill a Franco. El entonces jefe del Estado español creyó que el ‘premier’ británico se comprometió a la devolución de Gibraltar.
Diari de Tarragona -

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COLPISA, Íñigo Gurruchaga, corresponsal

Francisco Franco creyó que Winston Churchill le había prometido la devolución de Gibraltar tras la Segunda Guerra Mundial y consideró un acto de «mala fe, egoísmo e imperialismo pasado de moda» que el primer ministro británico negara haberle prometido tal cosa, ya en 1954, en una Europa y España que tenían una nueva agenda.

Este episodio de la diplomacia se puede reconstruir en parte gracias a la publicación, recientemente, por la Oficina de Registro Público británica, de la correspondencia oficial y los documentos secretos de aquel tiempo, según la regla que lleva, en Reino Unido, a su divulgación cuando han pasado cincuenta años.

Los papeles publicados ahora permiten narrar lo ocurrido desde el lado británico, a partir de la recepción en Londres, el 2 agosto de 1953, de una nota de sus diplomáticos en Madrid, en la que se da cuenta de editoriales “vehementes" en tres periódicos españoles contra la ocupación británica de Gibraltar.

‘Arriba’, periódico de la Falange, ofreció una entrevista con el dictador español en la que acusaba al Gobierno de Churchill de retener Gibraltar “contra cualquier código de honor y moralidad", porque durante la Segunda Guerra Mundial se ofreció su restitución. Era una reacción al anuncio de la visita de la nueva reina británica, Isabel, a la colonia.

Hubo manifestaciones de las juventudes falangistas ante la Embajada británica en Madrid y Joshua Hassan era el primer líder civil de la población gibraltareña presente en los protocolos de la visita real, tras liderar el movimiento de los habitantes de la colonia para lograr derechos políticos frente a los gobernadores militares de la base del Peñón.

Franco acababa de firmar los pactos con Estados Unidos, en los que Dwight Eisenhower logró el establecimiento de bases militares en España, un país que aún no había sido admitido en la Organización de Naciones Unidas. Pero el largo período de aislamiento tras la Guerra Civil había terminado tras un pacto desigual con el nuevo gran poder mundial.

Carta de Hoare

Los diplomáticos del Foreign Office británico preguntaron a la oficina del primer ministro si se emitió tal promesa de devolución de Gibraltar y, tras la negativa de Churchill a que se prometiera tal cosa, el espíritu ordenado del funcionario inglés se afanaba en la tarea de reconstrucción de los acontecimientos. Y encontraron lo siguiente.

El 17 de junio de 1940, en plena expansión nazi y con Reino Unido como último baluarte de la libertad en Europa, el Gabinete de Guerra de Londres recibió una carta de su embajador en Madrid, sir Samuel Hoare, pidiendo orientación sobre lo que debía decir si el ministro español de Exteriores, el coronel Juan Beigbeder, le preguntaba por Gibraltar.

Hoare había enviado telegramas a Londres explicando que Franco, según su biógrafo, Paul Preston, le había recibido en un despacho adornado con fotos de Hitler y de Mussolini, y le había dicho que los británicos deben rendirse a la inevitable victoria alemana. Franco prometió a Hitler su participación en el Eje a cambio de la expansión española en África.

Hoare, en 1940, dijo a Londres que Franco le había asegurado que se mantendría fuera de la guerra, pero sugirió que sería conveniente decir a España que se tratará de Gibraltar después de la guerra.

Churchill, que no asistió a esa reunión del Gabinete de Guerra, debía ser consultado sobre esa propuesta. “No ganaremos nada al ofrecer una discusión sobre Gibraltar al terminar la guerra", dijo el primer ministro. “Los españoles sabrán que si ganamos la discusión no tendrá fruto y si perdemos no será necesaria. Esa verborrea no afectará a la decisión española". Pero el gran líder dipsómano no insistió y se ofreció a Hoare “la discreción que solicita".

El Duque de Alba

El Duque de Alba, embajador de España en Londres, también envió telegramas. Un día después de la entrevista entre Beigbeder y Hoare, escribió a Madrid diciendo que había hablado con el subsecretario parlamentario del Foreing Office, R.A. Butler, que le dijo que se tratará de Gibraltar tras la guerra. No hay registro de tal conversación.

El 2 de octubre de 1941, Alba recibe a Churchill en un almuerzo en la Embajada, en Belgrave Square, e informa a Madrid de que el primer ministro le había explicado que el interés británico es que España no se convierta en una vía de suministro logístico a Hitler. Londres, dijo Alba que le afirmó Churchill, “apoyará a España en todo, si eso se cumple".

El duque remitió más tarde un nuevo telegrama a Madrid sobre una reunión secreta del Parlamento británico, en la que Churchill habría confirmado que Francia saldría tras la guerra en deuda con los británicos, Italia estaría deshecha y España tendría su oportunidad secular de convertirse en el gran poder del Mediterráneo.

Todas estas cosas adquirieron importancia en 1954 porque Franco, que acababa de ceder la soberanía nacional y la política de no alineación a cambio de bases americanas en todo el territorio, escribió en ‘Arriba’ un artículo, con su sorprendente seudónimo , ‘Macaulay’, historiador protestante y liberal inglés del XIX, denunciando la mala fe británica.

Los funcionarios en Londres buscaron en los archivos parlamentarios y encontraron el registro copista de lo que dijo Winston Churchill en la sesión secreta de la Cámara de los Comunes, en 1941. En realidad, lo único que prometió es que, si España no intervenía en la guerra, se eliminarían los obstáculos del bloqueo comercial al régimen de Franco.

Y no mencionó Gibraltar: “El interés británico es que España sea independiente y unida, y esperamos que ocupe el lugar que le corresponde como un gran poder mediterráneo y un miembro líder y famoso de la familia de Europa y de la Cristiandad, aunque ahora dividida por horribles disputas y bajo la obsesión de temibles tiranías".