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Las mentiras del gobernador. En febrero de 1969, Tomás Garicano Goñi informó al cónsul norteamericano en Barcelona de la marcha de la represión
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 04/08/2005 - La Vanguardia

http://www.lavanguardia.es/web/20050804/51190385510.html


GARICANO AGRADECÍA el estado de excepción que le permitía recluir a los presos políticos tanto tiempo como necesitase para que hablaran

Durante años, los cónsules de EE. UU. en Barcelona recibieron buena información acerca de la represión en Catalunya. Sus fuentes, casi siempre de primer nivel, les explicaban los pasos que daba el régimen y lo que pensaban de los opositores democráticos. Un buen ejemplo de esta relación se produjo el 4 de febrero de 1969, cuando el gobernador civil, Tomás Garicano Goñi, reveló lo contento que estaba con el Estado de Excepción que le permitía mantener encerrados a los detenidos políticos hasta que hablasen. Garicano negó brutalidad policial pero el cónsul informó a Washington de que el gobernador no decía la verdad, ya que sí que la había.

Los archivos norteamericanos contienen gran cantidad de documentos confidenciales o secretos que suelen llevar por referencia el epígrafe Actividades políticas en Cataluña.Pero muchos de esos papeles tratan en realidad de las informaciones que responsables policiales españoles daban a los cónsules americanos en la capital catalana. Hoy, la información guardada por Washington ofrece la versión de hechos represivos relatada por españoles a los americanos.

Cuando el 5 de febrero de 1969 el cónsul americano en Barcelona James M. Cortada informó al Departamento de Estado de que había hablado con el gobernador civil de la provincia, Tomás Garicano Goñi, especificó que su identidad no podía revelarse. "Proteger fuente", escribió el diplomático junto al nombre del general jurídico, responsable de la persecución policial a la oposición democrática clandestina en Catalunya. Un personaje que hacía su trabajo con tal excelencia que acabó siendo nombrado ministro de la Gobernación, puesto desde el que cesó a su rival político de sus tiempos de gobernador, el alcalde José María Porcioles.

El norteamericano encontró a Tomás Garicano "muy relajado" pese a que el año había comenzado con movilizaciones obreras y estudiantiles en Barcelona y Madrid y a la declaración del Estado de Excepción en el territorio español; una decisión que prácticamente había suprimido los mínimos derechos cívicos de la ciudadanía. Aquel enero se había caracterizado por la referidas manifestaciones y el asalto al rectorado de la Universidad de Barcelona, tras la muerte del joven Enrique Ruano, defenestrado desde una dependencia policial madrileña. En su incruento ataque al rectorado barcelonés, los universitarios habían tenido la osadía de tirar al suelo un busto de Franco y hasta de pintar en las paredes frases alusivas a la libertad y a la democracia. Por todo ello, el régimen se sentía ultrajado y respondía suprimiendo libertades.

Sobre el célebre asalto al rectorado, Garicano le dijo al cónsul que "no habían identificado a la persona que había arrojado el busto del Caudillo por la ventana, ni quién habido enarbolado la bandera comunista" en la escalera de la oficina del rector. "A pesar de la operación policial que hemos montado, todavía no conocemos el principal motivo ideológico de los problemas estudiantiles de Barcelona", manifestó aquel gobernador. Para situar la entrevista con el gobernador en su contexto, el cónsul explicó a Washington que se acababan de producir en Barcelona "unos 58 arrestos, de los que 30 eran estu-diantes que habían participado en la reunión en el auditorio de la Universidad de Barcelona la mañana del asalto al rectorado. A15 de ellos - escribió un tanto crípticamente- se les encontró que poseían material ultramoderno de distinto extremismo que era difícil de describir en los términos políticos habituales. Los otros 15 también eran extremistas, aunque no de una línea tan dura como el otro grupo". En "la mente de Garicano", informó el diplomático, "no había la más mínima duda de que el grupo de 15 más duro recibiría una importante pena de cárcel. Lo que pasaría con el otro grupo dependería de las investigaciones actuales".

Garicano precisó que siete de los detenidos pertenecían a "Unión Democrática de Cataluña (UDC) y comentó que ´si bien la UDC no tenía apenas influencia en Cataluña y muy pocos seguidores, en cualquier caso se había convertido en un partido político, desafiando las leyes españolas, que prohiben grupos políticos organizados´".

El gobernador admitió ante el cónsul, que así lo recogió en el informe de EE. UU., "que las autoridades encontraron que los miembros de UDC no estaban involucrados en ninguna otra actividad y declararon su ofensa como liviana y que Don Tomás" le había anunciado que "les dejaría en prisión durante algún tiempo para darles un buen susto".

El gobernador Garicano Goñi, que se preciaba de estar muy bien informado de lo que se cocía en Madrid, explicó su versión sobre los auténticos motivos que habían provocado la declaración de Estado de Excepción. Según el jurídico militar, la medida se había decretado "por el nerviosismo existente en los círculos superiores del gobierno en Madrid y por el miedo a que se estuviera preparando un Mes de mayo español. El gobierno - afirmó- está decidido a evitar la experiencia francesa de la última primavera", es decir, el celebérrimo mayo del 68.

Garicano Goñi negó explícitamente cualquier brutalidad policial pero, sin embargo, en una extraña pirueta mental, se mostró encantado con los resultados de las medidas de excepción. El cónsul describió así este pasaje de la conversación: "El gobernador indicó que agradecía el estado de excepción porque le permitiría mantener a los sospechosos bajo arresto más allá de las 72 horas en las que un caso normal debe entregarse a un detenido al juzgado para que resuelva. Dijo que los sospechosos suelen resistirse a hablar durante tres días pero que, pasado ese periodo, y sin perspectivas de liberación, suelen abrirse y revelar la extensión de sus actividades".

Pero el diplomático no quiso dejarse engañar y pese a que, con seguridad, recogió las palabras de Garicano con precisión profesional, escribió sus propias conclusiones : "A pesar de la afirmación del gobernador de que no había habido abuso por parte de los oficiales de policía, no hay duda de que el democristiano Ferrán Camps se ha llevado una buena. Hemos hablado con las personas que le vieron después de que se le trajera a Barcelona y todavía seguía en estado de shock.Por la historia reciente, sabemos que la policía de Barcelona puede llegar a ser bastante despótica, y que no duda en utilizar la fuerza para obtener información de los prisioneros políticos. También creemos que el gobernador sabe muy bien que la policía a su cargo no son angelitos".

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo Edición: Iñaki Ellakuría Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: "Un extraño plan para invadir Guinea"/ 27